Cante por derecho
Empezó a cantar por tonás y terminó por siguiriyas. Es el sello de José Menese, que el cantaor mantiene a ultranza aunque cambien los tiempos y nos invadan sonidos mestizos de dudosa legitimidad, la mayoría, en el flamenco de hoy.
José Menese cantará un día un poco mejor, otro un poco peor, pero siempre cantará por derecho. Yo diría que es así, y tiene que ser así, porque no sabe cantar de otra manera. Y en eso se mantiene firme, como declaraba en 1991 en el título de un disco suyo.
Toda su vida cantaora ha tenido como norte lo jondo por derecho, sin mixtificaciones ni bastardeos. Hoy, ya en el meridiano de los 60 años, sigue siendo así y en todos sus recitales aflora diáfona esa intención.
Otra de las características que evidencia siempre es la interpretación de estilos casi perdidos, si no olvidados del todo, que él considera una obligación mantener en activo. En este concierto fueron el polo, la petenera, el garrotín, la mariana. Cantó también la guajira como propina final, en una versión jugosa y llena de grata musicalidad.
Alcanzar la grandeza
Cantó bien José Menese. Tardó, quizá por un prurito de autocontrol, en soltar la voz como a él le place cuando se siente a gusto con el cante, pero lo hizo en su momento y logró la grandeza que él siempre anda buscando.
Fue un concierto serio, importante en la trayectoria de un artista que seguramente no siempre estuvo acertado en los últimos tiempos.
Tiene prácticamente intocada esa voz prodigiosa que a veces con un solo ¡ay! crea ya un mundo de música total; tiene un bagaje de saber extraordinario, con el que muy pocos pueden competir hoy; tiene el flamenco metido en los huesos, tanto -y soy plenamente consciente de lo que digo- que difícilmente podría vivir sin él.
Así, pues, congratulémonos del reencuentro con uno de los cantaores emblemáticos de nuestra época. Si él quiere cantar, y parece que quiere, y tiene al lado una guitarra que le acompaña con el mimo y la bondad que lo hizo esta noche la de Antoñito Carrión, Menese tiene aún mucho que decir.
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