Licenciados en danza del vientre
Un centro de la Universidad granadina ofrece curiosos cursos alternativos
En Granada, los estudiantes no sólo pueden conseguir un título como licenciados en Medicina, Derecho, Filosofía o Biología. Muchos, al volver a casa, pueden hacerlo, además, con un título en encaje de bolillos, danza del vientre, escritura de guiones de cine, fotografía, plantación de bonsáis o la técnica feng shui. Ésa es, al menos, la oferta que realiza el Centro Cultural Casa de Porras, una institución dependiente de la Universidad que pone a disposición de los estudiantes -y de quienes no lo son- más de cuarenta cursillos curiosos que pueden realizar a lo largo de dos meses. La cuestión no es baladí: la Casa de Porras recibe al año a más de 2.500 alumnos.
'La verdad es que yo me apuntaría a todos los cursos, porque tienen un gran interés', explica Beatriz Artacho, de 31 años, la directora de la Casa de Porras. 'Lo bueno que tienen es atraen la atención de toda clase de gente, desde estudiantes extranjeros a mujeres mayores. Muchos repiten para ampliar conocimientos'.
Cada curso dura ocho semanas con varias clases a la semana. Cuesta cuarenta euros y hay tres convocatorias bimensuales por año. Hay para todos los gustos. 'El que más éxito está teniendo', explica Artacho, 'es el de la danza del vientre, que tiene 70 alumnos... bueno, 69 alumnas y un alumno'. 'A los hombres', agrega bromeando 'no parece atraerle mucho especializarse en la danza del vientre'.
También hay cursos de guitarra flamenca, que atraen sobre todo a estudiantes extranjeros, como el de sevillanas. Y otros resultan de lo más exótico. 'Está el curso de feng shui', señala Artacho. 'El feng shui', añade la directora, 'es una técnica japonesa sobre cómo orientar los muebles dentro de tu casa de manera que produzcan una mayor sensación de armonía y paz interior'.
En ese sentido va igualmente el cursillo sobre plantación y cuidado de bonsáis. 'Otro que tuvo enorme repercusión otros años', dice la directora, 'es el de la cata de vinos'. El pasado año acudieron a él varias decenas de alumnos que, durante ocho semanas, conocieron los principales secretos de los caldos, aprendieron a olerlos, apreciar su cuerpo y a definir su sabor. Aquel curso concluyó con un almuerzo-degustación en el que los alumnos exhibieron su destreza en el aprendizaje.
'La mayoría de quienes acuden a los cursos son estudiantes de la Universidad de Granada, pero estamos abiertos a cualquier clase de gente que, simplemente, tenga curiosidad. Hay talleres a los que acuden niños y otros a los que acuden personas de 60 años. Además, tenemos la ventaja de que todos los profesores son especialistas de las materias que imparten'.
Se trata de saberes que en otros ámbitos se considerarían simples aficiones pero que, a la vista de los tiempos, y muchos de los alumnos lo saben, podrían ser dignas salidas laborales.
'Talleres interesantes'
Talleres de reflexología podal, de tai-chi (relajación oriental), estampación de telas, teatro infantil, de destilación de esencias... el Centro Cultural Casa de Porras es, a lo largo de dos meses, un catálogo de las actividades más variopintas que pueda encontrar alguien con tiempo libre y con curiosidad por aprender. 'La verdad es que, para los estudiantes extranjeros, se trata de algo muy atractivo', asegura la directora del centro, Beatriz Artacho. 'Además de realizar sus estudios, pueden aprender algo más'. Artacho señala que, de cualquier modo, hay el mismo número de estudiantes españoles que extranjeros.Los cursos se celebran en lo que se conoce como módulos (períodos de dos meses) entre octubre y diciembre, enero y marzo y abril y junio. Cada uno de esos módulos llega a tener hasta 800 alumnos. Cada curso tiene una media de tres horas por semana.La Casa de Porras, adquirida en 1968 por la Universidad de Granada y convertida en un centro cultural en 1992, se encuentra en uno de los enclaves más bellos del Albaicín y es un lugar de gran raigambre cultural. Además de los cursos, el centro acoge también conferencias, exposiciones de pintura y conciertos musicales. El lugar, con el paso del tiempo y el funcionamiento del boca a boca, comienza a ser muy conocido entre los estudiantes, que ven ahí una posibilidad para desarrollar sus aficiones.Al margen de lo llamativas que resulten algunas de las disciplinas que se imparten, hay talleres para iniciarse en las técnicas fotográficas, en el desarrollo de guiones de cine, en la narración de cuentos o el dibujo y la pintura. 'Todos los talleres', señala Artacho, 'tienen algo que los hace interesantes'.'Los alumnos que vienen acostumbran a repetir y se apuntan más tarde a un curso de perfeccionamiento', agrega la directora, quien resalta también el hecho de que no hay que ser joven para acudir a los cursos. 'En el de encaje de bolillos', indica, 'los alumnos son mujeres mayores'.
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