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Crítica:EMOCIONA!!! JAZZ
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Cúpula celeste

¿Musette? ¿Tarantela? ¿Tango? ¿Jazz? Richard Galliano es capaz de tocar todos esos géneros y encontrar insólitos puntos de enlace entre ellos. Aprendió enseguida a traducir los sonidos al lenguaje del jazz; después, gracias a su profesor, a casi todos los demás. Debía de ser un espectáculo ver a un tímido chiquilín de 10 años arrasando en los concursos de nuevos talentos con su prodigiosa técnica. Su encuentro crucial con Astor Piazzolla a principios de los 80 descubrió al improvisador experto el también maravilloso mundo de la composición. Y fue precisamente al Galliano de partitura y ensayo duro el que se pudo ver en el impresionante concierto que ofreció apoyado por un piano y un excelente quinteto de cuerda. Sobre el atril, obras magnas de Piazzolla (Otoño porteño, Vuelvo al sur, Milonga del ángel y Oblivion entre ellas). Pocos compositores pueden acaparar un programa sin dar síntomas de monotonía o asfixia de ideas.

Richard Galliano, Piazzolla forever

Richard Galliano (acordeón y bandoneón), Jean Marc Phillips-Varjadébian y Sébastien Surel (violín), Jean-Marc Apap (viola), Henri Demarquette (violonchelo), Stéphane Logerot (contrabajo) y Hervé Sellin (piano). Colegio de Médicos. Madrid. 12 de noviembre.

Galliano empezó a extraer un sonido de grandeza casi trascendental, que se oscurecía o se aclaraba según el carácter de la pieza. El acordeón se supo en las mejores manos y mostró orgulloso sus poderes. El francés no dejó de explotar ninguno de estos regalos sin olvidar que la prioridad era devolver color de vida pujante a la música de Piazzolla.

La tendencia no varió cuando el francés empuñó el bandoneón, un instrumento no diatónico que requiere una técnica bien distinta a la de su hermano mayor, para enfrentarse al Concierto para bandoneón y orquesta: la emoción seguía flotando en la atmósfera como un preso feliz. El quinteto de cuerda y el piano, todos franceses, se ajustaron con precisión casi científica a las evoluciones del solista.

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