José Suárez Carreño, escritor y luchador por la democracia
Acaba de morir, José Suárez Carreño, nacido en México en 1914, pero cuya vida transcurrió en España, en su casi totalidad, primero en Valladolid donde estudió y militó en la FUE y después de la guerra civil, en la que estuvo por primera vez en las cárceles franquistas, en Madrid. Suárez Carreño es uno de los casos más insólitos de la literatura española bajo el franquismo.
Escritor notable, recibió los premios más relevantes de aquella época, en poesía, novela y treatro. En 1943 se le otorgó, por su libro Edad de hombre, el primer premio Adonais conjuntamente con Vicente Gaos y Rafael Morales. Poco despues publicó su segundo libro de poesía La tierra amenazada. El Premio Nadal de 1949 que se le concedió por su novela Las últimas horas, le llegó en la cárcel a la que había ido a parar por sus actividades antifranquistas. Los historiadores de la literatura han considerado que esta obra, a la par que La colmena de Cela (1951) y La noria de Luis Romero (1952), en las que de alguna manera resuena el existencialismo francés, abandonan la perspectiva privada e intimista de la novela española de aquellos años y devuelven el protagonismo al actor colectivo que es la maltrecha sociedad española de entonces.
En 1951 se le otorga el Premio Lope de Vega de teatro por su obra Condenados, llevada a la pantalla en 1953 por Manuel Mur Oti con Aura Bautista como actiz principal. El Premio de la Critica de 1955 recae en La Catira de Cela, quedando la novela Proceso personal de Suárez Carreño, que algunos consideraron superior, en segunda posición. A partir de este momento el autor se sintió cercado por un medio no sólo político, sino también social y mediático que le era hostil y decidió abandonar la creación literaria y concentrarse en la reflexión y el análisis socio-político.
Empecinado demócrata de sensibilidad libertaria, Suárez Carreño no militó nunca en ningún partido político, aunque se incorporó en la segunda mitad de los años cincuenta al grupo de Dionisio Ridruejo, donde coincidió con otros brillantes intelectuales y escritores como Ignacio Aldecoa, Juan Benet, Pepe Caballero Bonald, Pablo Martí Zaro, Jesús Fernández Santos, Fernando Baeza, José María Moreno Galván y fue un soporte constante en la tarea de aglutinar la oposición al franquismo y para la organización del Contubernio de Múnich en 1962.
Llegada la represión, Suárez Carreño eligió el exilio y desde él, en contacto diario con quienes se quedaron fuera y entre ellos el autor de esta nota, fue un animador infatigable de cuantas actividades se pusieron en marcha. Suárez Carreño ha sido el último en desaparecer de quienes pasaron los Pirineos clandestinamente para poder participar en el contubernio.
El diputado de la nueva clase política espanõla, que consideraba hace unos días, en este diario, que la memoria de la guerra y de la lucha contra Franco son realidades superadas o a superar, puede estar satisfecho. Hoy un segmento más de aquella realidad superable ha quedado sin actores, y, por tanto, definitivamente superado.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.