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Reportaje:FÚTBOL

Dedicado a los médicos

"Hace dos años no sabía si podría volver a jugar", recuerda Ronaldo

Apareció Oliver Kahn, el primero, teléfono móvil en mano; apareció Zinedine Zidane, tímido y casi invisible con una sonrisa de disculpa; creció el murmullo y, claro, apareció Ronaldo Nazario de Lima rodeado de un séquito heterogéneo y las luces de los flashes. La estrella, el ganador del mejor jugador del año para la FIFA, se había demorado cerca de cincuenta minutos con respecto a la hora prevista. "Lo siento, ¿Habéis visto el tráfico?, no he podido venir en helicóptero". En Madrid, la lluvia y los pitos de los coches atrapados en los atascos envolvían el lugar escogido para el acto previo de la conferencia de prensa y para la gala final, el Palacio de Congresos.

Un presentador, en varios idiomas distintos (inglés, francés, alemán, español...), mostró a los protagonistas y puso cara de suspense preguntándose en alto quién ganaría el premio. A esas horas ya lo había ganado Ronaldo, pero todo el mundo participó de la ficción de que el galardón aún no se le había concedido al astro brasileño. Incluido el propio Ronaldo. "Estar en la lista final ya es un honor", dijo para tranquilidad de los hombres FIFA que organizan el evento. Así, todos los actores jugaron a que no se sabía el ganador. De esa manera, el tiempo verbal adecuado para formular las preguntas y exponer las respuestas era el condicional: "Ronaldo, para La Gazzeta dello Sport, si ganaras el premio..." Y, Ronaldo, con el guión aprendido, respondía: "Si ganara el premio una parte sería para el Inter, para Moratti (su presidente), otra para la selección de Brasil, y otra para el Real Madrid". "¿Y para Cúper?", se insistió desde una esquina de la sala llena de periodistas de todo el mundo. "De Cúper ni me acuerdo", dijo el brasileño como quien tiene una súbita visión desagradable.

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Ronaldo impone su sonrisa

Ronaldo, en el centro de la mesa, protagonista indiscutible, rey del mambo de la FIFA, sonreía con cara de pícaro y reconocía que su fuga de Milán para recalar en el Madrid había sido importante para la "posible" consecución del trofeo. "Al principio no jugué del todo bien, pero porque el equipo no me conocía lo bastante bien".

Poco a poco, el jugador fue ocupando más y más espacio, más tiempo, más preguntas, más protagonismo. Minuto a minuto su tamaño crecía y el de los dos hombres que le flanqueaban, Zidane, a su derecha, y Kahn, a su izquierda, empequeñecía. Ronaldo, vestido con un jersei negro con una franja horizontal naranja, desechó la idea de que Roberto Carlos pudiera sentirse ofendido por no haber obtenido el galardón FIFA. "Roberto está muy contento por mí, como yo lo estaría por él", aseguró y modestamente agregó: "Sólo soy un futbolista, no conozco los criterios para otorgar los premios". Poco después, más distendido, bromeaba: "El próximo año deberían dar cinco o seis balones de oro y galardones de la FIFA y así todos estaríamos contentos".

Ronaldo, cada vez más animado, con una sonrisilla peremne en la boca, se puso trascendente al recordar que hace dos años tuvo "muchas dudas de si podría volver a jugar al fútbol". Una idea en la que redundó para aseverar: "Los futbolistas siempre dependemos de los médicos".

Sobre su compañero Zidane, Ronaldo mudó la sonrisa por el gesto serio, miró a su derecha dirigiéndose al francés y recitó: "Nos vemos cada día, nos entrenamos juntos cada día, compartimos vestuarios cada día...creo que me estoy enamorando de Zizou". Zidane se tapó la cara con las manos y musitó: "¡Qué verguenza!" mientras Ronaldo estallaba en una festiva carcajada. "Zidane hace cosas en los entrenamientos muy divertidas, cosas que por responsabilidad no se pueden hacer en los partidos, y nos lo pasamos muy bien juntos". Zidane, a su lado, hablaba con voz casi inaudible y embozado en un jersei marrón de cuello alto parecía sentirse agradecido del creciente protagonismo de su compañero de equipo. Kahn, que no sonrió en todo el acto, parecía ausente, limitándose a cumplir un trámite más o menos engorroso.

El alemán, al que apenas nadie preguntó nada, hizo una autoafirmación de su carácter adusto y aseguró que su supuesta antipatía "era un cliché". "Yo soy un profesional, no me interesan esas visiones estereotipadas de la prensa", dijo sin revelar en ningún momento enfado, alegría o sentimiento alguno salvo un leve tedio.

Ronaldo quiso dedicar el premio, "si me lo dieran", a todos los médicos que han hecho posible su recuperación. Después de esa declaración hizo una pausa teatral y continuó citando con sorna y de carrerilla: "Y a mi familia, y a mis amigos, y a ustedes, y a todo el mundo". Después relajó otra vez los músculos de la cara y se empezó a reir como un niño. Un niño bastante feliz.

SCIAMMARELLA

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