Modernizar, cambiar o comprometer
El poder, en sus diversas formas, no participa de todo aquello que pueda horadar las circunstancias, o condiciones, en las que se manifiesta, por ello, todo cambio supone un peligro para aquel, o aquellos, que en algún momento, e incluso años, lo detentan.
La Modernización entendida como revolución, y no evolución, de las condiciones preestablecidas, es la esencia del cambio. Su puesta en escena debe recurrir a otros intérpretes, o a los que abdiquen de la condición que tienen ahora. Estos últimos tienen la opción de, o convertirse en impulsores del cambio, o en partícipes del mismo, a igual nivel que los nuevos actores.
La Revolución Cultural de Mao tenía, en principio, este mensaje: 'Romper con el pasado, para emprender un nuevo futuro'. En este sentido, sería pretencioso, cuando menos, que desde un instalado ámbito organizativo, se promoviera su propia ruptura, para aventurarse en lo por diseñar, construir u organizar.
Sin llegar a estos extremos, pero sin renunciar a lo que tiene de ruptura la Modernización, es bueno hacer la caricatura de lo que se prevea concebir de la nueva Andalucía de nuestros nietos y bisnietos. Todo el aire fresco que irrumpa, con la finalidad de hacernos más grata la estancia en nuestro devenir, bienvenida sea, y si, además, concita que nuestros descendientes lo hagan en mejores condiciones, mejor que mejor.
Huir de enfoques establecidos con anterioridad es algo positivo respecto a lo que entraña la Modernización, y, por otro lado, circunscribir la Modernidad a los temas o campos de la comunicación y tecnología me parece un ejercicio demasiado limitativo para aquellos agentes que, o bien preconizan el cambio, o bien dicen que están por la sociedad de la libertad, el progreso, y la igualdad de oportunidades.
Pero, aun a los de signo contrario, o a aquellos que hacen bandera de unas sutiles diferencias por pertenecer a un ámbito geográfico determinado (Andalucía); e incluso, a los que no sabemos dónde ubicarlos y, eufemísticamente, los englobamos en la llamada sociedad civil; sí, a todos ellos, el móvil del nieto y bisnieto mejor les debe calar y, por eso, les debe importar en igual sentido la Modernidad.
Por todo esto, y sin cortapisas de temas o ideologías, haciendo un brainstorming (tormenta de ideas) dirigido a la Modernidad, se deberían romper algunas barreras que están dificultando el camino a emprender.
En primer lugar, sería necesario visualizar, pensar y, al menos, trazar los rasgos de aquella Andalucía venidera con la firme voluntad de no interferir, por parte de nadie, en aquellos puntos que hacen posible definir un mismo rostro o perfil.
Las líneas gruesas, la sonrisa, el rictus, arrugas, lunares, pecas se las dejaríamos a los partidos políticos, sindicatos, patronales y organizaciones generadoras de opinión.
Los que tengan la facultad de pintar los rasgos deben ser lo suficientemente ambiciosos como para que promuevan una fuerte motivación colectiva el alcanzarlos y lo suficientemente cuasi realista como para que se puedan digerir en el tiempo de referencia. Tiempo que nazca un nieto o bisnieto de una pareja constituida en el año en que se traten de implementar estas acciones.
¿Estamos preparados los andaluces para este reto? Mi opinión al respecto es positiva, siempre que no dejemos esta aventura para demagogos y asumamos un compromiso de hacer algo que, incluso, exceda de nuestro devenir.
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