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Once muertos, cuatro de ellos niños, en un nuevo atentado suicida en Jerusalén

Un palestino de Hamás hizo estallar en un autobús la carga que llevaba en la mochila

"Mamá, mamá...". Las voces llorosas de dos niños llegaron desde el interior de los restos calcinados del autobús, acompañadas de una nube espesa y negra de humo, mientras en el exterior, sobre el asfalto, se empezaban a amontonar confundidos 11 cadáveres, entre ellos cuatro menores. La mayoría de las víctimas mortales, a las que se sumaron más de 30 heridos, eran escolares y oficinistas que se dirigían a aquella hora a las escuelas y sus lugares de trabajo. Un militante de Hamás, oriundo de la región de Hebrón, acababa de cometer un atentado suicida en un autobús de Jerusalén.

Se trataba de una supuesta venganza por el asesinato de uno de los jefes militares de Hamás. El primer ministro, Ariel Sharon, ordenó inmediatamente una "amplia y extensa" operación de castigo contra los palestinos.

El autobús de la línea número 20, que cubre el trayecto desde Kiryat Menachem, en un extremo del Jerusalén Oeste, al barrio antiguo de la ciudad, fue sacudido por una enorme explosión poco después de las siete de la mañana. Un joven, Naal Azim Abu Hilayal, oriundo de la aldea de Dura, en los alrededores de Hebrón, que había subido al transporte tres paradas antes, acababa de hacer estallar la carga explosiva que llevaba en su mochila. Decenas de tuercas y tornillos, que envolvían a la bomba, salieron disparadas en todas direcciones.

La explosión cogió de improviso a Tami, de 30 años de edad, oficinista, cuando se encontraba sentada en el centro del vehículo leyendo el Libro de los Salmos. A su lado quedaron, como inmóviles, rodeados de un charco de sangre, los cuerpos de Kira Friendam, de 67 años, y su nieto Ilan, de 8. Unos metros más allá, sobre la alfombra de goma del vehículo, yacía Hodeya, una muchacha de 13 años, abrazada a una cartera entreabierta, dentro de la que se podían adivinar un estuche de plástico para lápices de colores y una libreta rosa. Eilla Sharashivsky, de 44, y su hijo de 16 también murieron como consecuencia de la explosión. Así hasta 11 muertos.

"¿Dónde están mis hijos, dónde están mis hijos", preguntaba a gritos, en las puertas del autobús, una mujer, en bata de andar por casa, mientras trataba de sortear una alfombra de libretas escolares, libros de texto, bocadillos envueltos en papel de plata y mochilas de lona que la explosión había extendido en medio de la calzada de la calle México, muy cerca de su confluencia con el Bulevard Herzel, al pie de una parada del autobús, la última del barrio de Kiryat Menachem, uno de los más humildes de la ciudad.

Las Brigadas de Azedine Al Kasam reivindicaron más tarde el atentado en un comunicado emitido a través de una cadena de televisión libanesa. El texto recalcaba que era el quinto acto de venganza por el asesinato de Salah Shahada, máximo dirigente de su brazo armado, el pasado 23 de julio, en una operación perpetrada por la aviación israelí en Gaza en la que murieron otras 13 personas, en su mayoría niños. Concluía el comunicado anunciando más muertes: "Afirmamos que el camino de la guerra santa y del martirio continúa en cada palmo de nuestra tierra violada mientras continúe la ocupación y persistan los crímenes".

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La Autoridad Nacional Palestino aseguró, en otro comunicado, "rechazar plenamente" el atentado.

Los cadáveres de las víctimas yacen, envueltos en bolsas de plástico, en el lugar del atentado de ayer en Jerusalén.
Los cadáveres de las víctimas yacen, envueltos en bolsas de plástico, en el lugar del atentado de ayer en Jerusalén.ASSOCIATED PRESS

¡Que expulsen a Arafat!

En medio de las voces roncas de los militantes ultraortodoxos del barrio de Kiryat Menachem, que reclamaban una y otra vez "muerte a los árabes", se escuchó también la exigencia de los ministros radicales del Gobierno de Israel. Exigían la expulsión de Yasir Arafat a cualquier país extranjero.El propio presidente de Israel, Moshe Katsav, reclamó que se exilie al presidente de la Autoridad Nacional Palestina.El primer ministro, Ariel Sharon, se reunía mientras tanto con la cúpula militar y ordenaba a última hora de la tarde una "extensa y contundente" operación contra los palestinos.El dispositivo militar está listo. Los tanques estaban anoche apostados en las entradas de Belén, Ramala y Gaza. La población palestina hizo durante todo el día acopio de agua y alimentos. Todos temen un largo asedio. La orden franciscana, custodia de los Santos Lugares, ha ordenado la clausura de sus templos para que no se conviertan en refugios.

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