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Reportaje:Signos

El ojo del huracán y el Equipo 57

La Fundación Rafael Botí destacará en una exposición la importancia del grupo cordobés

La Fundación de Artes Plásticas Rafael Botí, de la Diputación de Córdoba, prepara una exposición que, bajo el título 1957: El ojo del huracán, reunirá una cincuentena de piezas de los artistas plásticos españoles más representativos de los años cincuenta y sesenta, de Chillida a Tàpies, de Saura a Millares, de Feito a Canogar, haciendo una escala estratégica en el Equipo 57, un grupo surgido en Córdoba y constituido por Juan Serrano, Juan Cuenca, José Duarte, Ángel Duarte y Agustín Ibarrola.

Esta muestra, que se abrirá en mayo de 2003 en el Palacio de la Merced, está comisariada por Jaime Brihuega y Ángel Llorente, y pretende radiografiar el arte español en un momento crucial, el año 1957, en el que se produjo una especie de explosión; se constituyeron decenas de grupos, se celebraron exposiciones influyentes, se debatieron conceptos clave... Se pasó, en fin, del entorno asfixiante y artificialmente anticuado de la posguerra a un espacio creativo más abierto y más rico.

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Llorente advierte de que la muestra no se propone tanto explicar el fenómeno como ofrecer una mirada tan completa como sea posible sobre el panorama plástico de la España del 57. "Entonces el éxito estaba en la abstracción, y la crítica se olvidó bastante de lo figurativo", señala. "Lo que queremos es hacer una revisión y mostrar que había distintas corrientes, que existía mucha más diversidad que la que se ha descrito".

Así, además del informalismo, la tendencia que recibió más atención, y que prima la expresión de la personalidad del artista, a la vez que exalta el azar y reniega de toda construcción premeditada, estarán representadas otras que quedaron oscurecidas y postergadas; la abstracción geométrica (empeñada en hacer un arte analítico y riguroso, siguiendo normas estrictas, como en el caso del Equipo 57), y la figuración y el realismo, "que se consideraron no vanguardistas, no avanzados", aclara Llorente. "Sin embargo, creemos que tienen tanto valor como el resto", matiza.

La pregunta es: ¿qué sucedió en 1957? ¿Por qué se produjo ese estallido plástico? Juan Serrano (Córdoba, 1929) y Juan Cuenca (Puente Genil, Córdoba, 1934), miembros del Equipo 57, lo vivieron desde dentro. "No fue tanto una explosión", cuentan. "Lo que hicimos en realidad fue incorporarnos a los movimientos artísticos europeos, de los que España había estado aislada durante años. Entonces Mondrian todavía estaba vivo y seguía trabajando. Cogimos la estela de lo que se hacía en Europa. Y además, había gente que había estado trabajando sin poder exponer nada. Con la apertura del régimen estas obras pudieron verse, afloraron corrientes subterráneas".

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El franquismo quería lavarse la cara, dejar atrás su imagen represiva y reaccionaria proyectando una imagen más moderna, más civilizada. Y para esa clase de propaganda, el arte era una herramienta excelente. "La apertura no venía sólo de las instancias oficiales", indica Cuenca. "La gente también tenía ganas de conocer lo que se estaba haciendo; no digo que fuera algo masivo, pero había una actitud distinta". Además de montar su primera exposición en Madrid, en la Sala Negra, el Equipo 57 daba ciclos de conferencias en Córdoba, pintaba y esculpía para edificios de Rafael de la Hoz, atendía otros encargos. "En un mundo adverso había minorías que apoyaban el arte contemporáneo", señala.

"Pero había muchas contradicciones", indica Serrano. "Sólo hay que recordar lo que tenía de regresión el franquismo, que identificaba lo moderno con lo subversivo y lo peligroso". No se olvida de una exposición del Equipo 57 que la policía vino a cerrar, argumentando que se trataba de comunistas, y que pudo seguir abierta gracias a que una persona del régimen respondió de los artistas. "Unos tiraban de la manta por un lado, otros por otro", sonríe. Precisamente ese contexto de bullicio y paradoja, de sí pero no, de libertad vigilada, es el que refleja la muestra.

Teoría, discusión e indagación

El Equipo 57, constituido por Juan Serrano, Juan Cuenca, José Duarte, Ángel Duarte y Agustín Ibarrola, tenía muchas vinculaciones con la nómina de artistas cuyas obras se expondrán en 1957: El ojo del huracán: con los del Grupo Parpalló, con Rueda, Saura, Ràfols Casamada,

Pablo Serrano, Ginovart, Genovés, Sempere, Labra...

"Nos conocíamos todos, aunque teníamos una relación más estrecha con el grupo de Madrid que con el de Barcelona", relata Juan Cuenca. También existía una ligazón con Valencia, con críticos como Aguilera Cerni y Moreno Galván. Tuvieron en común, durante un tiempo, algo que parecería absurdo si no se conocieran las peculiaridades del franquismo; eran españoles, pintaban en España (a veces también en París o en alguna otra capital europea), pero apenas exponían ni vendían su obra dentro de su país.

Pero el rasgo más distintivo del Equipo 57, lo que caracteriza específicamente su trabajo, es el esfuerzo por hacer un arte eminentemente analítico y objetivo, en el que cada cuadro se pinta (igual que cada escultura) a partir de una teoría que lo sustenta. "La teoría", explican Cuenca y Serrano, "se construye con discusión e indagación, y eso justifica que sea de todos, que sea anónima, firmada colectivamente, porque así se ha realizado". Este método, más propio de la arquitectura que de la pintura, no necesita ninguna expresividad personal. Y tuvo muy poca repercusión entre la crítica de los años cincuenta y sesenta; sólo más tarde se reconoció ampliamente su valía.

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