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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

La Vuelta se inventa su historia

Unipublic celebra su 25ª edición con una ronda sobrada de montaña y de contrarreloj

Carlos Arribas
EL PAÍS

Salían los escaladores contentos, muy contentos. Heras no quería abusar y ni siquiera reivindicaba su Angliru, que la Vuelta 2003 no podrá subir porque comienza en Gijón; Sevilla (joven y dos veces podio) ya iba lanzando su "a la tercera será la vencida". Otras caras no eran tan sonrientes; ni Aitor González, el ganador de la Vuelta 2002, que no tiene seguro siquiera si correrá la de 2003, ni Ángel Casero, el ganador de 2001, parecían especialmente felices.

Los más jovenes de los asistentes a la presentación del recorrido del próximo año salían ignorantes: podían irse perfectamente con la idea de que la Vuelta se había inventado en 1979, capaces de llevar la contraria a quien se lo discutiera; los más viejos, perplejos, quizás pensando que lo que ocurrió antes de Unipublic eran imaginaciones suyas. Les habían robado la memoria. Enrique Franco, el patrón de Unipublic, había convertido el acto en una celebración de los 25 años que lleva su empresa al frente de la carrera y en una peculiar revisión histórica de la prueba española que organizan desde 1979, cuando el Correo tiró la toalla y Luis Puig, entonces presidente de la UCI, se la concedió.

La Vuelta 2003 (6 a 28 de septiembre) tendrá menos de 3.000 kilómetros (a sólo 143 por etapa), pero abundará en momentos de intensidad y tensión: tantas como seis llegadas en alto (tres en los Pirineos, seguidas, con incursión francesa en el Aubisque y andorrana en Envalira incluidas; dos en Andalucía, Sierra Nevada y la Pandera, y una en Madrid, Abantos), y tantas como cuatro etapas contrarreloj (variadas, además: una por equipo, dos llanas y una cronoescalada a Abantos). Seguramente será de las más lucidas y espectaculares de los últimos años.

Zoetemelk, Rupérez, Lejarreta, Hinault, Caritoux, Delgado, Pino, Herrera, Kelly, Giovannetti, Mauri, Rominger, Zülle, Olano, Heras, Casero y Aitor González subieron al escenario para presentar las etpas. Lo hicieron porque son casi todos los ganadores de la era Unipublic (faltaron Battaglin, Herrera, Jalabert y Ullrich) de una Vuelta que celebrará su 58ª edición.

No subieron, porque no les habían invitado a hacerlo, y la mayoría ni siquiera estaba allí, Bernardo Ruiz, Emilio Rodríguez, Conterno, Stablinski, Angelino Soler, Altig, Poulidor, Wolfshohl, Gabika, Janssen, Gimondi, Pingeon, Bracke, Merckx, Tamames o Pesarradona, que son los otros ganadores vivos de la historia de la Vuelta, la carrera que se inventó en 1935, a imagen y semejanza del Tour y del Giro, impulsada por el diario Informaciones, y que, a trancas y barrancas, y pasando por el diario Gol, el Ya y el Correo, llegó hasta 1978. Fue la Vuelta de las ilusiones de la República, la de los años heroicos, la del hambre de los años de la autarquía de posguerra, la de las radios de los años 50 y 60, la de Bahamontes, que nunca la ganó, y Loroño, que nunca ganó el Tour, la de Berrendero, la de Suárez, la de Ocaña y la de Fuente; la Vuelta de antes de la televisión y las efusiones publicitarias, la que no pensaba en internet ni en el GPS ni en el satélite que permitiera llevar sus imágenes hasta China. Las raíces de lo que ahora existe.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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