A Grecia, por carretera
Protagoniza La vida de nadie, película de Eduard Cortés que se presentó en el Festival de Valladolid. En la actualidad está grabando nuevos capítulos de la serie Ana y los 7, y con la compañía Teatro de la Danza, de la que es fundador, produce La gaviota y Las bicicletas son para el verano. ¿Cuál es su ciudad favorita en el mundo?
Cada sitio tiene su encanto, pero si tengo que quedarme con un lugar en el mundo, como en la película, elegiría Nueva York.
¿Qué atractivo tiene que todo el mundo la nombra?
A mí me gusta por esa sensación de viaje en el tiempo que te ofrece. Por ejemplo, aterrizas en Nueva York y te fijas en que las chicas llevan los pantalones cortados justo por debajo de la rodilla. Regresas a España y tardas un año en ver esa tendencia. Nueva York siempre va por delante.
Pero no sólo en la moda, ¿no?
No, no. Es sólo un ejemplo. Esa ciudad va por delante en todo. En el teatro, cosa que yo aprovecho para ver muchísimo cada vez que voy. En la forma de plantear las exposiciones. En la forma de vivir los barrios y la calle. Está viva y se nota en el ambiente.
Bueno, superado Nueva York, ¿adónde nos vamos?
Pues a Asturias, mi tierra. Allí tengo una sensación muy extraña. Cuando veo esos acantilados y los prados verdes que terminan en la playa, me da la impresión de que todo empezó y terminó allí.
¿Cuál es el viaje más alucinante que ha hecho en su vida?
Pues uno que hice de jovencito, cuando empezaba con la compañía del Teatro de la Danza. Otro compañero y yo decidimos hacer el viaje desde España hasta Grecia en la furgoneta junto con la escenografía y la iluminación.
¿Qué es lo que más le sorprendió del viaje?
La antigua Yugoslavia. Al cruzar la frontera nos cachearon para ver si llevábamos pornografía. Terminaron quitándonos una revista tipo Interviu. Pero lo más sorprendente fue entrar, en ese país comunista, en una especie de parador que era realmente un palacio con boleras y piscinas. Y verlo casi vacío para nosotros.
Ahora será muy diferente.
No he vuelto. Pero aquello era tan raro que hasta te tenías que hacer la cama en los hoteles. Un país en el que la relación con las personas era maravillosa. Recuerdo cuando nos pedían casetes de rock and roll. Fue una lástima todo lo que pasó después.
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