Dalí en estado puro
Sería arriesgado, aunque plausible, aventurar que la publicación, en 1927, de La visió artística i religiosa d'en Gaudí, de Francesc Pujols (Quadern Crema), podría estar en el origen, junto a la mucho más evidente teoría psicoanalítica de Sigmund Freud, del método paranoico-crítico que pocos años más tarde formularía Salvador Dalí como eje central de sus obras surrealistas y que tendría uno de sus mejores exponentes en el libro El mito trágico de 'El Ángelus' de Millet. De la admiración que Dalí sentía por Pujols da cuenta la escultura dedicada a este escritor marginal y genial que preside la entrada del Teatro-Museo Dalí de Figueras. Y fue también por esa época que el artista comenzó a reinvidicar el modernismo, que él definía como 'arquitectura comestible' en un momento en que a quienes defendían el Modern Style se les calificaba de locos o retrógrados con mal gusto.
Con todo, es más una cierta coincidencia en la interpretación delirante y al mismo tiempo lúcida del arte y sus motivos lo que puede inducir a encontrar ciertos paralelismos entre ambos. Para Pujols, la Sagrada Familia representaba el canto del cisne de un catolicismo que él aborrecía y Gaudí era un gran genio que se había equivocado de causa. Para Dalí, Jean-François Millet compuso una obra maestra de la pintura, El Ángelus, cargada de simbología sexual, edípica y caníbal utilizando una imagen aparentemente sensiblera y banal. En ambos casos, la argumentación es subjetiva, apasionada y con una lógica interna que acaba si no convenciendo, al menos divirtiendo y estimulando la inteligencia del lector. Pero la ventaja de Dalí es que su método es mucho más complejo, está apoyado en la teoría freudiana y está ilustrado en muchas de sus pinturas.
Por si fuera poco, se trata de un método de análisis de la imagen que, explica Juan Antonio Ramírez en Dalí: lo crudo y lo podrido (La Balsa de la Medusa), tiene muchos paralelismos con el método iconológico del famoso historiador alemán Erwin Panofsky. Lo cierto, en cualquier caso, es que la interpretación delirante que realiza Dalí de El Ángelus resultó ser muy aproximada a lo que después demostró la ciencia. El artista intuía que en el cuadro de Millet había algo que faltaba, que aquella pareja de campesinos que rezaban en la hora del crepúsculo escondían algo que no aparecía a simple vista. Análisis posteriores del cuadro desvelaron que, en medio de los dos personajes, Millet había pintado inicialmente el ataúd de un niño, el hijo por el que rezaban. Es decir, que el cuadro escondía una historia que tenía que ver con la sexualidad, la maternidad y la muerte. Es una confirmación que no añade ni resta mérito a una teoría que Dalí publicó en una primera versión en 1932 en la revista surrealista Minotaure. El manuscrito original, acabado en 1935, se perdió en 1941 y no se recuperó hasta 22 años más tarde, cuando el editor Jean-Jacques Pauvert lo publicó en Francia. En 1978, Tusquets lo editó en castellano en una edición ilustrada, que ahora se ha reeditado en formato de bolsillo. Es, como dice en el prólogo Óscar Tusquets, uno de los grandes clásicos del surrealismo y, como decía Dalí, 'la prueba de que el cerebro humano, y en este caso el cerebro de Salvador Dalí, es capaz, gracias a la actividad paranoico-crítica (paranoica: blanca; crítica: dura) de funcionar como una máquina cibernética viscosa, altamente artística'.
Teniendo en cuenta que en 2004 se celebrará el centenario del nacimiento del pintor, este libro es, sin duda, una de las mejores, divertidas y estimulantes obras para conocer a Dalí en estado puro. Otro acercamiento es el que brinda Carlos Lozano en Sexo, surrealismo, Dalí y yo, las memorias escritas por el artista e íntimo amigo de Dalí, que retrata, además, a un genio y su época.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.