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Reportaje:El juicio a un campeón sospechoso | DOPAJE

¿Culpable o inocente?

El Tribunal Arbitral del Deporte decidirá esta semana sobre el recurso de Johann Muehlegg contra su sanción por 'doping' en Salt Lake City

Carlos Arribas

En 15 inolvidables días de febrero de 2002 Johann Muehlegg fue, sucesivamente, el gran Juanito, el Induráin de Baviera, el gran mercenario, el español a medias, el gran héroe, el abanderado, siempre con la rojigualda a cuestas, bandera del deporte español que progresa él mismo, y, finalmente, el gran villano.

Después desapareció. Se lo tragó la tierra. "Me habían recomendado los abogados hablar lo menos posible del caso", dice.

Hoy, su nombre, asociado para siempre a un producto químico, a un medicamento de última generación conocido por sus siglas (NESP) y por el nombre de darbepoetina, asociado por siempre jamás con el dopaje más sofisticado de comienzos del siglo XXI, esta semana su nombre puede encontrar a su lado otro adjetivo. Quizás, cuando el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS), con sede en Lausana (Suiza), emita su sentencia definitiva, Johann Muehlegg, de 32 años, se convertirá en el inocente injustamente castigado, su honor por siempre dañado. O quizás no. O quizás, más probablemente, ni una cosa ni la otra.

Segura: "La NESP es más fácil de identificar que la EPO porque no la produce el organismo"
"Nuestro principal objetivo es conseguir que le devuelvan la medalla", dice su abogado
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Marcos de Robles es el abogado del bufete Cuatrocasas -una firma que se está especializando en asuntos de dopaje: también atiende los problemas del atleta marroquí Bulami, recordman mundial de 3.000 obstáculos- que argumentará ante tres árbitros del TAS (un canadiense, un alemán y un francés) el recurso de Muehlegg contra la decisión del Comité Olímpico Internacional (COI) de desposeerle de la medalla de oro en los 50 kilómetros estilo clásico -el tercer oro que ganaba: los otros dos los ha conservado- y expulsarle de los Juegos Olímpicos, y contra los dos años de suspensión que le infligió la Federación Internacional de Esquí (FIS) por su positivo en el control sorpresa a que se sometió el 21 de febrero.

De Robles cree en la inocencia de su defendido, de la misma manera que se declara partidario absoluto de la lucha contra el dopaje. Pero, puede que ni un asunto ni otro, ni la inocencia o la culpabilidad de Muehlegg, ni la validez de la forma de luchar contra el dopaje, sea lo que esté en juego en la sesión de Lausana. "Nuestro principal objetivo es conseguir que le devuelvan la medalla, que le devuelvan el título, que le readmitan en los Juegos", explica De Robles. Objetivos que podría alcanzar sin que por ello quedara establecida la inocencia del esquiador afiliado a la federación murciana.

Las vías de la defensa son dos. La primera es la aproximación científica técnica. Según De Robles, que cree que el asunto Muehlegg es un "falso positivo" en el que intervinieron factores extraños, el método de detección de la NESP (una evolución de la archiconocida EPO) no estaba suficientemente "contrastado técnicamente". Alega que la NESP era una sustancia nueva y desconocida y que la orina de Muehlegg, y la de las rusas Danilova y Lazutina, fue la primera que mostró rastros de la molécula. "Los mismos estudios que se hicieron para homologar el método de detección de la EPO debieron hacerse para la NESP", asegura De Robles.

Esta vía, sin embargo, y si valen para algo los expertos y la jurisprudencia del TAS, es una vía muerta, conduce a un callejón sin salida. "El mismo método de detección de EPO sirve para la NESP", dice Jordi Segura, director del laboratorio antidopaje de Barcelona, homologado por el COI y miembro de la Comisión Médica del COI que estudió el caso Muehlegg en Salt Lake City. "No había por qué aprobarlo de una manera particular. Además, la NESP es mucho más fácil de identificar que la EPO, ya que no la produce el cuerpo humano: es una molécula aboslutamente distinguible".

La jurisprudencia es más reciente aún. Data del pasado 29 de noviembre. Es la resolución del TAS que rechaza los recursos de las rusas Lazutina y Danilova, también sancionadas por NESP en Salt Lake City. "El laboratorio UCLA, acreditado por el COI, estaba a cargo de todos los controles antidopaje durante los Jugos de Salt Lake City y había recibido un certificado ISO para el test de EPO", establece el TAS en un considerando de la sentencia. Y añade: "El método existente para la EPO, natural o recombinante, puede ser utilizado sin modificación para detectar la darbepoetina".

"Pero la defensa de las rusas no ha sido especialmente buena", argumenta De Robles. "Y nosotros, que acudiremos con especialistas para apoyar nuestras tesis, tenemos más cartas en la manga". En efecto, si la línea científica falla, siempre está la legal.

Ésta tiene la ventaja de ser válida para devolverle a Muehlegg la medalla perdida y anularle la sanción de dos años. La desventaja es que no saca de dudas a nadie, ya que no necesita establecer la inocencia de Muehlegg, ni demostrar que el doble campeón olímpico no se inyectó la sustancia que le permitió esquiar más deprisa que nadie. Es, en el fondo, un asunto de interpretación de reglamentos.

El único análisis en que fue encontrada NESP en la orina de Muehlegg fue en un control por sorpresa llevado a cabo el 21 de febrero. El 23 de febrero, ignorante de su positivo, Muehlegg participaba en los 50 kilómetros y ganaba su tercera medalla. Fue después de su tercera exhibición de la bandera española cuando el COI le notificó el positivo. "Pero", explica De Robles, "el reglamento de los controles por sorpresa establece que sólo se puede suspender a un deportista después de habérsele notificado el positivo. Así que no tienen derecho a quitarle esa tercera medalla".

"Tengo ganas de volver a competir y de hacerlo de nuevo defendiendo a España, integrándome en la estructura de la federación española y en la del equipo español", declaró la pasada semana Muehlegg a la agencia Efe. Puede que lo consiga, pero no como le gustaría.

Si esta tesis triunfa, si se le anula la sanción por un asunto meramente formal, el caso Muehlegg retrocedería 10 meses y volvería al punto de partida, al mismo momento de febrero pasado en que el secretario de Estado para el Deporte, Juan Antonio Gómez Angulo, luchó más por recuperar el tercer metal de Muehlegg que porque se estableciera la verdad de su caso. La ausencia de una comisión de investigación, de un intento para establecer una verdad inequívoca, dejó a Muehlegg en el limbo, en el mismo limbo, en la misma situación en la que estará a partir de ahora. Puede que vuelva a esquiar, a competir, pero puede que vuelva a hacerlo siendo un esquiador sospechoso por siempre jamás.

SCIAMMARELLA

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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