Nacimiento de un autor
La buhardilla fue la primera novela que publicó Danilo Kis, y la menos conocida. Cierto que, frente a sus novelas más relevantes, no deja de ser una obra menor. Pero decir menor, en este caso, no supone relegarla a la curiosidad, pues en Kis (antigua Yugoslavia. 1935- París, 1989) no hay ninguna página donde no resplandezca su exigencia artística, su inteligencia y su pasión por el lenguaje. Estos tres elementos están aquí combinados, con una prematura maestría, en una narración fragmentada que se presenta con la precariedad de un proyecto de novela.
La buhardilla está concebida, según indica el subtítulo, como un poema satírico, y opera, en efecto, a manera de burla. El protagonista, que se hace llamar Orfeus, se enamora de una muchacha, Magdalena, a la que llama Eurídice, y con su compañero de buhardilla, Ígor, o Cabrío-Sabio, pues aquí los personajes están disfrazados de exaltación literaria, se dedican, primero, a la filosofía y la astronomía y, luego, con una cálida rivalidad, al amor y sus decepciones, y a escribir sobre las experiencias de su vida bohemia, sus miserias económicas y sus ensoñaciones sobre países extraños. La novela que escribe Orfeus es la que estamos leyendo.
LA BUHARDILLA
Danilo Kis Traducción de Gani Jakupi Ópera Prima. Madrid, 2002 119 páginas. 12 euros
Con su gusto por el ensam
blaje de materiales y su libertad formal, Kis introduce en el relato desde un listado de preguntas filosóficas ("cohorte de esfinges silenciosas y malhumoradas") hasta el índice de las sentencias en latín que decoran las paredes de la buhardilla; también cartas amorosas, poemas traducidos de un idioma que no se puede traducir, versos sueltos, diálogos en francés, los nombres de los personajes que "esperaban la gracia de tomar forma", e incluso un menú de restaurante con su larga lista de vinos. Todo lo que le sucede a Orfeus lo aprovecha para su novela. Sin embargo, su propósito es liberarse de su egoísmo con la escritura, y así la novela es una sucesión de tanteos que se presentan como expresión de la conciencia artística de su autor, consciente de que son páginas que poseen la dimensión de un nacimiento.
No siempre una primera novela es armónica en relación a la obra total de un autor. En los inicios se escribe más por necesidad que por reflexión. Kis es ejemplo esencial de lo contrario. La reflexión recoge aquí no sólo una poética de la responsabilidad al denostar el egoísmo lírico, sino también una ética del autor en su relación con el mundo: "Me suicidaría en el momento en que me enterara de que me basto a mí mismo y que me puedo satisfacer con un monólogo".
La buhardilla, por lo demás, es una delicia; posee el encanto de los textos que vivifican las palabras y se lee como una apología del arrebato artístico. Aquí aún no asoman los temas dramáticos que darían cuerpo a La enciclopedia de los muertos o El reloj de arena. La fábula no está perturbada por la tragedia histórica. Aquí Danilo Kis aún puede parodiar los juegos de la inteligencia, y sentirse portador de la canción. Después se instalaría en elegía que, según Brodski, es el género en el que hay que situar sus novelas.
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