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Entrevista:Adolfo Schlosser

"Me mueve más la aventura que la cultura"

Anatxu Zabalbeascoa

Adolfo Schlosser (Leitersdorf, Austria, 1939) lleva media vida viviendo en España, desde que llegara a Madrid en 1966. Premio Nacional de Artes Plásticas en 1991, este artista minucioso y contemplativo vive su trabajo como hallazgos al margen del tiempo. Aunque antaño escribiera poesía, Schlosser cree firmemente que lo que hace con las manos no lo puede explicar con palabras. Habla poco. La mayoría de sus trabajos no tienen título y los que lo tienen se ciñen a la imagen primera que evocan. Así, en esta nueva exposición conviven esculturas de estopa, algas y cera -con títulos como Alga o Velero- y composiciones fotográficas de paisajes reales convertidos en cartografías imaginarias.

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PREGUNTA. Sus trabajos reflejan un gusto por lo primitivo, por la reducción a la esencia que nada tiene que ver con la frialdad minimalista. ¿Qué le hace seguir indagando en lo ancestral?

RESPUESTA. No todas mis obras son una reducción, pero sí es cierto que me interesan cosas básicas, que son de siempre pero parecen estar fuera del tiempo. Trabajo como lo hago por necesidad, no me paro a analizarlo. En cualquier caso, después, pero no antes. Creo que todos funcionamos espontáneamente por necesidad. En todas las cosas de la vida, el pensamiento viene después.

P. El primitivismo, la elección de materiales y formas sencillas, hacen que su trabajo parezca azaroso, más de encuentro que de búsqueda.

R. El azar decide las obras, éstas aparecen, se encuentran. No me puedo poner a buscarlas. Aunque sí hay lugares que siento más propios, un poco míos, y allí aparecen las ideas, los materiales o las obras, yo no decido mis obras. Veo, pienso y hago.

P. Ha sido caminante y viajero. De pequeño realizaba cada día una larga caminata hasta la escuela de un pueblo vecino. De joven, se embarcó en un pesquero rumbo a Groenlandia. ¿Su manera de trabajar es una herencia de ese pasado?

R. Me gusta sentirme de paso. Siempre estoy viajando. A veces sin moverme, a veces mientras camino por un sendero. El viaje es una actitud, no un desplazamiento. Un viajero anda y mira. Siempre me ha movido más la aventura que la cultura. El descubrimiento más que el análisis.

P. Desde hace años vive en un pueblo de Madrid, Bustarviejo. ¿Eso es una condición que su obra necesita o su obra es una consecuencia de esa decisión?

R. Es una necesidad personal, pero que naturalmente tiene consecuencias. Mi obra no necesita ningún contexto específico, sólo cosas hermosas.

P. Últimamente ha hecho trabajos fotográficos que rompen con su manera habitual de trabajar: paisajes imaginarios construidos con la suma de fotografías de un mismo lugar.

R. Yo no lo veo muy distinto. La fotografía es sólo un medio de coger algo que es intangible: el tiempo, un paisaje. No la utilizo para investigar ni para inventar sino para capturar lo que veo. Puedo coger una piedra pero no una vista, y la fotografía, en su uso más básico, me permite llevarme algo que he encontrado. Una vez recogido el material, una vista de un lugar, construyo con él mi vivencia.

P. A veces sus obras tienen la apariencia orgánica de una raíz o una hoja de árbol, como si quisiera devolver a la naturaleza algo que le perteneciese.

R. No pienso nunca en la cultura. Lo que hago es mi manera de relacionarme con el mundo. Pero sí encuentro más en los paisajes naturales que en los construidos por el hombre.

P. ¿Huye de la cultura?

R. No es una huida, es un apartarse de todo, de las circunstancias específicas. Me interesan las cosas al margen del tiempo, al margen de contextos y de circunstancias. Mi trabajo quiere tener ese componente de fuera del tiempo, de fuera de las culturas específicas.

P. ¿Qué busca como artista?

R. Dejar algo hecho. Poner algo en el mundo que antes no existía. Unir mi conciencia a un objeto. Que un árbol siga siendo un árbol pero que esté impregnado con mi idea.

P. ¿Y de qué se nutre su mirada?

R. De lo bello.

P. ¿Qué es hoy lo bello?

R. Lo mismo de siempre. Algo que produce armonía. Algo cuyo descubrimiento te hace estar mejor que antes.

Adolfo Schlosser, delante de su obra 'Opindo I' (2000), fotografía sobre papel de lino.
Adolfo Schlosser, delante de su obra 'Opindo I' (2000), fotografía sobre papel de lino.BERNARDO PÉREZ

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