La televisión pública de Torremolinos
Los días 5, 6 y 9 de octubre, la edición de EL PAÍS Andalucía se ha hecho eco de las declaraciones realizadas por un ex concejal del PP acusando al alcalde de Torremolinos de hechos presuntamente delictivos.
En primer lugar, deseo felicitar a EL PAÍS y a la periodista que ha venido cubriendo la referida información, ya que el tratamiento ha sido impecable, recogiendo las opiniones y manifestaciones de las 'partes implicadas' y, especialmente, dando al alcalde la oportunidad de pronunciarse sobre los hechos. Como lector de este periódico me congratulo de la rigurosidad informativa e igualdad de oportunidades con la que ha sido tratado el alcalde de Torremolinos.
Dado que en la información publicada el domingo día 6 de octubre, la oposición se quejaba del carácter antidemocrático de Fernández Montes, acusaciones que, lógicamente, el alcalde negaba quejándose de que 'no respetan a la mayoría', deseo hacer las siguientes puntualizaciones.
1. Ojalá el tratamiento informativo que en este asunto tan delicado está recibiendo el señor Fernández fuera el mismo que la televisión local de Torremolinos da al resto de partidos políticos con representación municipal. Para la citada televisión, todo aquello que no esté destinado a la mayor gloria y boato del alcalde no es que no merezca cobertura, es que sencillamente no existe. Lo más grave de todo ello, es que se trata de una televisión pública, pagada con los impuestos de todos (algún día nos enteraremos de la fortuna que está costando) cuya finalidad debería ser formar e informar.
2. La referida televisión se ha convertido en un permanente No-Do local, posfranquista, casposo y cutre, cuya única razón de ser es negar la pluralidad política que ha de existir en toda sociedad democrática, pues el alcalde no está interesado en avanzar en la construcción de una sociedad abierta y plural, sino que sus esfuerzos van dirigidos a silenciar todo vestigio de discrepancia, utilizando, entre otras, la vía del silencio informativo.
Lo que no podrá negar ningún observador objetivo e imparcial es el uso partidista que el alcalde viene haciendo de un medio público de comunicación, cual es Torremolinos Televisión. Sorprendentemente, para el señor alcalde estas conductas no son antidemocráticas, sino que, en el colmo del descaro político, se queja de falta de respeto a la mayoría.
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