Quemando etapas
Con su victoria clara y sin objeciones sobre el Barça, el Pamesa sigue quemando etapas en su camino hacia algo sonado. Más allá de lo que provocó en la clasificación, su éxito radica en haber logrado definitivamente trasladar la sensación de que estamos ante un equipo preparado para el éxito. El baloncesto no sólo vive de canastas, sino también de vibraciones, y el Pamesa, todavía sin haber ganado nada, ha conquistado la presunción de ser capaz de hacerlo cuando llegue el momento de la verdad.
La confianza en lo que uno es capaz de lograr resulta fundamental para poder realizarlo. Los sueños, para trasladarlos a la realidad, primero han de ser soñados, y esa parte del camino el Pamesa la está recorriendo con firmeza. Se siente capaz, eso seguro, pues si no actuaciones como la del sábado estarían fuera de su alcance. No sólo por lo que hizo, sino por la naturalidad con la que realizó la faena en un día sin cuestiones dramáticas de por medio, aunque sí asuntos de suficiente enjundia. Los dos grandes frente a frente, primer puesto en juego, expectación máxima en Valencia y la sombra de escepticismo que perseguirá a los valencianos hasta que logren un título mayor son suficientes circunstancias para alterar el comportamiento a un equipo con dudas.
No fue el caso del Pamesa, que se comportó como un colectivo tremendamente solvente, que supo cuál era su momento para explotar, que pudo sumar valor por parte de todos los jugadores puestos en pista y que, además, tuvo el acierto de evitar el gran riesgo que puedes correr cuando juegas contra el Barça: llegar a los últimos minutos con el marcador igualado. Ese terreno es de arenas movedizas si enfrente tienes a gente como Bodiroga o Navarro, jugadores que se crecen cuando otros se achican. En esta ocasión ni uno ni otro tuvieron grandes cosas que decir, ni al final ni al principio, pues fueron admirablemente sometidos por esos guerrilleros con los que cuenta el Pamesa de nombres Karmmechis, Paraíso o Luengo, tan vitales como lo puede ser Tomasevic, vértice sobre el que gira todo en este colectivo.
Se vio un equipo bien armado contra otro que no acaba de enfocarse. Hay algo en el Barça que no carbura en relación con la potencia de su motor. En eso todavía la era Pesic no ha logrado variar las sensaciones de la era Aito. Siempre parece que el Barça, con lo que tiene, debería jugar mejor. Falta le va a hacer, sobre todo si el Pamesa no varía el acertado rumbo en el que se encuentra.
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