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El cerebro de la terrorista Ulrike Meinhof yace por fin en su tumba

El cerebro de Ulrike Meinhof, la fundadora de la Fracción del Ejército Rojo (RAF), muerta en 1976, reposa ya en la tumba de la terrorista, tras haber sido usado para experimentos científicos sin conocimiento de su familia. Veintiséis años después de ser hallada muerta en su celda de la prisión de alta seguridad de Stammheim, Meinhof fue enterrada de nuevo en Berlín, en presencia de sus hijas gemelas y unas pocas personas más.

La urna con las cenizas de su cerebro fue enterrada en su tumba un mes después de que la fiscalía interviniese en favor de la reclamación de las hijas. Con ello se cerró un truculento capítulo abierto el pasado noviembre, cuando el diario regional Volkszeitung, de Magdeburgo, difundió que el cerebro de la que fue la terrorista más buscada de Alemania no yacía en su tumba, sino que había servido a la ciencia sin consentimiento familiar. El órgano le había sido extraído, por orden de la fiscalía, en la autopsia realizada a su muerte por un neurólogo que lo conservó en formol durante 20 años. En 1997, el neurólogo legó el cerebro a un colega de la Universidad de Magdeburgo, Bernhard Bogerts, que lo examinó con intención de publicar sus resultados en el marco de un estudio comparado entre asesinos en serie para buscar una explicación científica a ciertos comportamientos violentos.

En el caso de Meinhof halló lesiones atribuibles a la operación a que se sometió en 1962 por un tumor en la zona del cerebro que regula las emociones. El estudio concluye que la terrorista, contrariamente al dictamen de la justicia, no era dueña de sus actos.

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