William Christie presenta a nueve jóvenes solistas en la Zarzuela

El maestro William Christie (Buffalo, Nueva York, 1944) dirigirá el próximo martes a su orquesta Les Arts Florissants, una formación especializada en obras de los siglos XVII y XVIII, en el espectáculo Le Jardin des Voix, en el teatro de la Zarzuela. Nueve jóvenes solistas, entre ellos un español, han sido seleccionadas por Christie para este proyecto. La pasada semana, el maestro lo presentó en Bilbao.

William Christie encuentra un pequeño hueco en sus ensayos con Les Arts Florissants para atender a la prensa. Sonriente, de ademanes pausados y frases cortas, Christie mira constantemente el reloj para volver a su tarea y, a la vez, pasión: la música. El proyecto en el que se ha embarcado esta vez con Les Arts Florissants, la formación que creó en 1979 para profundizar en la música europea de los siglos XVII y XVII, propone a nueve cantantes como firmes promesas. Para ellos, para que sus voces resalten en la mayor medida posible, ha seleccionado un programa cuidadosamente, que es el que compone Le Jardin des Voix.

"Los espectadores de Le Jardin des Voix se van a encontrar con algo muy especial. Escucharán un programa con distintas piezas de música antigua especialmente elegidas para las voces de sus intérpretes. Por eso son éstas y no otras. Se interpretarán obras de Purcell, Monteverdi, Lully, Rameau, Haendel y Telemann", explica Christie.

Nacido en Estados Unidos, el director vive en Francia desde 1971, país donde está nacionalizado. Apasionado de la música francesa, italiana e inglesa de los siglos XVII y XVIII, Christie es una de las batutas de mayor prestigio internacional en el repertorio barroco. La última vez que actuó en La Zarzuela, fue en 1992. Han tenido que pasar 10 años para su regreso al teatro madrileño. "He venido poco a España, lo reconozco, y espero enmendarlo. He tenido una agenda repleta de compromisos, sin descansos. Y he estado muy volcado en la actividad operística", comenta. Preguntado sobre cómo ve él al público español, sólo dice una palabra: "Maravilloso".

Christie entró en contacto con la música clásica europea desde pequeño. "Pertenezco a una generación lo suficientemente joven como para haber podido comprar discos. Cuando escuché mi primer clavicémbalo en un disco tenía 12 años. Además, la ciudad en la que crecí, Buffalo, al oeste del Estado de Nueva York, tenía una orquesta extraordinariamente buena. Y era muy sencillo escuchar a Bach, Haendel o Schubert en las iglesias".

Más tarde, ya en su etapa universitaria, en la que pasó por Harvard y por Yale, recibió la influencia decisiva de quien siempre ha considerado su maestro: Ralph Kirkpatrick. "Cuando estudiaba en Harvard, escuché un recital de Kirkpatrick, que daba clases en la universidad. Y ése fue el momento en el que me dije: deseo hacer exactamente lo que él hace". Con la misma seguridad decidió, en 1979, crear su propio grupo. "Llegué a Europa en los setenta y toqué con mucha gente, con muchas orquestas y formaciones musicales. Eso fue para adquirir experiencia. Y en 1979, me dije a mí mismo: ahora quiero volar yo solo, y quiero saber cómo suena un grupo en el que yo soy el líder".

Conocimiento musical

En estos 23 años, Les Arts Florissants ha variado sus miembros, aunque mantiene el espíritu con el que fue creado: estar compuesto de gente joven. "Me satisface que en un tiempo los músicos se vayan del grupo. Eso quiere decir que han crecido musicalmente". El interés de Christie por la gente joven se debe, según él mismo reflexiona, a que "siempre" ha sido "profesor". "Mi primer trabajo auténtico, cuando terminé en Yale y antes de que viajara a Europa, fue enseñar historia de la música. En Francia, donde vivo ahora, también soy profesor en el Conservatorio de París. Así que mi vida se ha desarrollado estudiando, dirigiendo y enseñando", enumera.

En su trayectoria al frente de este ensemble, William Christie ha rescatado un repertorio en gran parte olvidado o descuidado. El director ha insistido especialmente en que los componentes de Les Arts Florissants adquieran un gran conocimiento no sólo de la música sino del autor, la época y las circunstancias en que ésta fue creada. "Damos a los intérpretes una formación intensiva, ya que el conocimiento hace que la música sea más elocuente. También creo que un cierto conocimiento por parte del público es importante, ayuda a la escucha y ayuda al público a saber escuchar", indica Christie.