Suelo y trasvase
El Partido Popular (PP), con el plácet de sus dóciles socios nacionalistas catalanes, aprobó la Ley del Suelo de 1998, cuyo objetivo declarado era aumentar la disponibilidad de terrenos edificables para así hacer caer el precio de la vivienda. El resultado ya lo conocemos: el precio de los pisos, por las nubes; la construcción, a un ritmo desarrollista, y el paisaje, cada vez más irreconocible. Claro que en aquellos lugares donde llueve sobre mojado, es decir, donde el gobierno del Partido Popular se multiplica por dos, el efecto del fenómeno aumenta ostensiblemente: son centenares los proyectos urbanísticos planteados en Levante, decenas de campos de golf en estepas, ocupación casi total del litoral por vertiginosos edificios o extensas urbanizaciones, etcétera. Es principalmente por todo ello por lo que el trasvase del Ebro se les hace imprescindible, no necesario, que sería diferente, sino imprescindible para llevar a cabo todas esas transformaciones ambientales de gran calado cuyas consecuencias, desgraciadamente, pagaremos todos.
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