_
_
_
_
CRÓNICAS DEL SITIO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

ETA, ¡kanpora!

La semana pasada ETA hizo un comunicado de los suyos, tipo Yihad islámica. Esta vez ha arremetido contra el programa soberanista del lehendakari. Ibarretxe ha puesto cara de sorpresa. La misma que puso a los empresarios, a los partidos de oposición y a los críticos de su propio Gobierno.

Lo que a mí me sorprende es la facilidad con que se nos sorprende este hombre, tan propenso a hacerse de nuevas: "Qué barbaridad...", "por favor..."

Me parece que la postura de ETA estaba cantada. Ellos y los partidos nacionalistas compiten por un mismo territorio. El territorio del mapa del tiempo de nuestra televisión vasca (la que nos anuncia una borrasca que "está entrando por el Occidente de Europa", porque la palabra España no aparece registrada en el libro de estilo de la casa). A ese territorio me refiero. Por supuesto que ambas fuerzas se diferencian en los medios que utilizan para conseguir los mismos fines. Unos usan bombas y pistolas, y los otros no, aunque no falta quien piensa que, en algunos tramos, ambos modos se complementan.

Entonces, muchos nacionalistas nos plantearon que la paz tenía como precio la libertad de algunos
Ante la convocatoria, no resulta fácil creer en la honradez de tanto aprendiz de brujo y cara perpleja

Pero lo cierto es que ETA también se atribuye una parte del electorado. Aquí ya no se trata de complementos sino de competencia. Por eso el plan de Ibarretxe para atraerse a los votantes de Batasuna sin perder los propios sólo puede sentar fatal a Batasuna; es decir, a ETA. ¿De qué cabría sorprenderse?

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

La respuesta del lehendakari ha sido convocar a una manifestación a todos los vascos y vascas para decir "ETA, kanpora". No estoy muy segura de haberlo entendido.

Mi tía Edurne también decía "kanpora" al gato cuando le descubría entre sus piernas mientras trajinaba sobre la cocina económica; entonces agarraba al animal por la piel del cogote, abría la puerta del balcón y desde "dentro" de la cocina lo depositaba "fuera" de su territorio culinario. Pero un día, mientras mi tía comprobaba en cuclillas la temperatura del horno, el gato saltó a la encimera y posó sus patas en la fuente con el tronco de la merluza preparado para ser horneado.

El "kanpora" no sonó esta vez como una exclamación amerengada, sino con la fuerza contundente de una interjección jupiterina. Porque, mientras Edurne gritaba, estrelló al gato contra la pared interior del horno... y cerró la puerta. El debate había desbordado el esquema de tránsito territorial aprendido en Barrio Sésamo ("ahora estoy dentro / ahora estoy fuera / ahora vuelvo a estar dentro") para situarse en el estricto horizonte existencial (agur, gato agur).

Y es que el lenguaje está vivo, tanto o más que las personas que lo hablan. Cuando se empezó a escuchar ese grito "¡kanpora!" en las manifestaciones, creíamos saber claramente lo que significaba. Pero desde que algún nacionalista catalán les ha pedido que se vayan a aterrorizar a otros, ya hasta los dedos se me vuelven huéspedes. Porque son estos mismos quienes, tras el asesinato de Miguel Angel Blanco, asustados por los gritos de "libertad" y "vascos sí, ETA No", sacaron la campaña "Necesitamos la paz". Y ahora ya sabemos a quiénes se refería ese nosotros y para qué la querían, aún a costa de la libertad de otros.

Entonces nos plantearon que la paz tenía como precio la libertad de algunos. Si quieres la paz, renuncia a tu libertad. ¿Quién estaría en condiciones de rechazar una oferta tan sumamente atractiva?

Dos clases de personas: los terroristas y sus víctimas. Porque unos y otros saben dónde les aprieta el zapato. Las víctimas saben que paz sin libertad significa seguir con su actual estilo de vida de por vida. Los terroristas saben que esa paz soberanista, sin ellos para administrarla, les condena a desaparecer.

Por eso han contestado a Ibarretxe: tu plan es la continuación de los privilegios (para ti) y la guerra (para nosotros).

Complicada manifestación nos aguarda. Complicada, pero dejá vu. Ya sucedió en Vitoria, en la manifestación contra el magnicidio de Buesa. Y en la de Portugalete tras el funeral del ertzaina Totorika. Ahí los gritos fueron "Aupa Ibarretxe" e "Iturgaiz a la ría". De ETA ni se acordaron los que portaban ikurriñas.

Y los otros, ¿qué haremos los otros, los que no nos conformamos con una paz sin libertad? Los que no queremos que ETA se vaya pa España sino pa dentro de las cárceles de España.

No me resulta fácil creer en la honradez de tanto aprendiz de brujo y cara perpleja. Ojalá ese ¡¡kanpora!! expresara el dedo social que señala el aherrojamiento de los terroristas en las tinieblas exteriores de nuestra historia. Aunque sólo sea por la duda, y sin quitarme la mosca de la oreja, nos veremos en la calle el próximo día 22.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_