Los deportistas dan valor al sacrificio
Pau Gasol, coronado como el mejor deportista español por sus propios compañeros; Lance Armstrong, mejor extranjero; Elena Gómez, revelación nacional, y los Europeos de Atletismo, el momento estelar para nuestro deporte
Cien deportistas españoles eligieron y lo hicieron a conciencia. A ellos no les impresionan los nombres, sino las hazañas. Saben lo que cuesta mejorar cada marca, elevar un milímetro el listón o alcanzar la mejor forma en el momento preciso. Por eso no se anduvieron con remilgos a la hora de poner nombres a las preguntas que les planteó EL PAÍS en la encuesta de este final de curso. Se decidieron por el sacrificio individual y dieron valor al esfuerzo humano, eligiendo a deportistas implicados en modalidades de mucha exigencia.
En este sentido, Lance Armstrong, ya elegido el año pasado, es el paradigma. Para la mayoría fue el mejor deportista internacional del año. Su cuarta corona consecutiva en el Tour de Francia dejaba poco lugar para las dudas. Siempre contó como uno de los candidatos no sólo por la grandeza de lo que logró el pasado mes de julio en París, sino también porque en él confluyen aspectos que convierten todas sus gestas en algo épico. Haber superado un cáncer y lograr rehacer su cuerpo hasta regresar a la élite de un deporte tan duro como el ciclismo le convierte en un personaje de leyenda.
Contra él se estrelló el piloto alemán Michael Schumacher, elegido ayer deportista europeo del año por la prensa continental por haber igualado los cinco títulos mundiales de fórmula 1 del mítico Juan Manuel Fangio, y también el motociclista italiano Valentino Rossi, bicampeón mundial de la categoría reina, los dos que le siguieron en la elección. "Son grandes deportistas", explicó Juan de Dios Román, ex seleccionador nacional de balonmano y actual técnico del Ciudad Real, resumiendo un poco el sentir de una parte de los votantes. "Pero en su caso tiene tanta importancia su buena preparación como la calidad de sus máquinas. Dependen en gran parte de ellas".
En España, las diferencias no fueron tan sustanciales. La elección de Pau Gasol como el mejor rookie del año el pasado mes de abril acabó resultando decisiva. Aunque el tiempo jugó contra él, porque la designación quedaba ya arrinconada en la memoria, la trascendencia internacional de su brillante paso por la NBA, que el año pasado ya le fue reconocida, prevaleció sobre otros deportistas con méritos suficientes para ser elegidos. Iván Raña, campeón mundial de una modalidad tan polifacética como el triatlón, es una buena muestra de ello. Lo demostró el hecho de haberle disputado a Gasol el liderato hasta el último momento.
La elección no era fácil en este apartado. Ahí figuraban también algunos atletas que obtuvieron su momento de gloria en Múnich durante el verano, en unos Europeos que hicieron historia para el deporte español. En la lista de candidatos estuvo también el tenista Albert Costa, campeón en Roland Garros.
Ocupaba un lugar destacado la genial gimnasta Elena Gómez, que el mes pasado se convirtió en la primera mujer española que consiguió una medalla de oro en gimnasia artística. Algunos la eligieron como mejor deportista española. Pero la mayoría le reservó la designación a la mejor revelación española del año. La tenía merecida, porque al igual que Armstrong o Pau Gasol, que rompió con las cadenas que pretendían retenerle en el baloncesto europeo y afrontó el cambio mental y físico que suponía el reto, aceptó la exigencia de abandonar a su familia a los 13 años para introducirse en una rutina que la obliga a entrenarse siete horas diarias, encerrada en un Centro de Alto Rendimiento.
No hubo color, en cambio, en el momento de escoger el acontecimiento más destacado del año. Ahí el acuerdo fue casi total: el Europeo de Atletismo de Múnich, que aportó 15 medallas, seis de ellas de oro, al deporte español. También ahí prevaleció el mismo criterio. Esta vez ganó el sacrificio individual.
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