Amaina en el Camp Nou

El aguacero del martes calmó la tormenta: la lluvia de críticas que, se esperaba, arreciarían contra Joan Gaspart en cuanto pisase el palco del Camp Nou. Pero su primera aparición ante la afición tras los incidentes del partido contra el Madrid llegó 24 horas más tarde de lo previsto. Y con la lluvia habían caído también dos partidos de cierre para el estadio del Barça. Los efectos del castigo se dejaron notar: la afición, como si le bastara desfogarse en los aledaños del campo, recibió al presidente azulgrana con los ánimos apaciguados.

No hubo pitadas, tampoco reprobación. Apenas alguna que otra pancarta. La más visible, enfrente del palco, era elocuente: "Gaspart y Van Gaal, a casa por Navidad". Otras, más contundentes, exigían directamente la "dimisión". Siendo la protesta tan liviana, Gaspart respiró. Optó por no ofrecerse como víctima propiciatoria y apareció en el palco justamente antes de que el balón echase a rodar. La grada, semivacía, ni siquiera se apercibió.

El técnico, sin embargo, no corrió la misma suerte. Cada vez que saltaba del banquillo para celebrar un tanto oía en los graderíos: "Fuera Van Gaal".

El clamor no se extendió al equipo, que, desde el principio, fue arropado con aplausos. Después de que Dani abriese el marcador, se escuchó, eso sí, un trueno de reprobación. En el fondo sur, detrás de las redes de protección levantadas, humeaba una bengala. El Camp Nou recriminó el hecho con silbidos y al grito de "fuera, fuera". Apenas diez minutos después, y antes de que Kluivert marcase su gol número 100 con la camiseta azulgrana, el portador del artefacto ya había sido detenido.

El Barcelona, en fin, ganó su décimo partido consecutivo e igualó el récord del Milan (1992-1993) en la Liga de Campeones.

El encuentro se cobró algunas víctimas. Reiziger sufrió una rotura del bíceps de la pierna izquierda y será baja durante algo más de un mes. También se lesionó Cocu, que recibió un golpe.