Con el pie cambiado
¡Cómo es la realidad! En 1996, el PP pedía al Banco de España una rebaja de los tipos de interés. ¿Por qué? Porque deseaba que la economía creciera más sin perder un minuto. Ángel Rojo se resistió. El gobierno se enfadó. Los tipos empezaron a bajar. La economía se expandió.
La idea era que España necesitaba crecer más que sus vecinos para crear empleo y por ello había que convivir con una mayor inflación respecto a los grandes de la Unión Europea. Ya se ajustarían cuentas con la inflación. Era un punto de vista comprensible.
La economía española ganó velocidad. La inflación, un mal menor pasajero, se resistió a las exhortaciones oficiales. Toda la fase expansiva convivió con inflación. Ahora que España se desacelera, desde el 4,5% a menos del 2%, la inflación no sólo cede. Salta.
Durante el año 2002, las tendencias inflacionistas seculares hallaron en el euro un trampolín.
Y, ahora, el peor de los mundos. Porque el Banco Central Europeo se apresta a bajar los tipos de interés. Eso es bueno para el crecimiento económico, que España sigue necesitando. Pero mira por dónde, esto supondrá mayor oferta monetaria, más levadura inflacionista.
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