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Tribuna:ANIVERSARIO DE LAS NORMAS
Tribuna
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Castelló, 70 años

Setenta años más tarde de la firma el 21 de diciembre de 1932, por el padre Lluís Fullana, el periodista Teodor Llorente, el maestro Carles Salvador, el filólogo Sanchis Guarner, y los empresarios Ignasi Villalonga y Joaquim Reig, entre otros, de la Declaració i normes d'ortografia valenciana, más conocida como Normes de Castelló, la normalidad lingüística del valenciano continúa siendo una cuestión pendiente.

Hace unos días, en el Club de Encuentro Manuel Broseta, la presidenta de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, Ascensió Figueres, impartió una conferencia que tuve oportunidad de presentar sobre La AVL cap a la normalitat lingüística del valencià.

Veamos la historia más reciente. En el mes de junio de 1975 el Arzobispo de Madrid-Alcalá, el Académico de número de la Real Academia Española, el cardenal Vicent Enrique i Tarancón firmaba, según sus propias palabras, con mucho gusto, el documento presentado por sus compañeros de Academia, sin tener ningún inconveniente de que se hiciera pública su adhesión, en favor de la lengua de los valencianos.

El citado documento fue firmado igualmente por el resto de académicos valencianos de las Academias de la Lengua y de la Historia, Josep Antoni Maravall, de Xàtiva, Rafael Lapesa, de Valencia, y Manuel Alvar, de Benicarló; y también por otras destacadas personalidades que se pueden citar, de manera no exhaustiva, como Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Fernando Lázaro Carreter, Miguel Delibes, Salvador de Madariaga, José Mª Pemán o Camilo José Cela.

Se trataba de un escrito acerca de la lengua hablada en las diferentes comarcas valencianas, expresando el acuerdo de todos los estudiosos de las lenguas románicas, en favor de la unidad de la lengua hablada en las islas Baleares, en Cataluña, en la parte oriental de Aragón, en el principado de Andorra, en la ciudad sarda del Alguer y en la mayor parte del territorio valenciano.

Se hace fácil suponer, añadían, que tras posiciones negativas hacia la comunidad idiomática y cultural se ocultan consideraciones y propósitos que en nada se relacionan con la verdad de un hecho suficientemente claro para la filología y para la cultura.

El 1 de octubre de 1978 el profesor Manuel Broseta, quien fue presidente del Club de Encuentro, que hoy lleva su nombre, publicó el artículo titulado Parlem valencià, en el cual se mostraba consciente de que ambos, valenciano y catalán, forman un tronco común, si bien expresaba, a su entender, las diferencias que los distinguen. En ningún momento cuestionaba en el citado artículo, aun desde su controvertida posición, la indiscutible unidad de la lengua, indispensable a mi entender, para recuperar nuestra identidad valenciana.

Veinticinco años han transcurrido desde entonces durante los cuales los autores en nuestra lengua han dejado de estar secuestrados. Carme Riera, famosa novelista de poéticos títulos como Te deix amor la mar como penyora, Jo pos per testimoni les gavines, o Dins el darrer blau, en los cuales evoca la identidad mediterránea de su país, recuerda cómo en los bancos del Instituto de Ciutat de Mallorca, les enseñaban vidas y versos de Lope, de Quevedo, de Unamuno, incluso del nicaragüense Rubén Darío, pero ninguno, excepto Aïna Moll, hija del lingüista Francesc de Borja, les hablaba de nuestros autores. Lo mismo podría decirse en nuestra Valencia respecto a las obras de los valencianos Ausiàs March, Joanot Martorell, o Jordi de San Jordi y también del mallorquín Gabriel Alomar o de los catalanes Salvador Espriu o Joan de Sagarra, por poner unos ejemplos.

Hoy las cosas están empezando a cambiar. La lengua debe ser el puente que una las orillas de las identidades culturales de cada uno de los países que la comparten. La normalidad lingüística del valenciano exige que la Acadèmia Valenciana de la Llengua recoja las aspiraciones estatutarias de los valencianos, e incremente y dignifique la utilización de la lengua en todos los ámbitos, y en particular en los medios de comunicación públicos, como la radiotelevisión valenciana.

Es de lamentar por consiguiente que la Memoria para el año 2001 del Consell Valencià de Cultura alerte del incumplimiento del pacto por la lengua, y recuerde que el cumplimiento del mencionado pacto exige precisamente ajustar las actuaciones en materia lingüística, a los acuerdos y recomendaciones de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, en lo que poco se ha avanzado después de más de un año desde su puesta en funcionamiento.

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