El único diplomático de España en Irak dimite por diferencias con el Gobierno

El encargado de negocios de la Embajada en Bagdad, Fernando Valderrama, el único diplomático español en esa capital, presentó ayer su renuncia por diferencias irreconciliables con la postura del Gobierno en la crisis de Irak. La dimisión se produce en un momento en el que las relaciones bilaterales se encuentran sometidas a una gran tensión por el decidido respaldo que el presidente José María Aznar ha ofrecido a EE UU, incluso si decide atacar de forma unilateral.

'Es una cuestión de coherencia', explicó Valderrama, 'resulta muy difícil defender posturas que no se comparten, en especial cuando no se recibe el más mínimo apoyo'. 'Tal como está planteada la situación, te piden elegir entre [George] Bush y Sadam [Husein], y yo no estoy con ninguno de los dos', declaraba Valderrama.

Fuentes diplomáticas en Madrid reconocieron a este diario que hace ya algún tiempo que existían tensiones con Valderrama. La ministra de Exteriores, Ana Palacio, afirmó que 'no se trata exactamente de una dimisión sino de algo querido por las dos partes' y añadió que 'la vida en Irak es muy difícil' y que se llegan a producir circunstancias personales en las que es mejor no ahondar, informa Peru Egurbide.

'La postura oficial [respecto a Irak] es tan marcadamente pro estadounidense que si no apoyas la política de Washington es como estar trabajando contra tu propio Gobierno. Ha llegado un momento en que la situación se ha hecho insoportable', confesaba el diplomático. Valderrama, de 51 años, que llegó a Bagdad en agosto de 2000, ha estado destinado en Luxemburgo, Israel y Marruecos. Tiene fama de ser un hombre de principios. De hecho, retrasó su entrada en la carrera diplomática para no tener que jurar fidelidad al Movimiento al final del franquismo, según recuerda un allegado.

Consecuencias negativas

'Sé que esta decisión va a tener consecuencias negativas para mi futuro, pero hay momentos en la vida en que hay que anteponer la profesión a la carrera', reconocía ayer.

Las relaciones entre Irak y España, tradicionalmente calificadas de muy buenas por ambos países, se enfriaron en septiembre a raíz de las declaraciones de Aznar en apoyo de una intervención militar estadounidense en Irak incluso si EE UU actuara unilateralmente.

El Gobierno iraquí se hizo inmediatamente eco de esta postura. En un país en el que el respaldo político es esencial a la hora de lograr contratos, los empresarios españoles con intereses en Irak se echaron a temblar. España perdía puestos en la lista oficiosa de países preferenciales que Bagdad maneja para otorgar contratos. 'Todo el trabajo de estos años se puede ir a la porra por esa falta de tacto; tenemos que aprender de los franceses', se quejaba un empresario que el pasado junio perdió un contrato de 20 millones de dólares para electrificar una zona de Bagdad 'por falta de apoyo oficial'. 'Estaba ya firmado por el ministro del ramo, pero en instancias superiores decidieron atribuírselo a una empresa rusa, cuyo Gobierno es mucho más activo aquí', explicó este hombre preocupado por sus tres proyectos pendientes.