El mejor pasador de Europa
Tomasevic, pívot del Pamesa, da más asistencias que muchos bases
Con su pinta de agente 007, al estilo James Bond, Dejan Tomasevic (Belgrado, 6 de mayo de 1973) es el mejor pasador de Europa. El jugador yugoslavo del Pamesa Valencia es un pívot atípico, como no hay otro en el continente. "Tiene cuerpo de pívot y cabeza de base", le define su compañero Nacho Rodilla. "Es el pívot con más talento de Europa. Hace mucho mejor a sus compañeros, es el mejor pasador en su posición", añade su entrenador, Paco Olmos.
Campeón de Europa y del Mundo con Yugoslavia, con un palmarés tan largo como variado, Tomasevic es el líder de asistencias en la Copa ULEB, y el segundo jugador con mejor media en comparación con la Euroliga. En los ocho encuentros jugados en la ULEB, Tomasevic ha repartido 43 asistencias, una media de más de cinco por encuentro, igual registro que el base estadounidense del Cholet Richard Barry. Además, sólo el base del Zalgiris de Kaunas Ed Cota tiene mejor promedio en la Euroliga. El mérito de Tomasevic radica en que se trata de un pívot, una posición más propicia para recibir pases que para darlos. En la ULEB, tras el jugador del Pamesa hay nueve bases, y en la Euroliga, de los 15 jugadores que más asistencias han repartido 14 son bases y uno alero. Ni rastro de pívots.
Tomasevic, con sus 2,08 de altura, es una rara avis en un mundo de pasadores pequeños. Y también está entre los mejores en la competición nacional. El Pamesa es el conjunto con más asistencias en la ACB, 198, seguido del Lucentum (171) y el Joventut (167). ¿Y el mejor en el Pamesa? Pues, ¿quién si no? Tomasevic, con 52, seguido de Rodilla con 37. Entre los 15 mejores pasadores de la ACB hay 13 bases, un alero y... un pívot, Tomasevic.
El yugoslavo ya destacó en este apartado la temporada pasada, cuando fue campeón de Liga y Copa del Rey con el Tau. Tomasevic fue el segundo mejor asistente, sólo por detrás del base Elmer Bennet, el líder de la ACB. "Antes jugaba mucho para mí, buscaba siempre los tiros, los puntos, todo para mí. Pero he entendido que si tiro 25 veces y perdemos, no sirve de nada. Ahora juego para el equipo", afirma el pívot.
Tomasevic va sobrado. Coge el rebote, atraviesa la pista botando como un base y se saca de la manga la asistencia imposible: de espaldas, sin mirar, a una mano, tras pasarse el balón bajo las piernas... Contra el Madrid, hace cuatro jornadas, repartió ocho asistencias. El Madrid entero, cinco. Tomasevic habla poco, es frío, poco expresivo, pero un lince en la pista, donde se compenetra con todos. "Yo sé lo que los otros piensan, sobre todo Oberto, porque ya hemos jugado juntos, en el Tau. Podemos jugar sin mirarnos", dice Tomasevic.
Su polivalencia ofrece un gran abanico de posibilidades tácticas. Puede conducir con facilidad un contraataque, lo que aumenta la velocidad del juego al no tener que pasar el balón por el base; y en ataque estático se sitúa bajo el aro o como faro alejado del tablero, donde distribuye el juego al perímetro y al interior, o afina su muñeca a media distancia. Tras los partidos, aparece elegantemente vestido, esquiva a los periodistas y pregunta por el resultado del Levante, donde juega su compatriota Mijatovic.
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