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Columna
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Un partido de autónomos

Francesc Valls

Se acercan las elecciones municipales. Los convergentes fichan al médico y al farmacéutico del pueblo. Luego, los socialistas consiguen que el arquitecto y el ATS encabecen su lista. Cuando llega el turno del PP, sólo quedan restos. Con esta cruel caricatura resumía un dirigente del Partido Popular la triste situación de la formación. Porque el partido -que ha celebrado esta semana su décimo congreso en Barcelona- sigue debatiéndose entre un enorme corazón derechón, que late en la base militante, y un incipiente cerebro centrista y catalanista, que se manifiesta tímidamente en el partido y se concentra en la dirección. Históricamente las vísceras han ganado la partida a la razón. Y no es ningún secreto que los resultados electorales han dejado mucho que desear. Desde ayer todas las esperanzas están en saber si Josep Piqué, una vez ungido como gran líder catalán, tiene o no poderes taumatúrgicos. La tarea no es fácil y ya se produjeron ensayos, si no parecidos sí similares, bajo el mandato del discutido Alejo Vidal-Quadras. Ahora todos los militantes están dispuestos a hacer un acto de fe y a apoyar ese impreciso giro catalanista y centrista, y confían en la profesionalidad del ministro de Ciencia y Tecnología.

Si algo sobra en el Partido Popular catalán es adhesión incondicional al líder

La sala de fumadores del hall del Princesa Sofía -donde se ha celebrado el congreso- ha sido este fin de semana un espléndido barómetro de cómo se entiende intramuros ese viaje del partido al corazón del catalanismo, una idea que de puro repetida ha pasado a encabezar el cuadro de honor de las utopías milenaristas peperas.

Joan Sales, por ejemplo, es un apicultor de Maials y compromisario del congreso que se apuntó al PP porque siempre ha sido de derechas, asegura en el hall de fumadores. En otras épocas, Sales quizá hubiera sido un digno exponente de los agrarios de la CEDA o un defensor de las tesis del Institut Agrícola de Sant Isidre. Con todo, Sales está dispuesto a hacer el viaje al centro, al catalanismo o a donde haga falta. Porque si algo sobra en el PP de Cataluña es adhesión incondicional. Es un partido fruto del triunfo de la voluntad de unos ideales difusamente conservadores donde se confía ciegamente en el líder. La presencia política en la sociedad catalana de la formación que ahora dirige Josep Piqué es pequeña local y autonómicamente hablando. 'En el PP catalán no tenemos cargos que repartirnos porque tenemos pocos cargos; por tanto, todo lo hacemos por ideología', tercia otro fumador, Emilio Santiago, madrileño afincado en Figueres y compromisario en el congreso. Es empresario como el 8% del partido, un sector en el que también se encuadra José Santiago Ariza. Este constructor tiene una visión -entre pragmática y partidaria del libre albedrío erasmista- sobre lo que es el viaje al centro catalanista: 'En el asunto de los papeles de Salamanca se ha dado libertad a los militantes para que se manifiesten como quieran'.'En estos años de Gobierno del PP en España todo ha ido a mejor: por ejemplo, desaparecerá el impuesto de actividades económicas y han bajado las hipotecas, que si con los socialistas estaban entre el 14% y el 15%, ahora están sobre el 5%', subraya Ariza, recién integrado en la ejecutiva renovada de Piqué. El empresario constructor milita en el PP desde 1979, cuando todavía se llamaba Alianza Popular, y tiene fe en que el nuevo líder se hará con los favores del empresariado catalán. Confía plenamente en Piqué, quien acababa de dejar el PSUC cuando Ariza comenzó a militar en la desaparecida AP: un buen paradigma de la complejidad de fuentes del partido. Por eso ayer no resultó extraño ver a más de un compromisario arquear las cejas cuando el ministro decía a voz en grito: 'Si en 1977 pedíamos cosas tan básicas como libertad, amnistía y estatuto de autonomía...'.

Sólo hubo caras de asombro, nada más. El militante es disciplinado, tal como ha quedado suficientemente demostrado en los años en que los hermanos Fernández Díaz -Jorge y Alberto- han llevado la batuta. O cuando lo hizo el defenestrado Alejo Vidal-Quadras. Todo se asume en un partido en el que, aunque cambie un poco la letra, la música de fondo -piensan muchos afiliados- es la buena. Para llegar a esta sintonía, la comunión entre el líder y la base debe ser total. No podría funcionar de otra forma un partido en que no se ha cultivado la figura del cuadro. 'No hay mucho tiempo para la política, porque la mayoría de los militantes tienen pequeños negocios, trabajan muchas horas al día', explica Juan López, joven concejal de Mataró.

Piqué se ha hecho con las riendas de un partido de autónomos y pequeños empresarios. El 21% de la militancia tiene como primera preocupación el pequeño negocio. Su relativa mayoría se hacía patente en la sala del Princesa Sofía. 'Hay más diseño en un congreso de los antiguos comunistas de Iniciativa per Catalunya que en uno del Partido Popular catalán', bromeaba otro compromisario fumador. El diseño apenas salía del área del entarimado, donde se congregaban los dirigentes populares que presidían el congreso. Abajo, en el patio de butacas, abundaban los trajes de confección, el corte de pelo a navaja y la peluquería de abundante laca.

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El fuerte del militante del PP no es el diseño, a pesar de su saludable situación económica. Aunque el jefe -José María Aznar- cene con el diseñador Antoni Miró, el afiliado adquiere sus trajes 'en las compras sabatinas en Alcampo o cualquier otra gran superficie del área metropolitana de Barcelona', apunta un distinguido fumador. El afiliado y el votante del PP son en buena medida un fenómeno metropolitano. 'Nosotros nos nutrimos de clase media del área de Barcelona', afirma por su parte el concejal Juan López.

Ante este hecho, algunos analistas políticos sostienen que los populares tienen más frontera electoral con el el Partit dels Socialistes que propiamente con Convergència i Unió, a la que ahora quieren arrebatar el espacio político. El partido de los Martínez y Fernández conservadores o liberales deberá iniciar su acercamiento a los Font y Riu. Una tarea difícil en la que tener el poder en Madrid impone sus peajes: como defender las placas de matrículas sin distintivo autonómico o ser sujeto sufriente cuando la mayoría popular del Congreso derrota iniciativas votadas por el PP en el Parlament.

Diego Borrego, compromisario por Girona de 34 años, asegura que el partido 'ya es catalán y catalanista'. Borrego es comercial y declara estar harto del marcaje a que está sometida su formación en las comarcas de Girona por los nacionalistas. 'Parece que tengamos que demostrar algo', afirma al unísono con su compañero de demarcación Emilio Santiago. 'Es increíble estar sosteniendo al Gobierno de Convergència i Unió y al tiempo ser objeto de su desprecio', asegura otro delegado de Lleida. Ahora Piqué pondrá a prueba su taumaturgia política para disputar a CiU los votos del Eixample o Sarrià-Sant Gervasi. El PP quiere viajar del área metropolitana al centro de Barcelona, o llegar al corazón de la Cataluña catalana. Un largo viaje para el que hay poco tiempo.

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