Vistoso bajo palos
Por las mismas razones que a Ronaldo le bastó el Mundial para ganarse la consideración de mejor jugador del año, Oliver Kahn ha conseguido el segundo puesto según el panel de seleccionadores de la FIFA. Desde el comienzo del torneo, el guardameta de la selección alemana estuvo en boca de los periodistas. Se elogiaron de tal forma sus actuaciones que ni Ronaldo le impidió conquistar el galardón como mejor futbolista del torneo.
Kahn es una figura reconocible desde hace años. Después de una larga etapa en el Borussia Dortmud, fichó por el Bayern, el club que fagocita al fútbol alemán y coloca a sus jugadores en el primer plano mundial. Kahn es un ejemplo; Ballack, otro. Si no juegas en el Bayern, la posibilidad de hacerse un gran nombre en el fútbol es muy escasa en Alemania. Kahn llegó a Múnich con fama de profesional hosco y exigente, un portero muy gestual con un gran predicamento en el equipo. Esa vertiente gestual, por intrascendente que sea, adquiere una gran importancia en los porteros, al menos a los ojos de la prensa y de los aficionados. Se les llama porteros con carácter. Si lo tienen o no, depende de otras circunstancias que de la pose. Pero la pose vende, y Kahn ha hecho fortuna con ello.
Como portero, pertenece a la escuela antigua, de los que prefieren solucionar los problemas en situaciones de máxima emergencia que desactivarlos antes de que se produzcan. Así que lo normal es verle volar para rechazar tiros a quemarropa, cabezazos letales, jaleos de área pequeña. Portero de área grande no es. Limitado con los pies, rara vez se aventura más de cinco pasos lejos de la raya de gol, lo que le convierte en un portero muy vistoso bajo los palos. Vistoso es lo que fue en el Mundial y ahí está el reconocimiento.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.