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Francia se declara en guerra contra los conductores más peligrosos

Penas de cárcel de hasta 10 años, multiplicación de radares automáticos -los cien primeros, el año próximo-, severidad con los jóvenes y no tan jóvenes: éste es el panorama que espera a los conductores que circulan por las carreteras de Francia en el caso de que los poderes públicos lleven a la práctica lo que el Gobierno prometió ayer, que consiste en elevar la seguridad vial al nivel de "asunto de Estado".

En lugar de parejas de la Gendarmería por todas partes, el elemento clave serán los radares automáticos, que cazan al infractor y comunican los datos al puesto de control. A medio plazo, el sistema se autofinanciará con las multas. Quince millones de euros para instalar radares en 2003 complicarán la vida a quien circule por Francia, a juzgar por las mil infracciones diarias que registra un radar de ese tipo instalado experimentalmente en el túnel del Montblanc. La cárcel es otra alternativa: el conductor responsable de un homicidio en el que coincidan dos circunstancias agravantes -y la lista es larga: alcohol, drogas, falta de permiso, exceso de velocidad, fuga- será castigado hasta con 10 años de prisión. Si no hay agravantes, la pena será de cinco años en vez de los tres actuales.

La culpa de todo esto la tienen los 8.000 muertos por año en las carreteras de Francia. El presidente de la República, Jacques Chirac, está decidido a acabar con el "escándalo nacional" que implica esta sangría y lo ha convertido en una de las máximas prioridades para su segundo mandato. Presionado por el presidente, el Gobierno amenaza a los automovilistas peligrosos mientras discute cómo conciliar los intereses en juego.

Tolerancia cero al alcohol

Lo que se podría hacer es declarar la "tolerancia cero" al alcohol. Así lo ha defendido el ministro de Sanidad, el médico Jean-François Mattei, que ha sido derrotado. Otros colegas han disuadido al Gobierno de rebajar drásticamente la permisividad hacia el alcohol, temerosos de suscitar las iras de los productores de vino, un preciado bien nacional. La teoría imperante es que basta con meter mano a los conductores peligrosos por la vía de un control mucho más estricto: el Gobierno asegura que todo conductor puede contar con que su tasa de alcohol y la velocidad a la que circula serán controlados al menos una vez al año.

Los fabricantes de automóviles no parecen muy impresionados. El presidente de Peugeot-Citröen, Jean-Martin Folz, se opone a instalar en los vehículos sistemas de bloqueo de la velocidad o dispositivos que lleven al automovilista a la convicción de que es invulnerable. "Hay que progresar en la formación de los conductores", comentó. Como si le hubieran escuchado, los ministros decidieron ayer alargar el tiempo del examen de conducir -de 22 a 35 minutos-, obligar a una revisión médica bianual a los conductores de más de 75 años y someter a los jóvenes a una prueba de tres años antes de darles el carné definitivo.

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