Daniel Gélin, el actor que sabía demasiado
Es el destino de muchos grandes actores: ser conocidos por su excepción, por lo que no define su carrera. Daniel Gélin fue el hombre que moría en Marruecos, en El hombre que sabía demasiado (1956), un falso nativo cuya piel, cuando se desvanecía para entrar en el sueño de la muerte, perdía el color, desteñía en las manos de James Stewart y Doris Day. Antes había sido el héroe existencialista por excelencia, el nuevo joven de la Francia surgida de la Segunda Guerra Mundial en los Rendez-vous de juillet de Jacques Becker, de 1949, y dos veces seductor para Max Ophuls en La ronde (1950) y Le plaisir (1951). Sacha Guitry lo vio en Napoleón (1954) y Cocteau, Delannoy, Duvivier o Chabrol también lo quisieron como protagonista.
Daniel Gélin ha muerto a los 81 años en París. Su carrera como actor de cine había comenzado en 1939, antes había estudiado en el Conservatorio, pero él siempre sostuvo que "la mejor escuela es la observación directa de la realidad". Hombre de izquierdas, amante de la poesía y poeta, seductor empedernido -su pareja con Danielle Delorme es mítica en Francia-, padre de actrices -Maria Schneider y Fiona Gélin- y de realizadores -Xavier y Manuel Gélin-, la segunda parte de su filmografía estaba salpicada de pocos pero grandes aciertos, como su intervención como médico rijoso y algo crápula de La vida es un largo río tranquilo (1988), o su papel junto a la formidable Lea Massari de Le souffle au coeur (1970), una de las mejores cintas del Louis Malle libertino.
En el teatro interpretó Les mains sales, de Jean Paul Sartre, lo que le confirmó en su condición de figura de Saint Germain des Pres. En la televisión, y durante cuatro años, fue el esposo y padre ideal de todos los franceses entre 1964 y 1968 en compañía de Micheline Presle en la serie Les Saintes Chéries, tan mítica que acaba de ser reeditada en DVD. Si su trayectoria cinematográfica quedó cortada por su falta de sintonía con la nouvelle vague (nueva ola), Gélin logró reciclarse varias veces, no cortarse nunca de una cierta experimentación -Marguerite Duras y Raúl Ruiz también le dirigieron- y mantener una gran popularidad.-
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