_
_
_
_
Crítica:ESCAPARATE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Aventura y pesadillas

George Steiner escribió en 1963 que el sólo nombre de Kafka se había convertido 'en el santo y seña para entrar en la morada de la educación'. Nacido en Praga en 1888, perteneciente a la minoría judía de habla alemana, de estudiante se acostumbró a entregarse casi en secreto a la única razón de su existencia: una obra literaria que iba surgiendo del silencio y la observación.

La tuberculosis lo mató a los 41 años. Apenas había publicado media docena de relatos y algunos bocetos en prosa. A su amigo Max Brod le rogó que destruyera los papeles que le legaba, pero Brod ya había advertido a Kafka que publicaría cuanto dejase en sus manos. Lo primero que Max Brod dio a luz fueron tres novelas inconclusas de las que el propio Kafka le había leído varios capítulos. Ahora, Hernández Arias presenta en este atractivo volumen de Valdemar las mencionadas 'novelas' en versiones rigurosas y claras.

EL DESAPARECIDO, EL PROCESO, EL CASTILLO

Franz Kafka Traducción, prólogo y notas de J. Rafael Hernández Arias Valdemar. Madrid, 2002 992 páginas. 27,05 euros

Kafka concibió la primera de ellas, El desaparecido, en 1911. El joven Karl Rossmann es enviado por sus padres a Nueva York a fin de alejarlo de Europa, donde, seducido por una criada, había engendrado un hijo ilegítimo. Antes incluso de tomar tierra, Karl encontrará a su tío Jakob, consejero de Estado y rico hombre de negocios que lo toma bajo su protección. Mas el azar dictaminará que, a causa de un desliz sentimental, Karl se vea expulsado del universo de ricos en el que vive el tío Jakob. Perdido del paraíso, se ve condenado a vagar por los alrededores de la gran ciudad, malviviendo entre una caterva de personajes vulgares e histriónicos. Sin embargo, ésta es la más convencional de las novelas kafkianas, y también la única esperanzadora, pues al final su personaje hallará una especie de salvación en ese extraño cobijo denominado 'Teatro de Oklahoma'.

De otro tenor son El proceso y El castillo. También participan de una intención épica, pero su atmósfera es asfixiante, 'transreal'; acaso una de las claves para leerlas sea considerarlas aventuras oníricas.

En El proceso, cuyos capítulos primero y último escribió Kafka en el verano de 1914 de un tirón, Josef K. despierta una mañana y encuentra que unos funcionarios enviados por un extraño tribunal le comunican que se ha iniciado un proceso contra él y que está detenido. Le anuncian, no obstante, que puede seguir moviéndose con libertad, ir al trabajo, visitar a sus amigos, etcétera; tan sólo tendrá que asistir de vez en cuando a ciertos interrogatorios. Tras una serie de vicisitudes con estrambóticos personajes -metáforas humanas de la maldad, la perversión o la indolencia- que pululan por el intrincado mundo de las dependencias del tribunal el acusado K. es condenado a muerte. La atmósfera expresionista de la novela sorprende por su modernidad, y nos remite a esas magníficas escenas cinematográficas donde se superponen los tonos grises y sombríos de una Praga fantasmal y plagada de enigmas.

En El castillo, que data de 1922, el personaje principal, que esta vez sólo se llama 'K.', llega a una aldea en la que piensa establecerse, puesto que el señor del castillo lo ha contratado como agrimensor. Mientras K. aguarda a que el omnipotente amo lo reciba, descubrirá un mundo terrible donde reinan la humillación, la burocracia insultante y el poder arbitrario.

Max Brod denominó a estas magníficas novelas 'trilogía de la soledad'. No en vano se consideran hoy arquetipos de ese desamparo existencial que es tan característico de un mundo en el que los individuos libres escasean y abunda cada vez más un sujeto fabricado en serie, mecánico y sin memoria.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_