El selecto retorno del vinilo
DJ, coleccionistas y un público fiel mantienen vivo el disco en el antiguo formato de plástico
Nunca se fueron del todo. En los años ochenta, los discos de vinilo pasaron de ser un objeto de consumo masivo a convertirse en piezas de colección; pinchadiscos y raperos los reivindicaron luego para la música de baile. Con ellos se inició un retorno lento, pero selecto. Las discográficas, especialmente las compañías independientes, editan elepés con versiones especiales de algunos lanzamientos o rarezas dignas de permanecer en el mercado. Eminem, Björk, Jimi Hendrix, Manu Chao, David Bowie, Yann Tiersen o los Rolling Stone son algunos de los artistas cuyos discos se editan en vinilo y en compacto.
En el mercado español, la venta de elepés supone un 1%, de la venta total de soportes musicales, pero el vinilo cuenta con un público fiel. Las tiradas para España no suelen sobrepasar las 500 copias, pero la cuenta de resultados no parece lo prioritario, en un mercado destinado a satisfacer minorías. Un ejemplo, Eminem show ha vendido en vinilo 300 copias y más de 100.000 en formato compacto, pero la edición conjunta supone una forma de medir la importancia de un artista. El precio es casi el mismo que el de los compactos, salvo que se trate de ediciones de lujo, con portadas originales, doble surco y 180 gramos de peso, que en estos casos es superior.
El cedé nace en los ochenta y se impone como formato definitivo a partir de 1992
"Unos optan por el placer y otros por la funcionalidad", asegura Íñigo Munster, director artístico de Munster Records. "El criterio es que está compensado el interés del público con la oferta. Además de las novedades, hay cosas, muy oscuras y poco conocidas, que ni en su época vendieron, pero que impulsamos al mercado porque fueron un testimonio importante de una época". En el catálogo de Munster figura, desde la reedición de míticos sencillos de la movida madrileña de grupos como Parálisis Permanente, Derribos Arias o Desechables hasta bandas como los Mockers o clásicos como Jimi Hendrix. Algunos de los artistas editados en vinilo no pertenecen a esta compañía, que ha llegado a acuerdos especiales con los propietarios de esos sonidos para impulsarlos en este formato. La tarea de Munster es justo la inversa de algunas empresas discográficas. Es el caso de Dro, editora de buena parte de los discos de la movida madrileña, ocupada en reeditar ahora en formato compacto los discos de artistas como Siniestro Total u Hombres G.
El pasado año se vendieron en España más de 71 millones de compactos, 7 millones de casetes, 35.000 vinilos y cerca de dos millones y medio de sencillos. Los datos confirman que el mercado de vinilo es testimonial, pero que se mantiene frente al de cintas, que podría desaparecer en un futuro no muy lejano. El disco compacto nace en 1982, se generaliza en la segunda mitad de esa década y se impone como formato distinto 10 años después. 1991 fue el último año en el que se vendieron más vinilos que compactos. Las cifras fueron así en 1991: 16,6 millones de elepés vendidos frente a 13,3 millones de compactos y 23,1 millones de casetes. A partir de esa fecha el vinilo desaparece progresivamente de los escaparates, especialmente en España, aunque en países como Estados Unidos o Inglaterra nunca dejaron de fabricarse. "El éxito del compacto va asociado a su bajo coste y a la funcionalidad", aclara Munster.
Pepo Márquez, representante de Import Music Service, una sección de la discográfica Universal dedicada a rescatar en vinilo ediciones originales, destaca la labor de los pinchadiscos y el público del hip-hop -aficionados al scratching (manipulación manual del sonido)- en la recuperación de un formato que había quedado para ventas de saldo y coleccionistas. "Ellos consiguieron que pasara de ser un objeto de colección a un producto de consumo, pero no fueron los únicos en mantener el interés. El punk, buena parte del rock de los sesenta y el jazz nunca han dejado de venderse en el formato de 30 centímetros de diámetro". Márquez se muestra ahora orgulloso de la reciente edición de más de 25 discos de artistas franceses como Julie Gréco, Leo Ferré o Georges Brassens. Entre las ventajas de este formato, asegura Márquez, está el hecho de que no se pueda piratear. "En su momento álgido le hizo mucho daño la copia y venta masiva en cintas, pero ahora ese mercado no existe".
Del Sur, una tienda madrileña, especializada en esta venta, situada en la calle de Caños del Peral, vende tantos elepés como compactos. La idea de Javier, uno de los empleados del local, es que se está produciendo un cambio con las nuevas generaciones. "Los jóvenes antes se compraban una guitarra y ahora se encierran en su cuarto con un plato, una mesa de mezclas y unos cascos", apunta. Entre sus clientes se encuentra gente de todas las edades. "Muchos conocen los tocadiscos por sus hermanos mayores, pero en general se trata de melómanos".
Babelia
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