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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Versión cómica de los mitos griegos

Los mitos griegos perduran en múltiples recuentos por siglos y siglos. Admiten diversos estilos y varios géneros literarios. Hay un modo épico, un modo trágico, y también un modo cómico de recontar los mitos griegos. (E incluso un modo novelesco, como el de Javier Azpeitia en Ariadna en Naxos). Cómico es el modo de Michael Köhlmeier en sus dos Breviarios de mitología clásica. La versión cómica de los mitos la ensayaron ya escritores antiguos. En ese juego de remozar con tonos humorísticos las escenas míticas, el gran maestro clásico fue Luciano de Samósata con sus chispeantes Diálogos de los dioses. Entre sus imitadores modernos están Luciano de Crescenzo.

Al final de su Breviario de

BREVIARIO DE MITOLOGÍA CLÁSICA II

Michael Köhlmeier Traducción de Oliver Strunk Edhasa. Barcelona, 2002 285 páginas. 12 euros

mitología clásica I (Edhasa, 1999), Köhlmeier subraya la seducción de los mitos griegos, claros y enigmáticos a la par, y la urgencia personal de volver a recordarlos en un recuento que es, a la vez, "inventar la narración", prestándole "la propia alma". "Son inagotables esos mitos", escribía, "y, sin embargo, cualquiera puede entenderlos (...) porque todo aquel que los cuenta es, en el momento de la narración, un experto". Da por supuesto que esa narración debe ser en tonos cómicos y que con saberse los argumentos fluye alegremente sin ninguna pedantería. E insiste en esa libertad recreativa en el tomo II: "¡Vamos a menospreciar una vez más el estudio sólido, objetivo y científico de los mitos para ponernos manos a la obra de un modo subjetivo y con una arbitrariedad absolutamente acientífica!" (página 127).

Con estos presupuestos, el

narrador se interna en la jocosa selva de los relatos míticos y evoca alegre las más estupendas historietas. Lo hace con desenvoltura, acercando al lector los personajes -todos ellos, héroes y dioses en zapatillas y sin coturnos-, brinda muchos coloquios graciosos, y algún que otro detalle de invención propia. Otras veces exagera: "De Cerbero, el perro del infierno, algunos testigos afirman que tiene cincuenta cabezas, pero es una afirmación difícilmente demostrable". Lo de que sea "difícilmente demostrable" es cierto, pero esos raros testigos le engañan: Cerbero (o Cérbero) sólo tenía tres cabezas. (El bicho de las cincuenta era la Hidra de Lerna). Los héroes no salen muy favorecidos en estas pinceladas. Heracles es un antiguo Rambo, pero resulta más deportivo, porque las acciones de Rambo tienen "una motivación moral" (¡), y las del bruto Heracles no. El jefe de los Argonautas parece un tipo lamentable: "Jasón no era demasiado valiente, de hecho era cobarde, no tenía nada de arrojo... Pero ante todo era un fanfarrón, más bien un chulo, era despilfarrador y en clase se comportaba como un bocazas ante sus compañeros, casi siempre hablaba y decía en voz alta cosas insignificantes". Menos mal que el autor añade: "Jasón tenía encanto". Y Medea lo consolará: "Cuando estemos solos no hace falta que finjas ser un héroe... Seré tu tigresa y tú serás mi cachorro".

Los mitos aparecen repintados con muchos colorines, y los dioses y héroes antiguos son en charlas y aventuras más frívolos y coloquiales que nunca. Köhlmeier no es pedante ni preciso, combina a su gusto textos y autores, y retoma con ágil estilo los detalles más curiosos, truculentos y chispeantes. De modo que hay que reconocer que de la mezcla le sale un texto chocarrero, bizarro, divertido y no falto de ingenio.

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