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Columna
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Sobra complacencia

Miguel Ángel Fernández Ordoñez

La inflación española es ya casi cuatro veces la de Alemania. España es el país europeo donde más ha aumentado la inflación -del 2,7% al 3,9%- en los últimos 12 meses. Las autoridades económicas no sólo no reaccionan, sino que acogen con complacencia nuestra inflación, lo que obliga a recordar algunas obviedades:

1.La inflación es un impuesto que no se discute ni se aprueba en las Cortes, pero que soportan todos los ciudadanos. Las rebajas del IRPF y del IAE favorecerán a algunos españoles, pero la mayor inflación está perjudicando ya a todos. El Gobierno debería ocuparse en primer lugar de rebajar el peor de los impuestos: la inflación.

2. Es verdad que la inflación, como la droga, tiene efectos eufóricos sobre la economía en el corto plazo. Mejora la rentabilidad de las empresas y llena las arcas públicas de ingresos que crecen con la inflación. El problema es que estas alegrías, como las drogas, acaban pagándose más tarde. Los gobiernos complacientes con la inflación son los que piensan sólo en el corto plazo.

3. Se engaña a pensionistas y asalariados cuando se les dice que no importa la inflación porque sus ingresos subirán igualmente. Los trabajadores deben saber que ellos estarían mejor si la inflación española fuera del 2% aunque sus salarios crecieran menos que ahora -por ejemplo, el 2,5%-, en vez de que sus salarios crezcan un 3,7% con una inflación del 3,9%.

4. Es verdad que la actual política económica que está provocando la inflación tiene también un efecto expansivo sobre el crecimiento del PIB, lo que le permite al Gobierno presumir de que crecemos más que la media europea. No obstante, se debe recordar que los incrementos basados en los excesos de demanda son efímeros, y que acabarán pagándose con menor crecimiento en el futuro.

5. La inflación española no es, como se dice, de la exclusiva responsabilidad del Banco Central Europeo. Se debe recordar que tanto la política fiscal como la política de reformas estructurales están todavía en manos de las autoridades nacionales y son palancas muy importantes que el Gobierno español debería utilizar para conseguir que los aumentos de demanda nominal se transformen en crecimiento real y no en aumentos de precios como sucede ahora.

6. No se entiende la posición del Gobierno de atacar las cláusulas de revisión salarial. Si realmente el Gobierno se propone reducir la inflación para el año que viene, siempre será mejor que los convenios se negocien sobre la inflación prevista con cláusula de revisión que en base a la inflación actual. Lo único que podría explicar el ataque a la negociación de convenios en base a la inflación prevista con cláusulas de revisión es que el Gobierno tuviera la intención de dejar que la inflación del año que viene fuera superior a la actual, lo cual sería un absoluto desastre.

7. Dentro del euro, la inflación debe combatirse con aumentos de productividad, y éstos dependen en buena parte de los avances en innovación e investigación y desarrollo. Estos días se habla mucho del fracaso del Ministerio de Medio Ambiente, pero el fracaso del Ministerio de Ciencia y Tecnología, que queda patente en las estadísticas sobre el uso de nuevas tecnologías, es más grave para España por sus consecuencias sobre la inflación.

8. El Gobierno tiene razón en propugnar más flexibilidad en mercados como el suelo, el comercio, etcétera. Lo que no es correcto es que, como dice, no tenga ninguna responsabilidad en la regulación de estos mercados porque recae en las comunidades autónomas. Incluso si así fuera, la responsabilidad de la inflación seguiría siendo del PP, ya que gobierna en la mayoría de las comunidades autónomas. Hay que tener cuidado con el deporte de lanzar la pelota de la culpabilidad hacia otros porque puede rebotar y dar en el ojo propio.

9. Hasta ahora, los Gobiernos de la democracia -la UCD y el PSOE- dejaron a sus sucesores una inflación menor que la que heredaron. Si hoy el PP dejara el Gobierno, habría dejado a sus sucesores una inflación mayor que la que heredó. Todavía le quedan 15 meses para, en este aspecto de la política económica, poder imitar a sus antecesores. Pero, para conseguirlo, necesita aplicar una política económica que sea menos complaciente con la inflación.

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