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Columna
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Vivir

Es difícil vivir sin vivienda, casi tan difícil como conseguirla a precio razonable. Algo tan fundamental para la existencia se está poniendo por las nubes en esta ciudad que no deja de construir nuevas urbanizaciones. A pesar de ello, según datos de la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos, en Madrid hay 168.000 pisos vacíos. Algo raro sucede, algo que suena a pelotazo urbanístico, especulación, chanchullos y ganancias salvajes. Y la que nos viene encima si la capital consigue convertirse en sede de los Juegos Olímpicos de 2012. Están en ello.

Los Juegos pueden suponer un impulso importante para el desarrollo y modernización de una ciudad (ahí está el caso de Barcelona), pero también comportan negocios espectaculares, sobre todo en la construcción. No es extraño que el sector inmobiliario sea el principal impulsor de la candidatura madrileña: según Ecologistas en Acción, 31 empresas constructoras han aportado cada una 90.000 euros para la campaña de promoción. Esa organización es radicalmente contraria a la candidatura por una razón de mucho peso: Madrid está al límite de sus posibilidades.

Y lo demuestran con un demoledor informe. Los ecologistas llegan a decir que los niveles de contaminación son tan escandalosos que los deportistas tendrían que competir con careta antigás en algunas zonas de la ciudad y alrededores. Los niveles de dióxido de nitrógeno y de partículas en suspensión son bastante superiores a lo que ordenan las legislaciones europea y española. El tráfico rodado, además de tenernos todo el santo día colapsados, nos está envenenando. Ecologistas en Acción afirma que si se llevan a cabo las macroobras que conllevan unos juegos olímpicos, Madrid se situará al borde del desastre medioambiental. Eso sí, con urbanizaciones posmodernas sustituyendo a espacios verdes. Madrid tiene un índice de contaminación el doble que París y Berlín, cuatro veces más que Dublín.

Con estas perspectivas, no es extraño que cada vez haya más nuevos pobres, sin casa, sin aire limpio, sin futuro. Algo habrá que hacer.

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