Ricos, famosos y otros animales

Quizá se haya fijado alguna vez en que los ricos y famosos, cuando se saludan, dan besos al aire y ni siquiera rozan las mejillas de la otra persona. Lo que quizá no sepa es que los monos y simios usan lo que los primatólogos llaman "chasquido del belfo", el beso al aire, para apaciguar a posibles rivales antes de atacarles por la espalda con distintas y arteras tácticas, como, por ejemplo, morderles el rabo. "El incidente sugiere que algunas conductas han pasado intactas desde nuestros antepasados simiescos directamente al Forbes 400", dice Richard Conniff en un capítulo de este libro. Sí es cierto que ahora, como explica después, hemos sustituido el mordisco en el trasero con la filtración de malintencionadas noticias o fotografías a las revistas de cotilleos.

Richard Conniff es un periodista especializado en información de naturaleza y antropología. Escribe habitualmente en National Geographic y ha colaborado en varias series sobre animales para televisión, con las que ha ganado algunos premios Emmy. Pero fue durante la elaboración de un reportaje sobre Mónaco cuando Conniff descubrió increíbles similitudes en la actitud de los millonarios que visitaban sus salas de fiestas y casinos con la de los especímenes dominantes de determinados animales. "Los biólogos prestan especial atención", explica Conniff, "a los individuos dominantes y, en el caso del animal humano, esto quiere decir normalmente a los ricos". De ahí la idea de escribir una historia natural de esta especie. Se trata, en fin, de viajar al mundo lujoso y frívolo de Aspen y St. Mortiz con el espíritu de "un antropólogo en su primera visita a la tribu kombai de Irian Jaya".

Conniff describe, con mucha ironía y sentido del humor, algunas de las actitudes y características que describen el mundo de los ricos, y las compara con otras similares en el mundo animal. Explica, así, cómo utilizan los ricos su dominio, cómo tratan de perpetuar su dinastía, por qué se exhiben una y otra vez en los mismos lugares, o qué extraño mecanismo psicológico lleva a muchos de ellos a tratar de aparentar que no son tan ricos como realmente son -llevando, por ejemplo, un simple jersey marrón, que realmente es un carísimo Chanel- para que sólo los que realmente son tan ricos como ellos sepan que forman parte del selecto grupo de los elegidos.

¿Ejemplos? Hay montones de ellos. Está el caso del especulador bursátil que esperaba a ser recibido por el barón de Rothschild y que, cuando vio cómo un lacayo "con galones de oro" salía de las habitaciones privadas del aristócrata con su orinal, "se puso en pie y se quitó el sombrero con veneración". Algo así, explica Conniff, hacen los ratones caseros frente a la orina del macho dominante. Conniff cita también a algunos tiburones empresariales -él habla de Bill Gates- que, como los simios Tamba, afirman su rango sacándole un ojo a su rival. Es especialmente divertido el cuadernillo central del libro, repleto de fotografías donde se puede comparar, por ejemplo, el ceño permanentemente fruncido del babuino con los retratos de J. P. Morgan o John D. Rockefeller.

El libro es divertido, entretenido, fácil de leer e instructivo. En ocaciones puede parecer frívolo, pero, advierte Conniff, el objetivo no es realizar un profundo análisis sociológico, sino "dudar, provocar, informar y distraer". Cumple los cuatro objetivos a la perfección.