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Crónica:CAMPEONATOS DE EUROPA DE ATLETISMO | Momento estelar del deporte español | ENCUESTA ANUAL DE EL PAÍS
Crónica
Texto informativo con interpretación

Apogeo en Múnich

Santiago Segurola

Jamás los atletas españoles habían alcanzado las cotas que lograron en los pasados Campeonatos de Europa, donde varios mitos quedaron destruidos de un plumazo. Se acabaron los tiempos del monocultivo de fondistas y mediofondistas, aunque su contribución fue excepcional en Múnich, para dar paso a un atletismo compacto y versátil, con un arco que se extendió desde la medalla de David Canal en los 400 metros a la formidable contribución de mujeres como Marta Domínguez (5.000) o Maite Martínez (800 metros), cabeceras de una generación que se ha quitado complejos y que comienza a rendir beneficios en las grandes competiciones. Un atletismo, en fin, que se situó a altura de Rusia, Alemania y Reino Unido, las potencias que tradicionalmente han dominado los Campeonatos de Europa.

España logró 14 medallas, señal de que se ha quitado complejos y empieza a rendir
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Había datos para pensar en algo grande. En los Europeos de pista cubierta, los españoles se dieron un festín que precipitó el optimismo. A la reaparición de gente como Yago Lamela y Raúl Fernández -compañeros generacionales en la prueba de longitud- se añadió la confirmación de Manolo Martínez como uno de los mejores especialistas del mundo en el lanzamiento de peso, o el descubrimiento de Antonio Reina como un ochocentista de primera. No sólo el abanico de posibilidades era mayor que nunca, sino que la abundancia de jóvenes hacía pensar en un momento más que saludable. Por tradición, el atletismo español ha tenido un sesgo pesimista, acostumbrado a vivir en el movedizo terreno que separa a los pata negra de los actores secundarios. Eso se ha manifestado principalmente en su incapacidad para mantenerse en la primera categoría de la Copa de Europa de naciones. España ha sido a esta competición lo que el Deportivo fue durante tantos años a la Primera: un equipo ascensor que no lograba estabilizarse. Pero de la misma manera que el Depor supo encontrar el camino para establecerse como un equipo de referencia en la Liga, el atletismo español ha logrado romper con sus viejas tendencias para aproximarse a lo que se espera de un país que ha dado la vuelta a su deporte.

Durante décadas, España producía fondistas y mediofondistas, donde el factor de la técnica es menos crucial que especialidades como los saltos o los lanzamientos. Era el gen español, certificado en atletas como Mariano Haro, José Luis González, José Manuel Abascal, Fermín Cacho, Reyes Estévez y los maravillosos maratonianos que asombraron al mundo en la última década. Esa parte siempre ha parecido asegurada, al menos en relación con el depauperado paisaje del fondo en Europa. Fue en Barcelona 92 donde se comenzaron a atisbar señales de cambio. Las medallas de García Chico en salto con pértiga o de Antonio Peñalver en decatlón permitieron pensar en otra vía. Si era una cuestión coyuntural o el embrión de un nuevo atletismo, quedaba por verse. Y lo que se ha visto ha sido espectacular.

Había noticias de los excelentes resultados de los españoles en los principales campeonatos junior, lo que no siempre significa un salto eficaz a la gran categoría. El mérito de la federación y de los atletas ha radicado en la confirmación del talento que apuntaban gente como Marta Domínguez, Manolo Martínez, Reina, Lamela o David Canal, atletas extraordinarios en la etapa juvenil. Ninguno de ellos ha defraudado. El hecho de que Manolo Martínez o Reina no consiguieran medallas en los Europeos de Múnich magnifica el éxito de España. En condiciones normales, son dos atletas que apuntan directamente al podio. Así y todo, España consiguió 15 medallas, cifra inopinada para mucha gente. No para el presidente de la federación, José María Odriozola, que clavó el pronóstico antes de los campeonatos.

Nunca ha habido tanta sensación de plenitud. La incorporación de las mujeres al baile de medallas alimenta aún más el optimismo. Pocos momentos tuvieron más significado que la victoria de Marta Domínguez frente a la irlandesa Sonia O'Sullivan en los 5.000 metros. O'Sullivan, una de las fondistas más prestigiosas del circuito internacional, tuvo que ceder ante el coraje de la atleta española, que se aplica la máxima de Arancha Sánchez Vicario: cada gran carrera es un Everest que merece conquistarse a toda costa. Es el mismo rasgo de Maite Martínez, cuya progresión en los 800 metros quedó acreditada con su segundo puesto en Múnich. Son, en definitiva, tiempos de abundancia en un atletismo tradicionalmente deficitario. Es la consecuencia de un trabajo bien hecho desde los niveles básicos durante un largo periodo. Lo que sucedió en Múnich se insinuaba sotto voce en las categorías juveniles. Faltaba la explosión. El estallido se produjo en una inolvidable semana de agosto.

Marta Domínguez se impone en la final de 5.000 metros por delante de la irlandesa Sonia O'Sullivan.
Marta Domínguez se impone en la final de 5.000 metros por delante de la irlandesa Sonia O'Sullivan.REUTERS

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