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Columna
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Arrogancia

Elvira Lindo

Se te pone cara de culpable. A ti y a todos los que se colocan en fila para pasar el control de pasaportes en Estados Unidos. Conoces la obsesión americana por las filas y procuras estar bien situado detrás del que te precede y tener un gesto neutro y aguantarte las ganas de ir al baño porque si se te ocurre salirte de la fila uno de los policías te reprenderá a gritos. Se te pone la misma cara que tenías cuando en la escuela un maestro arbitrario y temible nos iba señalando con el puntero. Sabes que no hay nada sospechoso en tu equipaje: ni una china, ni unos gramos de coca, ni tan siquiera un bocadillo de jamón. Pero tu apellido puede coincidir por esas nefastas casualidades con el de alguien que tuvo problemas con la justicia, o te llamas Rodríguez, y eso te convierte inmediatamente en narcotraficante colombiano, o simplemente el policía encuentra algo raro en tu cara. La desconfianza policial hacia el recién llegado es democrática: todo el mundo es tratado con malos modos, desde el torero Ruiz Manuel, que días atrás contaba cómo le humillaron porque no rellenó bien el papel de inmigración, hasta el embajador al que le preguntaban a qué se había debido su viaje a España. Da igual tener pasaporte diplomático que ser ciudadano raso. Y ay de ti si te sale ese gesto tan español de "esto es inaceptable". Puedes acabar atado a la pata de una mesa como Antonio Canales. En los periódicos estadounidenses aparecía el domingo el caso de la pareja (español y norteamericana) detenida en Kenia al ser tomados por terroristas. Para la mentalidad republicana es inaceptable que un norteamericano sea retenido. No miden por el mismo rasero a los extranjeros inocentes que fueron detenidos después del 11 de septiembre y que han pasado meses en la cárcel.

Uno desea que algún día un diplomático norteamericano o un financiero tengan algún problemilla en la entrada a Europa. Que se lleven un mal rato. Lo escribe en el Harper's Magazine George McGovern, el candidato demócrata que en el 72 compitió contra Nixon: "El Gobierno de Bush dice que los extranjeros nos odian por nuestra libertad, ¿no será que el odio proviene de nuestra arrogancia?".

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Sobre la firma

Elvira Lindo
Es escritora y guionista. Trabajó en RNE toda la década de los 80. Ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por 'Los Trapos Sucios' y el Biblioteca Breve por 'Una palabra tuya'. Otras novelas suyas son: 'Lo que me queda por vivir' y 'A corazón abierto'. Su último libro es 'En la boca del lobo'. Colabora en EL PAÍS y la Cadena SER.

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