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MOSTRA DE VALÈNCIA

El 'padre' de la Troma lidera la rebelión de los directores de cine "traka"

El festival rinde un emotivo homenaje a los veteranos directores artísticos valencianos

El padre de la productora independiente Troma, Lloyd Kaufman, encabezó ayer la rebelión de los cineastas de cine traka en la delirante rueda de prensa que ofreció la Mostra. Por la mañana, en un ambiente mucho más serio, el historiador cinematográfico Julio Pérez Perucha había moderado el homenaje que el festival valenciano tributó a los decoradores valencianos, y la sección oficial bajó el telón con la proyección de dos propuestas de corte vanguardista.

Kaufman prometió que nunca una película de la Troma conseguiría el éxito comercial
La española 'Voz' cerró la sección oficial con una atípica y difícil adaptación de Beckett

Bajo el sugerente título De la trenka a la traka, el escritor y periodista Jordi Costa reunió en la misma mesa a Hernán Sáez y Berta Muñiz, productores de Plaga Zombie: Zona mutante, Pedro Temboury, director de Kárate a muerte en Torremolinos, y Lloyd Kaufman, fundador de la mítica productora Troma y director de All the love you Cannes. Y lo que salió de esa reunión no fue una traka, sino una mascletà de declaraciones contra un mercado que arrincona el cine alternativo en favor del comercial. Kaufman, con un tono casi mitinero, prometió que "mientras yo sea presidente de Troma, ninguna película de mi productora tendrá un gran éxito", como declaración de principios de una forma de hacer cine que "lucha contra las posturas hipócritas, la cultura bien vista y las buenas costumbres", en palabras de Muñiz.

El debate, que sirvió también para presentar el libro ¡Vida mostrenca!, en el que Costa ha reunido los artículos sobre cultura basura que publicó durante más de dos años en Tentaciones, derivó hacia la dialéctica entre el cine culto, al que los contertulios denominaron de trenka, y el alternativo o de traka, dos formas de concebir la creación cinematográfica que, según Costa, "están en la misma lucha porque Kiarostami y Kaufman no están tan lejos uno del otro".

Horas antes, el mismo escenario había acogido el homenaje que el festival tributó a los veteranos decoradores valencianos cuya presencia en el cine español resultó decisiva en películas como Calabuch o Los jueves, milagro. Bernardo Ballester, Francisco Canet y Román Calatayud, acompañados de Luis García Berlanga y el joven director artístico Pepón Sigler, hablaron sobre un trabajo técnico "muy poco valorado hasta hace pocos años", como señaló él moderador de la mesa redonda Julio Pérez Perucha. "El decorado no se debe notar en una película y, si el espectador no se da cuenta de que existe, es que el trabajo está bien hecho", afirmó Canet antes de rememorar, en compañía de sus compañeros de profesión, anécdotas tan sabrosas como que, para el rodaje de Bienvenido Mr. Marshall, tuvieron que conseguir una vaca viva para que diera vida a la cabeza de toro que decora el café de Villar del Río por expreso deseo de Berlanga.

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También ayer se proyectaron los dos últimos filmes a concurso, ambos con ambiciones vanguardistas. La libanesa Terra incognita, de Ghassan Salhab, comienza siendo un interesante ejercicio estilístico, en el que Shalab introduce algunos prometedores recursos narrativos. Pero, a la media hora, el espectador se da cuenta de que la presunta osadía en la forma de contar la historia de un grupo de habitantes de Beirut que se debate entre la permanencia en su ciudad y la huida es una patraña para esconder la poca pericia de su director.

La propuesta más innovadora de la competición la aporta Voz, de Javier Aguirre, un filme atípico y difícil que se resume en un único plano-secuencia de 80 minutos de duración sobre el que se escucha el extraordinario recitado que Fernando Fernán-Gómez hace del monólogo Company, de Samuel Beckett. Una estructura que condiciona una película a la que su carga literaria convierte en monótona y muy alejada de los convencionalismos cinematográficos.

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