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Reportaje:

Poder popular

En el noventa y nueve y pico por ciento de los pueblos y ciudades españolas, el ayuntamiento es la principal, si no la única, referencia de poder de los ciudadanos para resolver un problema inmediato, sea o no de la competencia estricta del municipio'. Lo que dice Rita Barberá, alcaldesa de Valencia y presidenta de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), no tiene nada que ver con que ella sea una destacada dirigente del PP, auténtica pata negra del partido del Gobierno.

Con otras palabras, el alcalde socialista de A Coruña, Paco Vázquez, o la primera edil de Córdoba, la comunista Rosa Aguilar, vienen a decir lo mismo al lamentarse de que esta realidad sociológica no sea reconocida en el reparto de la tarta presupuestaria, generoso con las comunidades autónomas y tacaño con los ayuntamientos.

'El Ayuntamiento es la principal, si no la única, referencia de poder de los ciudadanos para resolver un problema inmediato'
La Administración municipal sigue siendo la cenicienta a la que no se hace mucho caso hasta que hay urnas de por medio
Casi no hay ya ciudad de tamaño medio que no aspire a tener su 'Guggenheim' para atraer a los visitantes que buscan las 'nuevas catedrales'
'El despacho de un alcalde está en la calle', asegura Rita Barberá, que se gana a los valencianos en las distancias cortas, a golpe de gestos y campechanía
El toque de izquierdas de Rosa Aguilar en Córdoba se basa en la participación, la apuesta por los barrios y la eliminación de las fronteras sociales
El socialista atípico Paco Vázquez ha transformado A Coruña gracias a mayorías absolutas basadas en que le votan la izquierda y la derecha

Pese a la cercanía al ciudadano, la Administración municipal sigue siendo la cenicienta a la que nadie hace mucho caso hasta que hay urnas por medio. Como las que en mayo se presentan como primer asalto socialista al Gobierno central, pero que a escala local se contemplan como oportunidad para afrontar nuevos desafíos y remediar viejos problemas desde el poder más cercano.

Este olvido presupuestario (tan sólo el 13% del dinero de los impuestos va a parar a los ayuntamientos) coexiste con un espectacular despegue desde el advenimiento de la democracia que ha hecho posible en un cuarto de siglo cambios de calado histórico que, no sin puntos oscuros, afectan a la estructura física de los municipios (con grandes obras públicas y edificios singulares con la firma de arquitectos de fama internacional), a la calidad de vida y al renacimiento del orgullo local.

Los alcaldes de las tres ciudades elegidas para este reportaje (Rita Barberá, Paco Vázquez y Rosa Aguilar) son políticos de peso que, desde diferentes atalayas ideológicas, impulsan cambios trascendentales, ya sea con la fuerza de la mayoría absoluta (en Valencia y A Coruña) o desde la coalición que fuerza una cultura del pacto (en Córdoba).

En Córdoba, de 315.000 habitantes, el llamado Plan RENFE ha eliminado una de las dos grandes barreras que dividían sociológicamente a la ciudad. El otro gran muro, el río, está dejando de serlo gracias a dos nuevos puentes (en los 2.000 años anteriores sólo se construyeron tres) y a proyectos como el Balcón del Guadalquivir, la ampliación del cauce (que será parcialmente navegable) y el Palacio del Sur, encargado al arquitecto holandés Rem Koolhaas y que se ubicará en la ribera más pobre.

El recurso a los grandes arquitectos se ha generalizado tanto que casi no hay ya ciudad de tamaño medio (y las tres elegidas lo son, con permiso de Valencia y sus 740.000 habitantes) que no quiera tener su Guggenheim, capaz de atraer a un tipo de visitantes fascinado por las nuevas catedrales. A Rita Barberá se le atribuye la frase 'me falta un Moneo', para añadir a un elenco en el que ya están Norman Foster, con su palacio de congresos, y Santiago Calatrava, que casi ha concluido en el viejo cauce del Turia una Ciudad de las Artes y las Ciencias que imprime carácter. Un imán para la nueva raza de turistas, atraída tanto por los monumentos del presente como por los del pasado.

Las ciudades rompen fronteras físicas que parecían eternas. Saltan o suprimen vías y ríos, o se abren al mar. A Coruña, de unos 240.000 habitantes, no es una excepción, y su alcalde, el socialista Paco Vázquez, se enorgullece de manera muy especial del paseo marítimo más largo de Europa (llegará a tener 13,5 kilómetros). Otra seña de identidad es la cadena de museos interactivos: la Casa de los Peces, la Casa de las Ciencias, la Casa del Hombre (Domus)... y -renovación de la mayoría absoluta mediante- pronto la Casa de los Antepasados. Aunque los enemigos del alcalde estimen que lo que más simboliza su 'megalomanía' es el Monolito del Milenio, alias El Pacolito.

Orgullo ciudadano

Coruñeses, cordobeses y valencianos están orgullosos de serlo, presumen de la transformación de sus ciudades y aspiran a que sean modelo de desarrollo armónico, de entornos urbanos con toda clase de servicios pensados para el disfrute integral. Pero no es oro todo lo que reluce. El proceso está lleno de luces y sombras.

Valencia es, desde hace 11 años, territorio de Rita Barberá. Una política de pura raza, imbatible en las distancias cortas y que se gana a la gente a golpe de gestos, accesibilidad y campechanía. El secreto de sus mayorías absolutas, que muy probablemente renovará el año próximo, no es tal cuando se la ve en acción. Destaca que 'el despacho de un alcalde está en la calle', pero niega que lo suyo sea mucha imagen y poca gestión. 'Eso lo dice la oposición para desnaturalizar un trabajo que implica más del doble de inversión que en la etapa socialista. En desarrollo urbanístico equilibrado, en equipamiento de los barrios, en superación de carencias de servicios esenciales, en metros cuadrados de jardín por habitante, en aumento del bienestar social, en convertir a Valencia en referente de la sociedad de la cultura y el conocimiento, en nuevas tecnologías'.

Barberá sostiene que en los ochenta, con los socialistas en el Ayuntamiento, 'la ciudad se quedó apática, paralizada, sin impulso ni autoestima'. Ricard Pérez Casado, hoy diputado y entonces alcalde, niega la mayor. En su opinión, Valencia tenía entonces un proyecto basado en la complicidad de la sociedad, en la puesta en valor como capital integradora de la comunidad autónoma, en la voluntad metropolitana, en la capacidad de competir con otras ciudades y en grandes obras de infraestructura urbana y cultural capaces de convertirse en elementos de referencia. 'Esas líneas maestras', señala, 'eran difíciles de destruir, pero se ha echado agua al vino'.

Otro socialista, el candidato a la alcaldía Rafael Rubio, incide en que Rita Barberá se aprovechó del terreno abonado por el PSOE y denuncia que, más allá de una fachada brillante, construida gracias a las oportunidades de negocio concedidas a los empresarios inmobiliarios, Valencia tiene una oscura trastienda: 'Falta de planificación y de proyecto a medio y largo plazo, dicotomía entre barrios nuevos y antiguos, insuficiencia de equipamientos sociales, promoción del oropel y la feria de vanidades, tráfico caótico y un índice de criminalidad (73.000 delitos en 2001, cinco denuncias por hora) que ha hecho de Valencia un parque temático de la delincuencia'.

Rubio llama a una 'rebelión cívica' y hace las cuentas de la lechera sobre las posibilidades, no ya de ganar, sino de impedir que la alcaldesa renueve su mayoría absoluta. Algo improbable mientras, como señala Jordi Palafox, catedrático de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad de Valencia, ésta siga siendo 'una ciudad muy autosatisfecha', que proclama como artículo de fe 'somos los mejores' sin parar mientes en que se vive de proyectos pasados, en que no existe un auténtico proyecto de ciudad para el siglo XXI.

Pese a todo, Palafox admite que Barberá 'ha devuelto el orgullo y la autoestima a los valencianos'. Algo que no le niega ni Carmen Vila, presidenta de la Federación de Asociaciones de Vecinos, que añade: 'Es muy lista. Su imagen le preocupa por encima de todo. Vive el cargo a tope. Sabe decir a cada ciudadano lo que quiere oír y le preocupa mucho la gestión, aunque sin desmenuzar los temas. Lo cierto es que atiende la mayoría de nuestras reivindicaciones concretas'.

El de la vivienda es uno de los problemas más sentidos por los valencianos (y por los coruñeses y cordobeses), y más tras hacerse público que el precio aumentó el último año en un 19%. Barberá sostiene que 'Valencia sigue siendo una de las ciudades de pisos más baratos de España, lo que demuestra que se ha hecho una buena gestión del suelo'. Pero Benjamín Muñoz, secretario general de la Federación de Promotores Inmobiliarios, hace notar que, 'como en la parábola de los talentos, la alcaldesa ha administrado la hacienda que heredó, pero no ha sabido multiplicarla'. En realidad, sostiene, 'todo estaba ya marcado en el Plan General de Ordenación Urbana de 1988, que cerraba la ciudad a cal y canto, lo que ha supuesto una angustiosa escasez de suelo. Para superarla es necesario abrir la ciudad'.

El desarrollo de Valencia ha tenido en la figura del agente urbanizador, creada en 1994, uno de sus ejes clave. 'Gracias a ello', sostiene Muñoz, 'se han urbanizado tres millones de metros cuadrados'. Pero, añade, no es el Ayuntamiento el que planifica (si acaso corrige planes ajenos), sino la iniciativa privada, que crea los nuevos equipamientos que al final inaugura la alcaldesa.

El caso de A Coruña guarda ciertas similitudes con el de Valencia. La ciudad está regida desde 1983 por Paco Vázquez, el más veterano de los alcaldes de capitales de provincia, un socialista que elogia al Opus Dei, cuya heterodoxia le llevó al borde de la expulsión del PSOE, que hace buenas migas con Manuel Fraga y al que vota tanto la izquierda como el centro-derecha. Un rey de la mayoría absoluta (17 concejales de 27).

Como señala el propio Vázquez, él es 'como la aldea de Astérix, rodeada de romanos', es decir, de un 'mar popular', sobre todo en Galicia, donde la hegemonía de Fraga es tan indiscutible como la suya. Tal vez por ello ha hecho virtud de la convivencia con el adversario. Aunque diferencias ideológicas, como las meigas, haberlas haylas. 'No creo que exista una ciudad de más de 200.000 habitantes con una política de bienestar social tan avanzada como La Coruña . Pero si hay que acometer una gran obra de infraestructura, en la que intervienen otras administraciones, como ahora con el AVE, tengo que dialogar y colaborar'.

En casi 20 años, Vázquez ha tenido tiempo de ir perfilando su proyecto de ciudad de mediano tamaño, al estilo nórdico: 'Una ciudad de servicios, de crecimiento sostenible, respetuosa con el medio ambiente, creadora de espacios públicos y zonas verdes, con altos niveles educativos'. Otro timbre de gloria es el tranvía, con nueve kilómetros de raíles, que llegarán a 40, y se convertirá en el 'metro ligero', base de comunicación dentro de A Coruña y de un entorno de otros 200.000 habitantes.

Enrique Tello, portavoz en el Ayuntamiento del Bloque Nacionalista Galego, recuerda el origen de la ascensión de Vázquez: su abandono del Parlamento autónomico cuando éste apostó en 1983 por Santiago de Compostela como capital regional: 'Vázquez, con muletas y todo, encabezó la gran manifestación de protesta en A Coruña. Luego se convirtió en el depositario de las fuerzas vivas de la ciudad, del centro a la extrema derecha. Fue la derecha quien le aupó, y él, con lenguaje de izquierdas, se convirtió en su factótum. Y sigue siéndolo'. Con eso, y la apropiación del coruñesismo y el viejo sentimiento liberal-republicano, ha convertido la ciudad en 'paraíso de la especulación salvaje'.

Antonio Amor, presidente del área comercial Obelisco, asociación de comerciantes del centro, comparte la preocupación por una política que 'desertiza y deteriora la zona. No ha habido un proyecto que sincronizase lo nuevo con lo viejo'. En su opinión, 'el globo es muy bonito: recuperación del tranvía, ampliación del paseo marítimo, pirulí del Milenio, el Superdepor campeón, pero está vacío. Y para el pequeño comercio ha sido nefasto'.

Las dudas sobre la pérdida del talante participativo de Vázquez calan tanto que el candidato del PP al relevo, Fernando Blanco Córcoba, utilizará este lema electoral: Por un alcalde dialogante. Y se explica: 'Un alcalde que hable con la gente, que no sea arrogante y prepotente'. Falta saber si un político del instinto de Vázquez percibirá esta fisura y se echará de nuevo a la calle, como en los viejos tiempos en que hizo arte del populismo. Entre tanto, Córcoba intenta que el voto de la derecha vuelva a la derecha. Algo lógico en otros sitios, pero no en A Coruña.

Antonio Vázquez Liñeiro, director del Taller de Arquitectura y Urbanismo TAU, cree que las sucesivas mayorías absolutas de Vázquez hacen justicia a un alcalde capaz, como Haussman en el París del siglo XIX, de transformar hasta el tuétano una ciudad. 'Y se ha hecho', señala, 'generando bienestar para el ciudadano'.

Lo que para Antonio Amor era un fallo, para Vázquez Liñeiro es un acierto: 'Se han creado nuevos barrios, como Los Rosales, que no son ciudades dormitorio, sino centros de vida, y se han distribuido por diversas zonas elementos integradores de la ciudadanía. Con todo y eso, su gran éxito es la apertura de la ciudad al mar, la mayor actuación urbanística de la historia de A Coruña'.

Antón Losada, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Santiago, cree que el fenómeno Vázquez se explica 'por el carácter poliédrico del alcalde, su enorme capacidad de metamorfosis, de utilizar diferentes lenguajes, lo que le permite sintonizar igual con un ama de casa que con el presidente de Caixa Galicia. Cogió,' añade, 'una A Coruña sin rumbo, sucia, destartalada y al borde del KO, se convirtió en su líder y marcó una dirección clara: la de la transformación urbanística, la apertura al mar y la conversión en ciudad de servicios. Vende a la izquierda la dimensión más social, y a la derecha, la creación de riqueza'. Entre los puntos oscuros, destaca que 'Vázquez abusa de la confrontación con Vigo y Santiago, tiene una guerra absurda contra el gallego, permite la especulación inmobiliaria y desarrolla una política urbanística que beneficia a los constructores más que a los ciudadanos'. Y, tal vez lo más importante, que 'como su liderazgo es tan abrumador ha perdido la rutina democrática, no explica sus proyectos y ha empobrecido el debate público'.

Las cosas son bastante diferentes en Córdoba. Una comunista, Rosa Aguilar, es alcaldesa desde 1999 pese a que sólo nueve de los 29 concejales son de Izquierda Unida, gracias a un pacto que el líder local del PSOE (seis), José Mellado, pone al servicio tanto de la ciudad como de su aspiración de ser califa en lugar del califa. Y todo eso con el PP y su portavoz, Rafael Merino, soñando con que el puñado de votos que le faltó en 1999 para repetir como alcalde (logró 14 concejales) caiga en su cesto gracias al mensaje de que Córdoba tendrá mucho que ganar si está en el Ayuntamiento el mismo partido que en el Gobierno de España.

Rosa Aguilar, coronada por las encuestas como la dirigente política más popular de Andalucía, se esfuerza en que se note la marca de la izquierda. 'La palabra clave es participación', asegura la alcaldesa al defender un modelo 'que mira al ser humano y pretende igualar a los ciudadanos en calidad de vida'. En 1999 prometió que sería la hora de las barriadas. 'Y lo estoy cumpliendo', afirma con orgullo. Córdoba, añade, es la ciudad con más sector público, con más empresas municipales, y 'eso permite un desarrollo sostenible y una clara apuesta medioambiental, con detalles como 30 kilómetros de carril bici'.

El toque de izquierdas se nota en los presupuestos participativos, que hacen posible que los vecinos decidan sobre el destino de seis millones de euros. Incluso en la lucha por la igualdad de género, que incluye la celebración de un pleno mensual de mujeres para condenar la violencia y los malos tratos. Y en la recuperación del papel de las asociaciones ciudadanas, que el PP, dice Aguilar, 'dejó prácticamente en la alegalidad'.

El ex alcalde del PP José Merino recuerda que en sus cuatro años de gestión redujo el desempleo (la gran espina que tiene clavada la alcaldesa) de 28.000 a 20.000 trabajadores y que con el actual equipo ha vuelto a ascender a 23.000. El Ayuntamiento, añade, tiene herramientas suficientes para generar trabajo, por ejemplo utilizando el Plan General de Ordenación Urbana, favoreciendo inversiones privadas y creando proyectos culturales y turísticos.

El urbanismo y la vida

El aspecto social permea su apuesta por las grandes obras públicas, desde el plan del río hasta el polémico Palacio del Sur, el Plan de Excelencia Turística, el Parque Joyero o el impulso al Parque Tecnológico. Rosa Aguilar cree un error pensar que lo más importante es el urbanismo: 'Lo es para la planificación, para hacer la ciudad habitable y garantizar calidad de vida, para evitar un desarrollo inarmónico y especulativo, pero no hay que lanzarse a una carrera de ladrillos, sino apostar por el desarrollo sostenible, la cultura y la educación en los valores y la libertad'.

No sólo existe la alternativa del PP. También está la del PSOE, que se hace carne en José Mellado, quien la explica así: 'Es de carácter socialdemócrata, conjugando la inversión privada con la integración social, para lograr una ciudad en evolución permanente, sin murallas invisibles, que no se enroque'. El concepto básico no debe ser el espacio, sino el tiempo, que, gracias al avance de las comunicaciones, puede cambiar los hábitos de vida de millones de personas y, por ejemplo, pondrá en 2005, AVE mediante, la Costa del Sol a tan sólo 40 minutos. Mellado sueña con una ciudad con millones de metros cuadrados de suelo industrial, con espectaculares ofertas de ocio y cultura, algo 'muy difícil de conseguir en coalición'. Este antiguo alcalde de Fuente Obejuna, responsable en Córdoba del área clave de urbanismo, afirma que necesita ocho años de mayoría para dar a la ciudad lo que necesita: 'Un segundo hervor'.

Manuel Pérez Yruela, director del Instituto de Estudios Sociológicos Avanzados de Andalucía, cree que la bicefalia en el Ayuntamiento ha impedido consolidar un proyecto de izquierdas basado en la participación. Él ve una ciudad más moderna y autosatisfecha, bonita y agradable para pasear, tranquila, amable para vivir, bien ubicada, que ha superado grandes déficit de infraestructura, con un Ayuntamiento volcado en los barrios, semillero de votos de IU, y con una sociedad poco articulada, cortada aún por el río.

En su opinión, Córdoba se enfrenta al gran reto de reinventarse, de crear una identidad basada en la interacción social. Respeta mucho a Rosa Aguilar, pero cree que ni ella, ni ningún otro alcalde anterior, es de esa raza especial capaz de vender un sueño.

Fachada del Ayuntamiento de la localidad madrileña de Morata de Tajuña.
Fachada del Ayuntamiento de la localidad madrileña de Morata de Tajuña.RAÚL CANCIO

La segunda descentralización

DICE RITA BARBERÁ, alcaldesa de Valencia y presidenta de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), que 'no hay colectivo más solidario que el de los alcaldes' porque comparten un mismo sentimiento de haber salido malparados en el reparto de competencias y recursos que dio origen al Estado de las autonomías. 'Hemos apoyado de manera callada y corresponsable', añade, 'la consolidación de ese modelo y a lo largo de los últimos 25 años 'hemos visto cómo se transferían competencias a las comunidades que deberían ser nuestras'. Hace falta una segunda descentralización, los llamados 'pactos locales autonómicos'. Y ése es el compromiso que Barberá dice que ha arrancado de José María Aznar. Que se repita hasta la saciedad no hace más real la frase 'ha llegado la hora de los ayuntamientos'. Se pretende que los municipios tengan suficiencia financiera, mayor participación en los impuestos del Estado, como el IVA o el IRPF, e incluso un cierto grado de política fiscal propia. Un 25% de los recursos presupuestarios es la aspiración más compartida. Ahora supera apenas el 13%.El coruñés Francisco Vázquez, que presidió la FEMP antes que Barberá, asegura que 'es un auténtico milagro que los ayuntamientos abran cada mañana', y que la municipal es una 'Administración cautiva'. Y no es un problema de ahora, reconoce: 'Siempre ha sido igual, con UCD, con el PSOE y con el PP'. Olvidada, mal atendida, sujeta a una promesa incumplida de pacto local que se renueva cuando se acercan las elecciones. Ésta es la gran asignatura pendiente de la democracia,Rosa Aguilar, alcaldesa de Córdoba, coincide en que 'el Gobierno central no tiene sensibilidad municipalista. No transfiere ni recursos ni competencias a los ayuntamientos, que somos los que más rentabilizamos el dinero público para los ciudadanos'. Cree urgente un pacto local, con participación de las tres administraciones, que dé voz y voto a los alcaldes en el Consejo de Política Fiscal y Financiera, donde se parte el bacalao. Allí, recuerda, están las comunidades autónomas y el Gobierno central. ¿Y cómo actúan? 'Primero se reparten ellos el pastel y apenas si dejan las migajas para los ayuntamientos'.

Boda civil en el alcázar cordobés

NO FALTÓ NI LA HOMILÍA. Laica y progresista, como la oficiante, que casa los viernes: Rosa Aguilar, alcaldesa de Córdoba por gracia de los votos y el pacto con el PSOE. Mari Loli Vallesquino y Alfonso Iniesta disfrutaron de un marco espléndido (la sala de los mosaicos del Alcázar de los Reyes Cristianos), de la música de Albinoni, los Beatles y Beethoven, y de las citas de Kahlil Gibran: 'El amor, una atadura. Las cuerdas del laúd están separadas aunque vibren con la misma música'.

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