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Tribuna:COYUNTURA NACIONAL
Tribuna
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Que ahorren ellos

El próximo jueves, día 31, se celebra el Día Mundial del Ahorro. Seguramente no es ésta una fecha especialmente conocida o celebrada por la población, pero es una buena excusa para comentar la evolución reciente de esta variable económica, de especial importancia tanto desde una óptica de largo plazo (estructural) como de corto plazo (coyuntural). Desde el punto de vista del largo plazo, hablar de ahorro (parte de la renta de cada periodo que no destinamos al consumo) es lo mismo que hablar de acumulación de capital y ésta, a su vez, es una de las bases de la creación de empleo y, en general, del bienestar económico. A corto plazo, la importancia de la evolución del ahorro deriva de su comportamiento eminentemente cíclico, como corresponde a casi todas las variables que son residuos (otro buen ejemplo son los beneficios empresariales) de otras más estables o inerciales en el tiempo. Analizar el comportamiento del ahorro puede sernos de gran utilidad para diagnosticar, y aun anticipar, el comportamiento general de la economía.

El ahorro del conjunto de la economía, en porcentaje del PIB, se ha mantenido casi estable desde 1995

En los gráficos adjuntos se presenta la evolución del ahorro en España con una cierta perspectiva histórica. En el de la izquierda se ve que el ahorro del conjunto de la economía, como porcentaje del PIB, se ha mantenido prácticamente estable desde 1995. Esto marca una diferencia destacable respecto a lo ocurrido en el ciclo de los ochenta, en el que la tasa de ahorro cayó notoriamente una vez que la fase de expansión se consolidó y durante la fase posterior de recesión. La caída sí se ha reproducido esta vez en el ámbito del sector privado, incluso en una magnitud superior a la del ciclo anterior, pero ello ha sido contrarrestado por el aumento del ahorro público. La disminución de los gastos públicos corrientes como porcentaje del PIB y, en menor medida, el aumento de los ingresos no sólo han posibilitado el saneamiento de las finanzas públicas, sino que han contribuido a mantener el ahorro del conjunto de la economía.

No obstante, este esfuerzo no ha sido suficiente, pues mientras la tasa de ahorro se mantenía, la tasa de inversión aumentaba hasta situarse significativamente por encima de aquélla, lo que ha conducido al endeudamiento frente al exterior en cantidades crecientes (2,8% del PIB en 2001). Es decir, la economía española no ahorra lo suficiente, y si la necesidad de apelar al ahorro externo no ha sido superior, es porque en este último ciclo la tasa de inversión no ha alcanzado los niveles de ciclos anteriores.

En el gráfico de la derecha se muestra la evolución del ahorro de los hogares. En él se ve, en primer lugar, cuán lejos quedan ya las tasas de ahorro de los años sesenta y setenta; y en segundo lugar, que la caída del ahorro desde 1995 hasta 2000 no tiene parangón histórico. En 2001 se inició una tímida recuperación que podría continuar en 2003 si las familias, como es previsible, destinan la mayor parte de la rebaja del IRPF al ahorro y no al consumo. Pero, en todo caso, esta recuperación está siendo muy modesta. Parece que los españoles nos hayamos vuelto reacios no sólo a inventar, como decía Unamuno, sino también a ahorrar. El problema es que si ahora, en los momentos bajos del ciclo, no mejoramos nuestra posición financiera, ¿cómo vamos a encarar la fase expansiva de la inversión una vez se inicie el nuevo ciclo?

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorro Confederadas para la Investigación Económica y Social (FUNCAS).

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