Síndrome de la rabia aérea
Las compañías aéreas están tomando medidas ante pasajeros atacados por el llamado síndrome de la rabia aérea (sky rage), que ha aumentado de forma espectacular en los últimos años. Los alborotadores del aire son amonestados con tarjetas amarillas en British Airways, y KLM fichará a los pasajeros conflictivos y les impedirá volar durante cinco años en sus aviones.
El fenómeno abarca desde las quejas subidas de tono hasta los insultos, el acoso sexual o las agresiones físicas a los tripulantes o al resto de los pasajeros. ¿Qué hace que un tranquilo hombre de negocios pierda los papeles y se convierta en un energúmeno? Entre otras causas, los expertos apuntan la falta de espacio en los aviones, la frustración y la fatiga, a veces acumuladas en los retrasos en los aeropuertos, el estrés y la prohibición de fumar a bordo. Aunque en ocasiones se trata sólo de mala educación: las azafatas son víctimas a menudo de las iras de los afectados por otro síndrome, el del niño mimado, individuos acostumbrados a dar órdenes que montan en cólera cuando se les increpa por hablar por el móvil o por levantarse de su asiento durante los despegues y aterrizajes. Los casos más graves suelen estar relacionados con el alcohol. La ansiedad o el mal humor, combinados con un par de copas, forman un cóctel explosivo, y la baja presión en el interior de la cabina de un avión -equivalente a la que existe a 2.500 metros sobre el nivel del mar- multiplica los efectos de la bebida.
Desde 1998, la tripulación de cabina de British Airways amonesta a los gamberros que viajan en sus aviones con tarjetas amarillas que les advierten de que su actitud puede acarrear multas e incluso penas de prisión, un sistema que la compañía británica extendió este año a su personal de tierra. Lufthansa, que en 2001 contabilizó 622 incidentes en sus vuelos, ha elaborado un manual donde se detallan las pautas de actuación de sus tripulantes frente a un alborotador, que incluyen el uso de esposas cuando la cosa se ponga fea. Por su parte, la holandesa KLM anunció en julio su intención de elaborar una lista de pasajeros conflictivos, e impedirá volar en sus aviones durante un periodo mínimo de cinco años a los más violentos.
El Convenio de Tokio, de 1963, es el instrumento internacional que regula las infracciones y actos ilícitos cometidos a bordo de los aviones, así como las competencias del comandante (disposiciones ampliadas en la nueva normativa europea JAR-OPS). Éste es el máximo responsable de la aeronave y sus pasajeros, y tiene autoridad para adoptar aquellas medidas que considere necesarias para garantizar la seguridad durante el vuelo. Medidas que van desde denegar el embarque o prohibir el alcohol a viajeros que ya van servidos, hasta ordenar reducir a un pasajero agresivo "si todos los medios razonables y disponibles para aplacarlo han resultado inútiles y la urgencia de la situación lo requiere".
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