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Columna
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Clichés patrioteros

Mientras navega la preocupación por las rías marisqueras o los abruptos acantilados gallegos, y el drama o la tragedia se ceba en la economía de los pescadores y en el mar, que es de todos, por este otro lado de la Península, valenciano y castellonense, ofrecemos en el escenario público una imagen grotesca de una realidad no menos grotesca.

Si por grotesco entendemos lo ridículo y extravagante, entonces no cabe la menor duda de que ponerle el nombre de Alfonso XIII a un centro de enseñanza pública comarcal, aduciendo como razón para tal desafuero que durante el reinado del mencionado monarca la población de La Vall d'Alba se constituyó en municipio independiente, es una realidad grotesca sostenida por un patrioterismo localista que remueve en su sepulcro los venerables restos de don Ramón del Valle-Inclán. Porque da la casualidad de que la citada población adquirió su carta de independencia municipal en tiempos de la dictadura de Primo de Rivera, y que Primo de Rivera dio un golpe de estado siguiendo el modelo de los pronunciamientos militares clásicos, entre otras razones, para salvar la moribunda monarquía de Alfonso XIII, pringada hasta la saciedad por aventuras coloniales africanistas. Primo de Rivera se sublevó contra el orden constitucional de la Restauración una semana antes de que una comisión investigadora de las Cortes españolas informara sobre el desastre de Annual en el norte de África (10.000 hispanos muertos y 4.000 heridos), y eran muchos los que señalaban a Alfonso XIII como inductor de la iniciativa que llevó al desastre. Todo ello lo tendría presente el alcalde Martínez del PP de La Vall d'Alba y su consejo escolar municipal cuando eligió el regio nombre para el centro de enseñanza comarcal de su pueblo. Y menos mal que no eligió el de Primo de Rivera, dictador clásico que no acabó con las corruptelas y desórdenes que arrastraba el orden constitucional que instauró Cánovas. Realidades grotescas que Valle-Inclán elevó a la categoría de esperpento teatral en La Hija del capitán, genial obra dramática donde una beata da vivas al nieto de San Fernando, Alfonso XIII, y un patriota se los da a los atributos viriles del monarca. Pero por razones patrioteras locales, el centro comarcal de enseñanza pública de La Vall d'Alba llevará el nombre de Alfonso XIII, y que siga ese sentido tan peculiar de la cultura o del carcundismo ibérico, que tanto da. Aunque no acaban ahí los cuadros grotescos de estas tragicomedias valencianas que deleitan al espectador por las comarcas castellonenses. Por razones patrióticas o patrioteras locales, los alcaldes y munícipes principales del PSOE de Llucena y Les Coves de Vinromà, de Costur, de Figueroles y Vilafamés, se reúnen y vienen a exigirle al Consejero de Educación que la muchachada de sus localidades no se desplace para cursar la Enseñanza Secundaria a los centros comarcales, que se construyen a tal efecto, en L'Alcora o en el mencionado y ya famoso de La Vall d'Alba. Abogan por conseguir lo que ya consiguieron en Atzeneta: que los chicos no se paseen demasiado en autobús para ir a la escuela. Pero los desplazamientos son el resultado de la aplicación y entrada en funcionamiento de la Logse, es decir, de un ordenamiento escolar que propugnó y puso en marcha el partido en el que militan, partido no demasiado propenso a cambiar los aspectos negativos de esa ley escolar. Contradicciones esperpénticas que dejan en ridículo a los chulapos de gomina en las obras de Valle-Inclán.

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