Cabaré refinado
En ese bis (casi) institucionalizado, que el público solicita (casi) por costumbre y el artista concede (casi) por obligación, Ute Lemper regaló su mejor interpretación de la noche: Les feuilles mortes, con ella sentada sobre el piano, que presentó como canción de cuna y finalizó con su rostro iluminado pálidamente y unas notas que sonaban a cajita de música.
Empezó con Piazzolla: Buenos Aires. Ciudad que vive tiempos oscuros en un mundo confuso. No fue la Lemper de Ich bin die fesche Lola. Ahora ha grabado un disco que la presenta como compositora. Y sus canciones suenan más a Broadway que a ese cabaré opaco que ella dibuja con trazo elegante en nuestra imaginación.
Sólo cuando canta al Jacques Brel de la desoladora Ne me quitte pas, a Bertol Brecht y Kurt Weill en una eléctrica Moon of Alabama, despierta su fuerza dramática. Se enfunda sombrero y abrigo negro sobre el vestido rojo y silba la melodía de Mackie. No la canta: la esboza, la descoloca, la arroja. Para quien se haya quedado con ganas de más, un DVD: The Thousand and One Lives of Ute Lemper.
Ute Lemper
Palacio de Congresos. Madrid, 27 de octubre.
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