Llegan las 'acciones' de las cajas de ahorro
Los inversores dispondrán con las cuotas participativas de un nuevo activo de renta variable ligado al beneficio de las entidades
La inminente aprobación de la Ley Financiera pondrá en el mercado un nuevo producto de renta variable ligado a los beneficios de las cajas de ahorro: las cuotas participativas. Se trata de una especie de acciones sin voto que deberán ofrecer rentabilidades superiores a los de la deuda pública y en el que se ha primado la estabilidad de la retribución. Las cajas salen a la luz de los mercados donde su gestión y las previsiones de sus beneficios serán las referencias decisivas para los inversores. Una posible competencia a las acciones bancarias.
La CNMV decidirá el mercado donde se negociarán las cuotas, aunque el AIAF de renta fija cuenta con más posibilidades que la Bolsa
Su rentabilidad debe ser mayor que la deuda y también deberá primarse la carencia de derechos políticos frente a las acciones normales
La ley permite crear un fondo de estabilización para compensar al inversor de las oscilaciones anuales en los beneficios de las cajas
Se prevé que estas cuotas sean más estables que las acciones por cuanto el negocio de las cajas varía menos que el de los bancos
La carrera de las cajas de ahorro para competir con los bancos va a recibir este mes de noviembre un último acelerón cuando se apruebe definitivamente la Ley Financiera. La cajas, que ya representan la mitad del sistema financiero español, van a disponer de un nuevo instrumento para captar dinero que les permita crecer y acometer nuevos proyectos de expansión. Se trata de las cuotas participativas, que, aunque estaban reguladas desde 1990, sólo fueron emitidas por la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA) por un importe de 30 millones de euros.
Caixa Galicia, por ejemplo, ya tiene todo preparado para cuando la Ley Financiera reciba el sí definitivo del Congreso. Otras cajas ya han anunciado que no recurrirán a las cuotas. Desde la CECA apuntan que las cajas van a tener un nuevo instrumento de financiación y se trata de una posibilidad, quedando a decisión de la asamblea de la caja si se emiten o no.
Estas cuotas participativas, que se asemejan a las acciones, no sólo permitirán a las cajas de ahorro captar recursos básicos de primera categoría a efectos de sus coeficientes de solvencia, sino que además abren el abanico de posiblidades de inversión. Los ahorradores tendrán en pocos días un nuevo activo en que colocar su dinero que es obligado conocer con precisión. Rentabilidad, riesgo y liquidez serán las incógnitas a despejar para este nuevo producto.
Las cuotas participativas que emitan las cajas de ahorro se negociarán en los mercados. Son títulos que figurarán a nombre de cada inversor (nominativos) y que se desembolsarán íntegramente en el momento de la suscripción. Además del valor nominal de la cuota participativa, el inversor deberá pagar una prima fijada en el momento de su lanzamiento al mercado. Serán, por tanto, un producto líquido y que llevará a estas entidades al juicio diario de inversores y analistas. Desde la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) explican que todavía no han decidido el mercado en el que se negociarán las cuotas. Las posibilidades son las bolsas o el mercado AIAF de renta fija. Sin embargo, los expertos consultados estiman que es el mercado AIAF es el que cuenta con más posibilidades para negociar estos activos.
Esteban Sánchez, director de análisis y consultoría bancaria de Analistas Financieros Internacionales (AFI), explica que la liquidez de estos productos dependerá de la confianza que generen en los inversores. 'Ningún inversor podrá tener más de un 5% de una emisión de cuotas participativas, por lo que este producto encaja más dentro de los ahorradores particulares que de las grandes instituciones. Irán dirigidos, pues, a los minoristas'.
El capítulo más jugoso de las cuotas participativas es el referido a su rentabilidad. Son un producto de renta variable porque la ganancia que ofrezcan anualmente está ligada con los beneficios que consiga la caja de ahorro. Por tanto, dependiendo de la marcha de esos beneficios, será la rentabilidad obtenida. Y no sólo de los beneficios actuales, sino los futuros, tal y como ocurre con las acciones. En este sentido, su rentabilidad podría asimilarse a la un dividendo.
Rentabilidad
Esteban Sánchez apunta a que su ganancia será superior a la deuda del Estado. 'No hay que olvidar que se trata de un producto con riesgo y debe ser más rentable que aquellos que no lo tienen. Además, las cuotas participativas carecen de derechos políticos y el inversor deberá tener una compensación a esa falta de voz y voto en la gestión de la caja'. Así, en la coyuntura actual, estos activos deberían ofrecer rentabilidades en torno o superiores a un 6% anual, según cálculos de los expertos.
Pero la ganancia no sólo vendrá por el reparto que se haga de parte del beneficio neto (después de impuestos) que obtiene anualmente la caja. También se producirán plusvalías y minusvalías porque estas cuotas participativas se negociarán en los mercados y, lógicamente, su precio oscilará. Aquí, nuevamente, vale el símil con las acciones. Con esta valoración diaria de las cuotas, las cajas deberán cambiar aspectos sustanciales en su comunicación. Aparecen los inversores y los analistas a los que habrá de convencer e informar sobre las bondades de la gestión, sobre la marcha de la caja y sus previsiones a futuro. Una revolución importante para las cajas que opten por emitir cuotas porque en el precio de este nuevo activo debe incorporarse la gestión y sus perspectivas.
Uno de los aspectos más curiosos de estas cuotas participativas es el del porcentaje del beneficio que finalmente recibirán los propietarios de las cuotas. Su cálculo es algo complicado. La emisión de estas cuotas supone la creación de tres fondos: fondo de participación, fondo de reservas y fondo de estabilización, siendo este último optativo.
Aunque el mecanismo de retribución a los cuotapartícipes dependerá de las condiciones que se especifiquen en cada emisión, existen una serie de criterios de carácter general. Del beneficio neto de la caja se destinará a la retribución de las cuotas el porcentaje que supone el volumen de cuotas en circulación sobre los recursos propios básicos de la entidad. De este importe, un porcentaje establecido en función de las condiciones de la emisión y de los niveles de solvencia de la entidad pasará a formar parte del fondo de reserva, es decir, no se distribuye efectivamente entre los titulares (dicho fondo tiene la consideración de recurso propio básico). El importe restante es el que efectivamente se distribuirá entre los cuotapartícipes, en función del porcentaje de cuotas participativas con que cuente cada inversor. Además, en lugar de distribuir íntegramente estos recursos, la entidad podrá crear un fondo de estabilización, con la finalidad de evitar una excesiva fluctuación en la retribución anual de las cuotas.
Para Esteban Sánchez, este fondo de estabilización es muy importante, ya que 'introduce confianza en un producto novedoso como las cuotas. Así, si tras un ejercicio de muy buenos resultados sigue otro de caída del beneficio, el inversor podrá finalmente percibir el mismo dinero, utilizando ese fondo de estabilización'.
Activos estables
Partiendo de estos criterios generales, será potestad de la asamblea general de la caja de ahorro especificar la distribución del beneficio y la retribución de las cuotas. No obstante, en aquellos casos en los que la caja de ahorro presente un déficit de recursos propios, se destinará al fondo de reserva el cien por cien del excedente que les correspondería a las cuotas. La retribución de los inversores con cargo al fondo de estabilización, en este supuesto, requerirá autorización previa del Banco de España. En definitiva, prima la solidez financiera de la entidad a la retribución del inversor.
Supuestos que indican que estas cuotas participativas tienen riesgo, ya que su rentabilidad va ligada al beneficio y a la propia solvencia de la caja de ahorro que las ha emitido. Eso sí, los expertos apuntan a que son activos más estables que las acciones tradicionales. La experiencia lo demuestra en la marcha de las cuotas ya existentes de las cajas noruegas, que cuentan con una volatilidad menor que las acciones. Además, existe otro argumento en favor de la mayor estabilidad de estos activos: el propio negocio de las cajas, más centrado en una clientela minorista.
Las bondades que se destacan en el mundo de las cajas sobre la captación de recursos propios básicos que suponen las cuotas y que permitirán huir de la dependencia de la deuda subordinada o de las participaciones preferentes, tienen su contrapunto en las críticas que ven estas cuotas como un paso previo a la privatización de estas entidades financieras. También se especula con que el dinero que va a ir a retribuir a los inversores se detraiga de aquel que las cajas destinan a la obra social y que sale del mismo saco: los beneficios de la caja.
La primera suspicacia se ha disipado, puesto que estas cuotas carecen totalmente de derechos políticos. Además, los inversores no podrán adquirir más de un 5% de la emisión y si algún inversor osase superar este porcentaje perdería inmediatamente los derechos económicos que van ligados a estos activos. Aunque estas cuotas se emiten a perpetuidad, también la caja se reservará siempre el derecho de poder amortizar la emisión. En cuanto a la obra social, no existe un control tan numérico. Los defensores de las cuotas apuntan a que las cajas se fortalecerán con estos recursos captados vía cuota y habrá más dinero para repartir en obra social. A medida que la caja crece, sus recursos para este apartado también aumentarán. Un argumento interesante, pero que precisa de comprobación empírica.
Una operación con potencial de 7.000 millones de euros
En la emisión de cuotas participativas se han establecido unos límites que llevarían, en el caso de que todas las cajas emitiesen cuotas, a un volumen de 7.000 millones de euros durante el primer año.
El legislador ha tomado como referencia el patrimonio de las cajas que se compone del capital suscrito, las primas de emisión -hasta ahora inexistentes- de las reservas y de las reservas de revalorización. Para el conjunto del sector este apartado suma una cifra de 26.718 millones de euros, según datos facilitados en agosto de este año por la Confederación Española de Cajas de Ahorrros, que preside Juan Ramón Quintás. Las cajas sólo podrán emitir, como máximo, cuotas por valor del 50% de su patrimonio (casi 14.000 millones), y lo deberán hacer en dos plazos del 25% el primer año y otro 25% en el segundo.
Pero estos datos no son estáticos, ya que a medida que el patrimonio de las cajas vaya creciendo, incluso por la propia emisión de las cuotas, se podrán seguir emitiendo con ese límite genérico del 50% de su patrimonio. El volumen de las cuotas es, pues, un concepto dinámico, porque varían los fondos que se toman como referencia y el límite de la emisión. En la regulación de estas cuotas también se recoge el derecho de suscripción preferente por parte de los anteriores inversores.
La Caixa y Caja Madrid son las entidades que cuentan con un mayor patrimonio. La entidad catalana cuenta con un patrimonio de 3.983 millones de euros, lo que facultaría para emitir cuotas participativas el primer año por casi 1.000 millones de euros. El patrimonio de Caja Madrid es ligeramente inferior (3.750 millones de euros) y accedería vía cuotas a una financiación similar.
Desde la CECA insisten en opción y no en imposición de esta fórmula de financiación. Ahora bien, los expertos apuntan a que en la decisión de las cajas influirá mucho lo que hagan sus competidoras. Los movimientos de las grandes a nivel nacional y lo que hagan en sus respectivas economías las de vocación regional podrá suponer una ventaja competitiva que, finalmente, provoque una emisión masiva de cuotas.
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