'Cada vez que acabas un libro te entra escalofrío pensar en escribir un nuevo poema'
A sus 67 años, Ivan Junqueira es un clásico de la poesía brasileña, tan preocupado con la perfección de la forma que sus obras poéticas, en 30 años de escritor, se cuentan con los dedos de la mano. Entre ellas las más conocidas son: Os mortos, Tres meditaçoes na corda lírica, A rainha arcaica, Cinco movimentos, O grifo y A sagração dos ossos. En 1999, Junqueira, premio Nacional de Poesía, publicó Poemas reunidos a los que acompaña un aparato crítico de su obra poética realizado por diversos autores. Avaro en sus publicaciones, cada una de ellas supone un acontecimiento literario.
Junqueira, que además de poeta es uno de los pilares culturales de este país, crítico literario y académico de la lengua ha abierto, con sus traducciones de T. S. Eliot, Marcel Proust, Leopardi, Charles Baudelaire, Dylan Thomas, Marguerite Yourcenar, Jorge Luis Borges, G. K. Chesterton, etcétera, las puertas de la cultura literaria mundial a este país.
'Mi poesía es una poesía de la vida porque, a pesar de ser agnóstico, de no creer en ningún Dios, sigo considerando monstruosa la muerte'
Su obra ha sido publicada en Alemania y Dinamarca y se va a traducir en Italia mientras, curiosamente, como acontece con otros grandes escritores brasileños, aún no se ha traducido al español, lengua que el poeta domina perfectamente aunque prefirió hablar en su lengua materna durante esta entrevista concedida en su despacho de la Academia Brasileña de las Letras en la que sustituyó el sillón del célebre poeta fallecido João Cabral de Melo Neto.
PREGUNTA. Podría definir su poesía para el público español.
RESPUESTA. Creo que ningún poeta es capaz de definirse a sí mismo, pero haciendo un esfuerzo diría que mi poesía paga el tributo a lo que en la historia hay de antiguo y que aún no ha muerto, a ese algo del pasado que nunca muere. Yo, soy yo y los poetas de 25 siglos de poesía de la humanidad.
P. Algunos críticos tildan su poesía de intelectual y racional.
R. No, porque la poesía no existe sin emoción. Tiene que producir emoción. Otra cosa es que la poesía se nutra de la cultura de su autor. Y no son dos cosas antitéticas. Piense en Baudelaire, con su perfección de la forma y que produce una profunda emoción, o Eliot. ¡Quién más intelectual que Pessoa! y, sin embargo, es más leído que el propio Camõens. O García Lorca cuya poesía es profundamente intelectual, pero de una belleza emotiva insuperable, o Borges, de quien sostengo que lo mejor de su creación es su poesía.
P. También se dice que la suya es una poesía de muerte.
R. Al revés, mi poesía es una poesía de la vida, porque a pesar de ser agnóstico, de no creer en ningún Dios, sigo considerando monstruosa la muerte. Quizá lleve razón Marco Lucchesi, cuando afirma que yo escribo poesía para no desesperar de mí y de las cosas. Nada más.
P. ¿Cuándo nació en usted la vocación por la poesía?
R. A los 15 años ya leía los presocráticos. Me interesaba por todo: cine, literatura, arte, música... Fui un adolescente agitado. A los 23 años me apasioné por los Cuatro cuartetos, de T. S. Eliot. Un año después me puse a traducirlos. Y por cierto, a los que querrían que escribiera más poesía siempre les recuerdo que Eliot apenas si escribió 70 poemas y Leopardi sólo 40. Cada vez que acabas un libro te parece que ya no vas a poder superarlo y te entra escalofrío pensar en escribir un nuevo poema.
P. ¿Cómo ve la salud de la poesía brasileña moderna tan poco conocida en el extranjero?
R. La obra poética en Brasil siempre fue muy fuerte y muy densa y lo sigue siendo. Lo que ocurre es que cada vez más los poetas actuales se están desinteresando de su formación literaria y cultural. Leen muy poco y menos a los clásicos. Hay mucho talento por ahí, pero el talento es sólo un ingrediente del arte, sin mucha lectura no hay poetas de verdad. Sólo el tiempo cristalizará a los poetas verdaderos. El peligro es que los poetas quieran convertirse en best seller, en actores, con ganas de aparecer. La poesía verdadera nace en el silencio, en la oscuridad, en la lectura, sin prisas.
P. ¿Cree que la poesía, junto con la música, son los dos lenguajes más universales de la humanidad?
R. Son dos artes que se mezclan entre sí. No podemos olvidar que la poesía es el lenguaje de los lenguajes y que nace con Orfeo que tocaba la lira, nace de la música. Pero hay que distinguir entre la 'música de la poesía' y las letras para la música popular. Eso no es poesía, es otra cosa.
P. ¿La poesía puede aún tener una función en esta sociedad globalizada y caótica?
R. Creo que la función primordial de la poesía, ahora y siempre, es la de producir emoción y belleza. Si se renuncia a esos dos elementos nos hallamos ante la muerte. Creo que la poesía tiene la función de encantar y de limpiar la cabeza para poder mirar al mundo con otros ojos. La poesía sirve para abrir los párpados cerrados de quienes no querrían despertarse. Yo empecé, de joven, a estudiar medicina porque pensaba que así podría ayudar mejor a la humanidad, hasta que tomé conciencia de que la humanidad no quería ser ayudada y entonces lo dejé y me inscribí en la Facultad de Filosofía.
P. Suele decirse que la poesía es para pocos, que no todos la entienden ni a todos les gusta y que los niños y jóvenes son incapaces de alcanzarla y apreciarla y que por eso las editoriales no invierten en poesía.
R. Yo también siempre pensé así, pero mi sorpresa, no hace mucho, fue cuando tres amigos míos diferentes me dijeron que sus hijos adolescentes que habían empezado a leer uno de mis libros más duros A sagração dos ossos, sobre el tema de la muerte, no conseguían soltarlo. También pienso hoy que los niños tienen una capacidad y una facilidad inéditas para entender y gustar la poesía porque ellos no están aún estructurados, no tienen, como los adultos, miedo a las metáforas más atrevidas quizá porque, al igual que los animales, no conocen el miedo a la muerte.
P. A propósito de metáforas ¿cuál escogería para definir el futuro tan poco halagüeño de esta sociedad?
R. La de Eliot de 'la tierra devastada', porque me es difícil imaginar que, por lo menos a corto plazo, la humanidad pueda mejorar. Hoy estamos empapados en la lógica de la globalización que es terriblemente excluyente. Cada vez los pobres de la tierra se están quedando más en la cuneta. Mientras el gran Rey siga siendo el lucro, no le veo solución al mundo. Y estamos hasta sin Mesías, aunque si alguno apareciera volverían a apedrearlo. Ésta es la sociedad de la información, pero no de la sabiduría. Si esto es ser pesimista, como algunos me califican, entonces sí lo soy.
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