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Crónica:NUESTRA ÉPOCA | LA OTAN SE CONVIERTE EN UN MOVIMIENTO PACIFISTA
Crónica
Texto informativo con interpretación

La Alianza de terciopelo

Timothy Garton Ash

La semana pasada ocurrió algo muy peculiar en Praga: la OTAN se convirtió en un movimiento pacifista europeo. Hacia el final de la lujosa cena celebrada para conmemorar la cumbre de la OTAN, en el salón Vladislav del castillo de Praga, unos rockeros envejecidos vestidos de cuero negro, uno con el cabello hasta el hombro, otro con gafas oscuras, cantaban Power to the people! La canción de Lennon se mezclaba con Mi país de Smetana, el Himno a la alegría de Beethoven, el espiritual norteamericano Oh Freedom! y La Marsellesa, en una mezcla extravagante de himnos a la libertad encargada para la ocasión por el anfitrión, Václav Havel. Yo podía ver exactamente el significado de todo eso para Havel: el espíritu del 68 al estilo checo, recuerdos de la resistencia de terciopelo en los largos años de opresión y de la revolución de terciopelo que le catapultó al castillo en 1989. ¿Pero qué representaba para George Bush? Sospecho que la imagen de unos rockeros vestidos de cuero negro, con cabello hasta el hombro y cantando Power to the people, resume probablemente todo lo que más odia él de los años sesenta. Y se suponía que esto era la OTAN.

Los cerebros de la OTAN hablan de un nuevo gran proyecto transatlántico: la cooperación entre Europa y Norteamérica para democratizar Oriente Próximo
Imaginemos que, al menos durante la primera parte del siglo XXI, Europa sea un lugar en el que no empiecen las guerras
Sospecho que la imagen de unos rockeros con cabello hasta el hombro y cantando 'Power to the people' resume todo lo que más odia Bush de los sesenta

Los nuevos aliados

Esa misma noche, a primera hora, Bush, Blair, Chirac y todos los demás asistieron a media hora de ballet de vanguardia en el Salón Español, lleno de dorados y espejos. Unos bailarines con trajes del siglo XVIII y pelucas empolvadas interpretaron una alegoría de la vida y el amor. Entre las escenas grabadas previamente y proyectadas en una gran pantalla había una en la que un hombre y una mujer vestidos de lencería antigua simulaban el acto sexual en una cama de matrimonio enorme, a cámara rápida, que le daba cierto aire chaplinesco. Al terminar, mientras avanzábamos por los pasillos hacia la cena, me encontré caminando al lado del secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld. Le pregunté qué le había parecido el ballet. "No he entendido nada", respondió con los ojos brillantes. "Soy de Chicago".

Los norteamericanos parecían ligeramente confundidos mientras se codeaban con un hombre grande y barbudo que parecía un guardia de seguridad, pero resultó ser el presidente de Croacia; un joven que seguramente debía de ser un estudiante, pero se presentó como el ministro de Defensa de Eslovenia, o Letonia, o algún lugar semejante, y una exótica belleza eslava, la ex ministra de Exteriores de Bulgaria. ¿Y a que no saben qué? ¡La mitad de esos personajes son ya aliados en la OTAN!

En Praga ocurrió una cosa peculiar y sorprendente, y casi nadie se dio cuenta. Casi ningún checo lo advirtió, porque habían dejado su capital en manos de la OTAN. Nunca he visto Praga tan desierta. Unos amigos checos me dijeron que no sólo era porque la gente se esperaba atascos y manifestaciones hostiles, sino porque el ministro checo del Interior había creado un auténtico pánico en los medios de comunicación sobre la posibilidad de un gran atentado terrorista. Quizá Osama Bin Laden podía enviar otro avión a chocarse contra el palacio de congresos, para matar a todos los dirigentes occidentales de un solo golpe: el 21-N como continuación del 11-S. De forma que llegó la OTAN, garante supremo de nuestra seguridad, y el buen soldado Svejk se fue. El mundo exterior tampoco se dio cuenta de gran cosa, porque los medios internacionales estaban interesados, sobre todo, por lo que pudieran decir los aliados sobre Irak. Pero la declaración sobre Irak fue anodina, como era de prever.

Lo que tuvo Praga de sorprendente fue que la OTAN invitó a siete nuevos países a integrarse en ella, incluidos tres que antes formaban parte de la Unión Soviética. Y no pareció que al presidente ruso le importara, puesto que al día siguiente recibió amistosamente a George Bush en San Petersburgo. En la época de la revolución de terciopelo que llevó a Havel al castillo hubo un gran debate en Europa central: ¿debían construir un sistema de seguridad paneuropeo, o unirse a la OTAN? Ahora la OTAN es el sistema paneuropeo de seguridad. En un proceso iniciado por los centroeuropeos -y especialmente Havel-, pero luego impulsado sobre todo por los estadounidenses, tanto demócratas como republicanos, en contra de la amarga oposición de muchos europeos occidentales -en especial, el Reino Unido-, la OTAN se amplió en 1999 para incluir Polonia, la República Checa y Hungría. Si todo marcha con arreglo a lo previsto, en 2004 se incorporarán Estonia, Letonia, Lituania, Eslovaquia, Eslovenia, Rumania y Bulgaria.

Democratización

En el proceso de ampliación de la OTAN se hace especial hincapié en decir a estas nuevas democracias que deben colocar sus ejércitos bajo control civil, respetar los derechos humanos de sus minorías, mejorar el imperio de la ley, la práctica democrática, etcétera. Mientras la OTAN y la UE ofrezcan una perspectiva de integración en esas condiciones, constituirán fuerzas motoras capaces de promover la democratización en la otra mitad de Europa. La democratización y la pacificación.

Las democracias de la OTAN hacen muchas estupideces, pero lo que no hacen es luchar unas contra otras. Y en la actualidad (a diferencia de la guerra fría) se les aconseja firmemente que no maltraten a su pueblo. Por tanto, a los países que desean ser democracias pertenecientes a la OTAN más les vale comportarse mejor. Tres aspirantes a los que no se ha invitado a integrarse en esta ocasión son Croacia, Albania y Macedonia. Pero sus dirigentes estaban presentes en el Salón Vladislav, e hicieron una declaración en la que afirmaban que van a colaborar más estrechamente para cumplir los requisitos la próxima vez. Menudencias diplomáticas, dirán. Pero háganse esta pregunta: ¿en qué parte de Europa ha estado a punto de estallar una guerra en el siglo XXI? Respuesta: el año pasado en Macedonia, entre macedonios de origen albanés y de origen eslavo. ¿Y quién la detuvo? La OTAN, la UE y los políticos locales que desean que sus países se incorporen a dichas organizaciones. Es en este sentido -y no porque ahora haya rockeros que cantan Power to the people- en el que la OTAN se ha convertido en un movimiento pacifista europeo. Es decir, un movimiento que puede difundir la paz en el continente.

Como es natural, los detractores dicen que la OTAN ha crecido pero está muerta, como el cadáver hinchado de un toro salvaje. En Praga, sus dirigentes intentaron responder a esa crítica anunciando la formación de una fuerza de reacción "tecnológicamente avanzada, flexible, desplegable, interoperativa y sostenible", que pueda emplearse fuera del ámbito de la organización en caso de crisis. En mi opinión, el exceso de adjetivos es bastante significativo. En cualquier caso, no estará en pleno funcionamiento hasta 2006. Los cerebros de la OTAN hablan de un nuevo gran proyecto transatlántico: la cooperación entre Europa y Norteamérica para democratizar Oriente Próximo, entendido en términos amplios. Ahora bien, incluso aunque los planes se queden en nada, la OTAN no estará muerta. No será más que otro animal.

'Imagine'

"Entonces, los estadounidenses perderán el interés", dicen esos cerebros. Es posible, por lo que respecta a la guerra. Llegado el caso, Washington recurrirá a lo que ahora se designa con el delicioso término de "conocimientos especializados" de cada aliado (el Reino Unido para las fuerzas especiales, Eslovaquia para las tropas de montaña, etcétera). Pero no me digan que una organización que, junto a la UE, puede mantener la paz en toda Europa no cuenta a la hora de pensar en la seguridad de todo el mundo libre. Al fin y al cabo, fue en Europa donde comenzaron las tres guerras mundiales del siglo XX -la primera, la segunda y la fría-, y cada una de ellas arrastró a Estados Unidos al Viejo Continente. Y fue en Europa, en los Balcanes, donde empezaron las guerras de los últimos años de ese siglo.

Ahora, en el castillo de Havel, un sueño se está volviendo seriamente imaginable. Imaginemos que, al menos durante la primera parte del siglo XXI, Europa sea un lugar en el que no empiecen las guerras. Como cantaba John Lennon: Imagine.

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