El 'Prestige' del CIS
La marea negra enloda la cómoda semana que encaraban los sucesores tras leer la encuesta oficial para el 25-M
La tromba del Prestige cargada de toneladas de fuel subido de azufre ha enfangado esta semana, sobre todo, a Mariano Rajoy, el candidato a la sucesión de José María Aznar que intenta pasar más inadvertido y que, según sus partidarios, apuesta por el pragmatismo y la eficacia en lo que le toca hacer sin preocuparse por su futuro.
Rajoy sobrevoló Galicia para regresar el miércoles al Congreso de los Diputados con las pilas casi puestas. Cuando se vio rodeado de un corrillo de periodistas desplegó su capacidad de persuasión para intentar convencerles de que había hecho todo lo que los expertos le recomendaron tras el naufragio del petrolero. Defendió que siguió en todo momento las recomendaciones de los expertos en la crisis, que intentó minimizar daños, y que eso era lo único que, "como es natural", podía hacer él.
Se acercó a rescatarle al corrillo Rodrigo Rato, quien acababa de anunciar una multa al HSBC que "duplica" a la que propusieron los técnicos: 2,1 millones de euros por mantener en España 138 cuentas secretas en contra de la Ley de Blanqueo de Capitales. Rato confiaba en acallar así a los socialistas, que le acusan de encubrir al HSBC porque ese banco concedió un crédito de 525 millones de pesetas a una empresa de su familia.
Rato se llevó a Rajoy del brazo, pero antes intercambiaron algunas bromas de cara a la galería: "Oye, que me acusan de haber manipulado el CIS"; "¿no será porque te dije que tocaras ese medio punto, ¿te acuerdas?"; "ah, ¡sólo por eso!"; "perdonen, pero tenemos que irnos a hablar de nuestras cosas, ya saben, de la sucesión".
Ambos parecían ese día contentos. Se acababa de publicar la encuesta del CIS que pronostica el mantenimiento del reparto de poder autonómico y una subida del PSOE que aún deja margen para la mayoría popular. Duró poco. Al día siguiente, la OCDE recortó las previsiones económicas y el Prestige continuó su tarea de desprestigiar al Gobierno.
La encuesta del CIS sobre los gustos políticos en la España de las autonomías, a sólo seis meses de las próximas elecciones, sirve a candidatos, precandidatos, poscanditados y demás interesados en la sucesión de José María Aznar para seguir llenando sus quinielas con destino a ninguna parte.
"Si el PP pierde con descaro las elecciones municipales y autonómicas, Aznar tendrá menos libertad de elección y entonces deberá designar a quien más garantías dé al partido", señala un alto dirigente. "Eso ya lo iba a hacer Aznar y, además, la encuesta del CIS garantiza que es imposible una decisión arbitraria porque aunque se mantenga el reparto autonómico, el PSOE avanza, por lo que hay que apostar por el mejor", asegura otro líder popular. Un tercero destaca que con la radiografía tomada por el CIS, en España apenas se va a mover nada: "El ascenso de Zapatero parece demasiado lento como para cambiar radicalmente el escenario de la sucesión".
Con estos variados análisis, todas las miradas se dirigen hacia Jaime Mayor: "El mejor candidato, según las encuestas, y el peor presidente", según aventura que opina Aznar un conocido de ambos. "El presidente piensa que Rato lo haría mejor que nadie, pero también sabe que es el peor candidato de todos", añade. Con esos mimbres, el ex ministro del Interior mantiene una ventaja holgada en las preferencias populares.
"Si el PP, como vaticina la encuesta del CIS, no logra la mayoría absoluta, Jaime [Mayor] será un obstáculo para un pacto pacífico con los nacionalistas catalanes", advierte un alto cargo del partido. En el entorno de Mayor admiten que no es el preferido de los nacionalistas de ningún signo porque es "quien más claramente defiende la idea de una España fortaleza" para conjurar supuestas amenazas secesionistas del nacionalismo radical.
Otros prefieren restar relevancia a estas escaramuzas y destacan que lo "relevante" es que Aznar "ha creado un equipo tan sólido y coordinado, que el nombre del sucesor es lo de menos. Funcionará después de Aznar". Pero no es tan "irrelevante" porque antes o después habrá descartes y la decisión última, con todas las consultas que él quiera, es de Aznar.
Ya forma parte de la doctrina oficial del PP asegurar que los tres se han conjurado para que, sea quien sea el designado, los otros dos le apoyen hasta "ganar las elecciones". ¿Y después, qué? "Después, ya veremos. En política hay que estar para aportar y si en ese momento eres más un estorbo que una ayuda, lo mejor es quitarte de en medio", asegura alguien muy cercano a todos ellos.
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