¿Y en Madrid qué?
Desde el principio de la asunción de competencias en materia de cultura, la Comunidad de Madrid ha ido realizando exposiciones a través de las que intenta mostrar, década a década, la actividad artística en su ámbito territorial. Ahora le ha tocado el turno a la de los años noventa. Obviamente, la proximidad del pasado mostrado ahora, de cuyo periodo nos separa apenas dos años, hace que esta última exposición, por su extremada proximidad a los artistas y las obras, no pueda permitirse el propósito historiográfico de las anteriores y sea una selección más o menos feliz de lo que se está presentando en la actualidad en las galerías. Así, la comisaria se ha decantado por el criterio de elegir obra reciente de artistas que al comenzar la década de los noventa estaban iniciando su carrera y que, por tanto, no han alcanzado aún la madurez.
MADRID AL DESCUBIERTO
Colectiva Sala de Exposiciones de la Consejería de las Artes Alcalá, 31. Madrid Hasta el 12 de enero de 2003
En el subtítulo de la exposición se hace alusión a un 'arte madrileño de los noventa', lo que induce a suponer que se sustenta la tesis de la existencia de algo que se puede llamar 'arte madrileño', de una actividad diferenciadora y característica de lo que se hace en Madrid en esta época de conductismo globalizador. Concretamente, el calificativo con el que se identifica esa caracterización (explícito también en el subtítulo) es 'multidisciplinar', término que se intenta hacer elocuente a través de la disparidad de medios físicos y técnicos de las obras y la imposibilidad de encontrar siquiera un rasgo común entre el trabajo de dos de los artistas aquí representados. Pero, dispersión procedimental y autismo creador no deben ser tomados como sinónimos de 'interdisciplinaridad'. Más bien, lo que la exposición pone de manifiesto es la ausencia de disciplinaridad, la incapacidad de la mayoría de los artistas reunidos en esta exposición para aceptar los principios de algún tipo de disciplina artística.
Creo que está muy bien que el genio creador del artista se revele contra cualquier disciplina, pero el resultado presentado no parece halagüeño, ya que en bastantes de estas obras la ausencia de disciplina ha conducido a abrazar lo anecdótico, lo caprichoso y lo banal, siendo muy pocas las obras que responden a planteamientos de rigor artístico o a propuestas conceptuales y, lo que es más llamativo, nulas las que aceptan un compromiso crítico con la época. Así, la mayoría de los artistas seleccionados parecen ser seres felices que se dedican a discursar sobre sus obsesiones personales con ingenio y desparpajo, lo que se resume en una colección de obras variopintas, de indudable atractivo plástico y visual, en las que se utilizan elementos tecnológicos, vistosas imágenes y objetos imprevisibles con los que se construyen y ensamblan volúmenes, se ocupa el espacio o se escenifican acciones.
Esta calma chicha que es la actual 'cultureta' de Madrid, en la que todo vale, en la que surgen genios sin contestación, en la que cualquier obra es 'fantástica', ha arruinado no sólo la época de los noventa, sino que será un lastre para las venideras. Imagino que no ha debido ser fácil realizar la selección de artistas y obras ya que, como se pone ahora de manifiesto, la década de los noventa en Madrid ha sido, desde el punto de vista de las artes plásticas, la peor del siglo.
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