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Reportaje:

Buscadores de tesoros valencianos

La Asociación de Detectoaficionados aboga por una adecuada legislación que evite el expolio patrimonial

Los buscadores de tesoros de Castellón, Valencia y Alicante, es decir, los aficionados a hallar metales escondidos, han decidido constituirse en asociación. Se trata de la Asociación Valenciana de Detectoaficionados. La necesidad de constituirse se basa en defender los derechos y deberes de un colectivo "que suele encontrar conflictos a la hora de practicar su afición", explica su presidente Ricardo Gascó. "Cuando encontramos unas monedas íberas, estamos obligados a comunicarlo y entregarlo a la Administración y percibimos por ese concepto el 25% de lo hallado", puntualiza su presidente. "Si este yacimiento tuviera centenares de monedas, por ejemplo, sólo tendríamos derecho a recibir los beneficios del primer hallazgo".

Algunos aficionados reservan el verano a encontrar monedas y joyas perdidas
La retirada de basuras y el descubrimiento de yacimientos son algunas ventajas

Un marco legal que Gascó tilda de "inadecuado" e insinúa que "invita a la utilización delictiva de los detectores de metales para la expoliación de las riquezas del patrimonio". Actualmente está prohibida la búsqueda de tesoros en zonas declaradas Bien de Interés Cultural y en los yacimientos arqueológicos. El presidente de la asociación revela la existencia de una Carta Arqueológica de la Consejería de Cultura con las zonas catalogadas, pero al no hacerse pública puede presentar problemas legales a los aficionados que se dedican por ejemplo a la búsqueda de reliquias en estas zonas. "La pena máxima son dos años de cárcel porque puede entenderse como un delito de expolio". Aunque lo habitual, según explica el responsable es que el aficionado no pueda circular libremente por un territorio permitido porque la Guardia Civil se sorprenda al ver una estampa inusual: alguien que recorre con un detector de metales un monte, la arena de la playa, o incluso lo porta dentro del agua. Porque los actuales detectores de metales son capaces de hallar tesoros submarinos.

El precio de un detector medio es de 240 euros. Los más baratos se pueden adquirir por 60. Y los sibaritas buscatesoros puede gastarse hasta 30.050 euros. Todos son capaces de detectar un metal del tamaño de una moneda a 20 centímetros. La diferencia está en la capacidad de discriminación: más preciso cuanto más caro. Un detector de 1.500 euros especifica si el objeto soterrado es un anillo o una chapa. Una información privilegiada para quien convierte esta afición en un negocio, especialmente en verano. "Encontré 36.865 pesetas en la playa de Benicàssim, ocho horas después de acabar el Festival Internacional de Música", dice Gascó, quien ha recibido encargos para buscar objetos perdidos. "Un alemán me pagó 40.000 pesetas por encontrar una dentadura que había perdido dentro del agua", relata mientras enseña su tarjeta de presentación en plástico para entregarlas en estas ocasiones. "Es normal que un aficionado encuentre 2 o 3 piezas de plata al día en la playa, y cada 3 o 4 una de oro". Gascó, de 41 años, conoció este hobbie hace 20 años a través de un turista extranjero y, desde entonces, ha conocido aficionados de todo tipo. Gente que dedica el verano a este ocio-negocio. Para ello se requieren horas y conocer los lugares de interés, como las playas, y sitios donde se hayan establecido ferias. Tras esta actividad se pueden encontrar kilos de plata, y de basura. "En un verano puedes tropezar hasta con 400 kilos de basura en la playa", comenta. La retirada de deshechos, en algunos casos muy contaminantes: pilas usadas, plomo..., son algunas de las partes positivas de esta afición.

Otras ventajas son la localización de explosivos en colaboración con las fuerzas de seguridad; la recuperación de monedas de curso legal; el descubrimiento de piezas de interés artístico patrimonial fuera de yacimientos susceptibles hasta la fecha de protección y la puesta en circulación de metales preciosos.

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El abanico de actividades está ligado a la amplitud de objetos que se pueden buscar. Los entusiastas valencianos recién constituidos en asociación proponen una serie de medidas para regular este pasatiempo. Sugieren, entre otras, que la actividad esté sujeta a una licencia federativa; que se hagan públicas las zonas susceptibles de ser estudiadas y que la Administración delegue la tenencia en el hallador, aunque establezca la propiedad de las piezas bajo la titularidad de Patrimonio, de modo que regule que la Administración pueda compensar al hallador por la no tenencia de la pieza.

Hasta ahora la asociación valenciana cuenta con unos 30 socios y está trabajando con otras asociaciones españolas para constituirse en Federación.

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